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Todo sube, menos la confianza al gobierno

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Todo sube, menos la confianza al gobierno

Todo sube, menos la confianza al gobierno

IVÁN SOTO HERNÁNDEZ

En este inicio de año el país entero amaneció convulsionado. El alza en los precios de todos los combustibles y energéticos, así como el aumento a los impuestos por parte de los tres órdenes de gobierno, hacen un caldo de cultivo que alimenta cada día más la desconfianza de la ciudadanía hacia todo ente público.

Las causas de esta crispación social son muchas, sin embargo, a nadie se le observa creatividad y pericia para desenredar este complicado comienzo, en el que parece alimentarse una marcada distancia entre la sociedad -que se siente lastimada por el pésimo comportamiento de la economía- y el gobierno en todos sus niveles -por la pobreza de resultados-.

Durango no está exento de esa convulsión que está surgiendo en las calles e inundando las redes sociales, y algo que vale la pena observar y señalar es que las protestas nacen y crecen con un ingrediente especial: la ebullición es aparentemente auténtica, sin la dirección o influencia específica de un partido o grupo político.

Y eso debe hacer más interesante y delicada la situación que vivimos, ya que no se observa fingido el proceso de rechazo social hacia las decisiones que están tomando las autoridades, todas, aunado al hecho de que éstas, por cierto, provienen de diferentes corrientes políticas.

Veamos. El Gobierno de la República está en manos de un priismo que volvió a mostrar su rostro más caduco y negativo, mientras el Gobierno Estatal y el Ayuntamiento de la capital duranguense están en manos de la alianza formada por PAN-PRD y Movimiento Ciudadano.

Es decir, difícilmente a alguno de estos entes políticos y a sus ejercicios de poder le conviene que las calles sigan alimentando protestas, bloqueos, manifestaciones y marchas. Y algo a lo que estamos acostumbrados es, sin duda, a ver escenarios de crispación y encono en los que detrás está casi siempre la mano de grupos políticos interesados en meter presión y desestabilizar al gobierno en turno.

Pero, lo que se aprecia a nivel nacional y de forma particular en la entidad duranguense, es el surgimiento de un malestar generalizado a causa de algo simple: el bolsillo familiar está muy lastimado, y en el inicio de año los tres órdenes de gobierno tienen como meta lograr una recaudación ejemplar.

Es decir, ambos entes -sociedad y gobierno- transitan por carriles opuestos.

En los últimos días he observado con detenimiento lo que expresa la gente en las redes sociales y me resultaría preocupante el humor social que percibo si trabajara -como lo hice por varios años- para alguna instancia de gobierno a nivel local, ya que es perceptible un posible punto de inflexión sobre el apoyo que brindó la ciudadanía a la alternancia.

Si bien es cierto, los más apasionados o beneficiarios directos del cambio político dirán que este tipo de observaciones podrían tener sesgo, el peor error que podrían cometer quienes llevan las estrategias de gobierno de José Rosas Aispuro Torres y José Ramón Enríquez Herrera, es caer en la soberbia y solo leer y creer lo que digan los aduladores, unos que ya existían y que siempre han sobrevivido de ello, y otros nuevos que se suman al grupo de aplauso, con vestimenta de librepensadores.

Es justamente ese gran error el que cometió el priismo que entregó las riendas de Durango el año pasado. Fue justamente la soberbia la que no permitió escuchar ni tener la suficiente sensibilidad para darse cuenta que el hartazgo social era real y cada día mayor.

Se leían e interpretaban las redes sociales con aires de suficiencia y justificación: "son troles", "son opositores", "es la guerra sucia contratada", "es falso tal rechazo", "lo que se ve en Twitter y Facebook no es auténtico", "vamos bien".

¿Qué hizo la gente para que el priismo duranguense creyera y confirmara que el rechazo era verdadero y justificado? Castigó con su voto a los candidatos del PRI, al menos en la capital y de una forma contundente.

Siendo oposición, ese malestar ciudadano era oro puro y servía para sembrar aún más la urgencia de una alternancia política para Durango. Sin embargo, hoy siendo gobierno, esa desaprobación social hacia las decisiones gubernamentales está tomando mal parados a los que deberían estar pensando la estrategia de gobernabilidad.

Pero, al menos a juzgar por lo que se ve, lo peor es que no escuchan, no leen, no ven y no quieren hacer caso a esta nueva realidad que muy pronto les está poniendo frente a sí la misma ciudadanía. Lo peor es creer que hoy quien critica y señala solo lo hace por lastimar y afectar a la alternancia.

La misma soberbia de antes, el mismo intento de "conducir" los contenidos que llegan a la opinión pública, pero con nuevos rostros en la toma de decisiones, con viejas prácticas que parecían de los 80s, y con un exceso de confianza y una fuerte dosis de intrigas para endulzar el oído de sus jefes, haciéndoles creer escenarios muy distintos a la realidad.

Por el bien de Durango, ojalá me esté equivocando y lo que veo y escribo sea producto de mi imaginación.

Envíame tus comentarios a [email protected].

Escrito en: gobierno, social, soberbia, priismo

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