Toño Ochoa: más arropado por el PRI que por el PAN
En el primer minuto del 9 de abril, José Antonio Ochoa Rodríguez inició su campaña rumbo a la reelección como alcalde de Durango. Lo hizo desde las filas del Partido Acción Nacional, pero con el respaldo ensordecedor del Partido Revolucionario Institucional. Esa noche, quedó en evidencia que el tricolor mandó toda su artillería, mientras que el blanquiazul apenas si asomó la bandera.
El alcalde con licencia apareció flanqueado por Alejandro "Alito" Moreno y Daniela Soto, dirigentes nacional y estatal respectivamente, quienes no solo lo arroparon con discursos grandilocuentes, sino también con toda la maquinaria electoral y los eslabones que constituyen la estructura priista.
Paradójicamente, mientras el candidato común de la alianza entre estos dos partidos, en su discurso proselitista, hablaba de responsabilidad y resultados visibles, -que no negamos los tenga- su propio partido brillaba por su ausencia. Jorge Romero Herrera, presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, ni siquiera se presentó al arranque de campaña.
En cambio, el líder nacional del Revolucionario Institucional se robó el protagonismo, no por su carisma ni liderazgo moral -que está muy en entredicho-, sino porque ocupó el lugar que el panismo dejó vacío. Un vacío que se ha vuelto costumbre dentro de una coalición donde Acción Nacional juega cada vez más el papel de comparsa.
Y es que para no pocos analistas resulta irónico que, en su afán por mantener el poder municipal, Toño Ochoa termine dependiendo más de los votos priistas que de su propio capital político. La alianza "Unidad y Grandeza" es, en los hechos, una maquinaria que opera con códigos priistas, símbolos y liderazgos priistas. En ese escenario, el PAN se reduce a un membrete testimonial.
La ausencia de Jorge Romero no fue un error logístico ni una omisión protocolaria. Fue un mensaje político. El líder nacional panista, quien siempre se opuso a la alianza con el PRI en Durango, terminó cediendo ante la insistencia del comité estatal. En otros estados, como Veracruz, el rompimiento fue definitivo.
Aquí, lo más que hizo Jorge Romero por Toño Ochoa fue emitir un escueto mensaje en sus cuentas de redes sociales, en las que muy por encima destacó la gestión del duranguense y panista al frente del ayuntamiento de Durango, empero, en ningún momento hizo mención de la alianza con el Partido Revolucionario Institucional.
Por otro lado, Alejandro Moreno -cuya solicitud de desafuero sigue en pausa en la Cámara de Diputados-, aparece en Durango como si nada pasara. Como si no cargara a cuestas una larga lista de escándalos y una investigación por enriquecimiento inexplicable en Campeche. Para Toño Ochoa, su presencia pudo parecer una bendición, pero para el panismo con memoria y dignidad, fue una humillación.
Finalmente, la alianza en Durango no parece ser una coalición de iguales, sino una tabla de salvación construida con liderazgos cuestionados como el de "Alito, o como el del propio Jorge Romero, quien llegó a la dirigencia nacional bajo señalamientos de mismos panistas. Si Toño Ochoa gana la elección, será gracias al PRI. Si pierde, será el PAN quien cargue con la vergüenza de haber cedido todo a cambio de nada.
EN LA BALANZA.- La brutal golpiza registrada en el fraccionamiento El Huizache evidencia una realidad alarmante que no puede seguir normalizándose: la violencia pandilleril entre adolescentes y la ausencia efectiva de una cultura de paz en nuestros barrios. Que los agresores sean menores de edad no solo agrava la situación, sino que apunta hacia una crudeza por el abandono institucional en temas de prevención del delito, salud mental y combate a las adicciones. Es urgente que las autoridades refuercen no solo los operativos de contención, sino las políticas públicas de intervención temprana y tejido social, antes de que estas escenas de barbarie se conviertan en parte del paisaje cotidiano.
X @Vic_Montenegro