
Talasofilia: amor y atracción magnética por el mar
¿Alguna vez has intentado dormir sobre la arena, mientras escuchas las olas del mar? ¡Es vida! el movimiento del mar azul y su inmensidad hipnotiza y nos genera una sensación de tranquilidad y bienestar.
Amo ir a la playa... la arena, el aire salado, el sonido de las olas, el cielo inmenso, nadar y ver el amanecer y el atardecer, han sido grandes protagonistas de los mejores recuerdos de mi vida.
Desde pequeña con materiales sencillos como mi cubeta y mi palita, agua de mar y un poco de imaginación, construía castillos y figuras de arena, me divertía recogiendo conchas y piedras.
Ya en la juventud me tocó pasar veranos divertidísimos en la playa junto a mis amigas, disfrutando del sol como si ya no fuera a salir al día siguiente, nadar en el mar con tu mejor bikini, escribir mi nombre sobre la arena y luego arreglarte para salir a tomar una piña colada.
Pero, la playa cuando llevas a tus hijos se convierte en toda una experiencia, cuidar que no se coman la arena, quitarles el bloqueador que les embarraste hasta en los ojos, estar al pendiente de que no se les vaya a arder su piel, jugar con ellos, cuidarlos en la alberca y más tarde llevarlos por un helado. Así, hasta que crecen, aprenden a nadar, a ponerse ellos solos el bloqueador y por fin te puedes recostar a leer un buen libro.
¡Claro que en el mar la vida es más sabrosa!. Y en el mar te quiero mucho más, con el sol, la luna y las estrellas, en el mar todo es felicidad. ¡Sí! La playa siempre es un lugar ideal para una cita romántica, quien no sueña con contemplar una hermosa puesta de sol mientras disfrutas de un picnic junto al mar y el amor de tu vida, esto es tan alucinante, como si estuvieras en otro planeta, te sientes menos tensa y más feliz cerca del mar, pasear por la playa tomados de la mano, te permite conectar más profundamente física, emocional y espiritualmente, también es un lugar ideal para besarse y tomarse fotos lindísimas.
Finalmente llega un momento en que te toca ir a la playa sola a tomarte un playacetamol, sentarte en la total quietud y emitir el sonido Aaaaah expresado como suspiro es liberador, mirar el infinito horizonte azul y sentir la satisfacción de ver que tu única preocupación es que el mar no se lleve tu chancla es gratificante. Entonces te das cuenta que, la playa también se disfruta en solitario, puedes escribir, leer, escuchar música, asolearte, llorar sin motivo o con motivo o simplemente liberarte de algo. No tienes prisa de encontrarte con alguien, de arreglarte si no quieres, de dormirte o despertarte temprano. Te puedes acabar un libro o dos, depilarte las cejas o hacer lo que se te dé la gana, pues lo que pasa en la playa, se queda en la playa...
Ese tiempo a solas contigo será muy nutritivo, para repararte, te recomiendo llevarte un cuaderno y una pluma, para plantear o replantear tu vida. ¿Te gusta tal como está o algo le está sobrando o faltando? puede ser útil anotar todo aquello que te entusiasma, preguntarte ¿por qué no lo estás haciendo? y enlistar un plan para llegar a todo aquello que te apasiona. Yo a estas alturas de mi vida aspiro a ser simplemente una mujer que se despierta todos los días amando su vida.
Parece que al plantarnos en la arena nuestro cuerpo se relaja, nuestra respiración se vuelve más pausada, estar en el agua nos pone en un estado meditativo, pacífico y nos da una sensación general de felicidad y satisfacción con la vida, quizá porque el agua representa el vientre materno, ese lugar de paz y armonía en el que flotábamos sin ninguna preocupación en el mundo. Por eso, nos sentimos tan atraídos que nuestro cerebro hace click y nos permite tener el ¡Ajá! moment, la evidencia inconfundible de que hemos comprendido o descubierto algo. Estos gratos momentos son sanadores te ayudan a poder manejar la alegría y aceptar la felicidad que tanto mereces en tu vida.
A veces soledad se asocia con tristeza, pero no siempre van de la mano. Se vale ir a la playa solo o sola cuando estás triste. Si regresarás contento no lo sabemos, pero es un hecho que no volverás igual. Nada alivia el alma como un paseo por la playa, un poco de arena entre los dedos siempre quita los males, pero, si estar en la playa es lo que te pone triste entonces también disfrútalo, seguramente hay penas que hace falta dejar que se las lleven las olas...