Hasta la fecha no tiene buena cara la salud mental ni en nuestro estado ni en el país. Una de los indicadores más palpables -pero para nada el único- es el cierre de 2016 con más suicidios desde que se lleva un registro de éstos; sin embargo es tan solo una de las ventanas en las que nos asomamos. Menos atención y seguimiento se le da al inmenso problema del consumo de alcohol y otras drogas, el alto porcentaje de madres adolescentes que se embarazaron teniendo problemas con el consumo de alcohol y otras drogas; ni qué decir de la violencia en todos los estratos sociales, políticos, jurídicos, económicos... padecemos de un fuerte problema de ética generalizado desde la cuna, no sabemos respetar.
¿Usted qué piensa si en una publicación científica aseveran que el 100% de los seres humanos, a lo largo de su vida, suelen padecer diversas enfermedades físicas? ¿Qué tal si por otro lado le decimos que lo mismo pasa con las enfermedades mentales? ... No estoy mintiendo y no vale la pena curarse en salud; el problema es que los padecimientos mentales están estigmatizados, pero todos somos vulnerables al estrés y al sufrimiento tanto de la vida cotidiana como de eventos desafortunados, además de muchas otras causas de origen genético, enfermedades o accidentes que hayan afectado el funcionamiento cerebral, además de nuestra historia personal.
También desde los profesionales de la salud mental hay un cambio de enfoque, finalmente no es suficiente estar detectando, diagnosticando y brindando tratamiento... ese modelo ha resultado inoperante y disfuncional, muy costoso y eficaz para un grupo de padecimientos pero aparatoso y burocrático para enfermedades mentales leves.
Durango capital cuenta con una buena infraestructura pero no abundante para brindar tratamiento psiquiátrico y psicoterapéutico. Lo cual resulta una mala combinación con una población que aún se encuentra renuente ante la indicación de llevar tratamiento en un servicio de salud mental; con sólo decirle que uno de cada cinco ciudadanos que son detectados por intento de suicidio acuden a la referencia que se les hace por los servicios de urgencias.
A su vez el Instituto de Salud Mental del Estado de Durango (ISMED), ha logrado conformar un diagnóstico en conjunto con INEGI, a partir de la delimitación de los perfiles de las personas que se suicidaron así como las que se detectan por intento de suicidio en el municipio de Durango, incluso ubicándolas en un mapa digital por sexo, edad, ocupación y estado civil entre otras; lo cual permite vislumbrar la implementación de nuevas estrategias de prevención mucho más oportunas y rentables. Esperemos que la nueva administración estatal apoye esta iniciativa, de lo contrario seguiremos quedándonos muy cortos envueltos en una cortina de humo.
Es tiempo de acercarnos a la salud mental como otra aérea de la salud, dentro de la cual para evitar enfermedades graves todos tenemos responsabilidad; los niños son prioridad y no sólo para sus familias, todos a trabajar para servir desde nuestra trinchera, menos canibalismo económico en todos los sectores, inversión y coordinación en deporte y cultura.
Tan solo hay que asumir que si vivimos en un contexto en el que todos estamos sometidos a estrés y sufrimiento, que varios de los indicadores de desarrollo no tienen congruencia con el desarrollo humano y la calidad de la crianza de las nuevas generaciones; por lo tanto es tiempo de generar mejores condiciones comunitarias y dejar de ser negligentes cuando presentamos síntomas de enfermedades mentales.