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Obesidad: el peso completo de los excesos

Sólo 14 % de la población mundial tiene una cantidad saludable de grasa. Además de obesidad y sobrepeso, los ‘falsos delgados’ pueden estar en riesgo

Obesidad: el peso completo de los excesos

Obesidad: el peso completo de los excesos

AGENCIAS

El exceso de peso se convierte en una de las preocupaciones recurrentes de principios de año. Las básculas tienden a mostrar su máximo histórico anual justo en estas fechas y ante la culpa se buscan las soluciones rápidas: ayunos desesperados, rutinas de ejercicio exhaustivas o los lineamientos nutritivos bajo las premisas mal fundamentadas (pero bien publicitadas) de Atkins, Scarsdale, Hale o Antoine, tal como se "apellidan" diversas dietas que prometen liberar de las calorías en un parpadeo.

En realidad el exceso de peso es un problema más complejo y, de hecho, globalmente es una epidemia que en nuestro país trasciende fines de año y cuya problemática difícilmente se soluciona tomando el jugo de un par de limones en ayunas.

La Organización Mundial de la Salud considera que un adulto tiene sobrepeso cuando su índice de masa corporal es igual o superior a 25; mientras que la obesidad llega cuando este número sube a 30. Otros especialistas facilitan el cálculo estableciendo que se considera obesidad cuando la acumulación excesiva de grasa rebasa un 20% sobre el máximo del peso recomendado según las características de cada individuo.

Pero además de los hábitos de alimentación y ejercicio, otras variables influyen a la hora de rebasar los límites deseables en la báscula. Medio ambiente, normas culturales y políticas gubernamentales se combinan con factores genéticos y epigenéticos que ayudan tanto a incrementar como atenuar el impacto de la grasa en el organismo. Según datos de la OMS, las probabilidades de tener sobrepeso son mayores si uno de los padres sufre de exceso de peso u obesidad. Los genes tienen que ver con la cantidad de grasas que almacena el cuerpo y los lugares en los que se acumulan los excesos. En este sentido, especialistas internacionales, como Ruth Loos, directora del programa de Genética de la Obesidad y Rasgos Metabólicos del Mount Sinai en Nueva York, ha logrado identificar diversos factores genéticos en diferentes grupos raciales que determinan en gran parte las características metabólicas.

En un estudio reciente realizado en 12 370 adultos de la comunidad latina en Estados Unidos, el grupo de investigadores, del que la mencionada especialista forma parte, confirmó que las variaciones asociadas al gen IRS1 se manifiestan en un mayor acumulamiento de grasa en mujeres de ascendencia latina. Este es sólo uno de los más de cien genes que actúan en la acumulación de grasa bajo diversos detonantes. Sin embargo, más allá de los genes, los hábitos en estilo de vida, también se heredan. Es así que el sobrepeso y la obesidad se convierten en el resultado multifactorial de diversos mecanismos al interior y exterior del organismo.

Otros factores globales considerados por la OMS son ciertos medicamentos y enfermedades, la edad y los ciclos de sueño. Padecimientos como el hipotiroidismo, el síndrome de Cushing (una afección en la que las glándulas suprarrenales), el ovario poliquístico, la depresión y la ansiedad pueden favorecer el aumento de peso. Por otra parte, a medida que se envejece, se pierde masa muscular y esto disminuye la velocidad en la que el cuerpo quema calorías. Finalmente, muchos estudios han comprobado desde diferentes frentes, como los variables ciclos de sueño alteran el peso. El sueño mantiene un equilibrio saludable entre la hormona que nos hace sentir hambre (la grelina) y la que provoca saciedad (la leptina). Cuando no se duerme lo suficiente, la concentración de grelina aumenta y la de leptina disminuye. El resultado: más apetito. Con todas estas variables en juego, las dietas de "boca en boca" suelen ser poco efectivas a largo plazo e incluso dañinas si no se conoce la historia completa de la persona con exceso de peso y los factores que han determinado esta condición.

MÁS CONSECUENCIAS

En un estudio publicado el año pasado en The Lancet, encabezado por científicos del Colegio Imperial de Londres y que incluyó a individuos de 186 países, se calculaba que en el mundo existen más de 640 millones de personas que padecen obesidad. Las consecuencias más claras del peso fuera de los rangos considerados aceptables bajo los estándares internacionales son el aumento de ciertas patologías, como las enfermedades cardiovasculares (principalmente las cardiopatías y los accidentes cerebrovasculares), la diabetes, los trastornos del aparato locomotor (en especial la osteoartritis, una enfermedad degenerativa de las articulaciones muy discapacitante), y algunos tipos de cánceres, como endometrio, mama, ovarios, próstata, hígado, riñones y colon.

Pero con esta lista no se acaba la historia. Existen otras consecuencias ligadas a la obesidad en diversas etapas de nuestra vida, incluso cuando aún estamos en el vientre materno. Un ejemplo de esto son recientes investigaciones del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano en EU que detectaron que los niños de madres obesas tendían a presentar más fallas en las pruebas de habilidad motora fina, la capacidad de controlar el movimiento de los músculos más pequeños, como la de los dedos de las manos. Por otra parte, los hijos de padres obesos eran más propensos a fallar las medidas de competencia social, y aquellos nacidos a parejas extremadamente obesas también eran más propensos a fallar las pruebas de resolución de problemas.

Para los especialistas, como la líder del estudio, Edwina Yeung, aún no se sabe por qué la obesidad de los progenitores podría aumentar riesgo de los niños para retraso en su desarrollo. Una posibilidad detectada en los estudios en animales es que la obesidad durante el embarazo puede promover la inflamación afectando el cerebro del feto.

Otros problemas se pueden detectar también en otras etapas del desarrollo de una persona obesa. Según reportes de la Sociedad Radiológica Norteamericana, los adolescentes obesos son más propensos a desarrollar daños irreparables en huesos.

Pero, ¿una silueta robusta es el único indicador de que hay riesgos para enfermedades crónicas por exceso de grasa? En un reciente estudio de la Universidad de Auckland se hace mención de la importancia de considerar el exceso de grasa en personas que aparentan un "peso normal", pero que manifiestan problemas metabólicos en el organismo por factores como la acumulación excesiva de tejido adiposo en ciertas partes del cuerpo, como el abdomen.

Al parecer sólo alrededor del 14% de la población mundial tiene la cantidad adecuada de grasa en su cuerpo. La falta de una cultura de ejercitación y otros factores, han provocado que la acumulación de los niveles no saludables de grasa contribuya también a provocar riesgos similares de quienes luchan con el peso en forma más evidente. En este grupo también se encuentran personas que difícilmente serán diagnosticadas con riesgo metabólico porque incluso los biomarcadores tradicionales, como triglicéridos y colesterol pueden no presentar un cambio significativo. Un grupo de investigadores en nutrigenómica y obesidad de la Universidad de las Islas Baleares ha encontrado que otros individuos considerados en este grupo son quienes presentan un fenotipo asociado a una deposición anómala de grasa en algunos órganos, como el hígado.

POSIBLES TRATAMIENTOS

Según datos de la OMS cada año fallecen alrededor de tres millones de personas adultas a consecuencia del exceso de peso. Cuando hay pocas posibilidades de bajar de peso mediante dietas y ejercicio, y prevalecen riesgos por enfermedades asociadas, las intervenciones quirúrgicas han demostrado ser opciones viables para el control de peso excesivo; sin embargo, las investigaciones más recientes buscan centrarse en nuevos tipos de tratamientos que faciliten el proceso. Un ejemplo son los estudios relacionados en torno al microbioma de una persona, las relaciones entre comunidades microbianas y genes.

El farmacólogo de la Universidad de Vanderbilt (EU), Sean Davies, es uno de los más reconocidos investigadores sobre la modificación de bacterias. Su equipo ha modificado una cepa de E. Coli para que produzca un compuesto supresor del apetito que normalmente segregan los intestinos. El panorama de diseño de bacterias terapéuticas es prometedor no sólo para tratar la obesidad, sino otros padecimientos, pero aún se están trabajando en mecanismos a prueba de fallas, pues a la ingeniería genética le falta conocer más sobre los microorganismos que nos habitan.

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Escrito en: obesidad peso, grasa, exceso, obesidad

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