Elevan niños peticiones a los Reyes Magos

A una horas de que lleguen los Reyes Magos, pequeños y grandes van en busca de su globo para amarrar su cartita y dejarlo volar.

Aunque esta tradición se lleva a cabo desde hace muchos años, el trabajo no es fácil, ya que todos los niños deben quedar satisfechos al saber que sus peticiones les llegarán a los Reyes y sus regalos amanecerán bajo sus arbolitos de Navidad este 6 de enero.

Todo este esfuerzo lo conoce muy bien Teresa, una señora originaria de Oaxaca que se dedica a vender globos en esta temporada sólo por el simple gusto de ver la ilusión con la que los pequeñines llegan a comprar su globo para enviar su cartita.

Hace varios años decidió mudarse de su tierra natal a la Ciudad de México en busca de oportunidades, trabajó como empleada doméstica pero no era suficiente, fue entonces que tuvo la idea de poner su negocio al descubrir que el vender globos en estas fechas era bastante redituable, es por ello que Teresa lleva ya 18 años trabajando en esto.

"En un principio yo vendía 800 globos diarios, cuando el precio era entonces de ocho pesos, estaba instalada en la avenida Insurgentes, pero por lo mismo de que el negocio era rentable cada vez se fueron incorporando más globeros, es por eso que la venta bajó y tuve que moverme aquí a la Alameda Central para que todos tengamos oportunidad de vender".

Aunque la venta de este producto es bastante buena, no todo es color de rosa, de acuerdo con la vendedora, son más personas las que se dedican a esto, en consecuencia ya no son tantos los globos que se venden al día, además los precios de los materiales han subido como el tanque de helio que cuesta 400 pesos, por ello cada vez es más difícil conseguir la cuota diaria para poder cubrir la inversión.

Debido a que la demanda ha bajado en los últimos dos años, Tere ha pensado en abandonar el negocio, ahora familiar (puesto que se los heredo a sus dos hijos), sin embargo no lo ha hecho porque disfruta de ver las caritas emocionadas de los niños que llegan a comprarle.

"No sólo me gusta ver la ilusión con la que los niños llegan, también me agrada ver las parejitas que vienen por sus globos", mencionó Teresa con un gesto de ternura y felicidad.

Si bien doña Tere no tiene un horario fijo para trabajar, intenta vender todo o casi todo para poder cubrir los gastos y obtener una ganancia. "Hay veces que estoy aquí desde las diez de la mañana hasta las once de la noche, si llego a quedarme con mercancía la guardo para el siguiente año o si no opto por regalarla a los pequeños que encuentro en la calle".

Es así como Tere, en estas fechas, se esfuerza día con día para que los niños no pierdan las bonitas tradiciones.