¿A dónde vamos a parar?
Violencia genera más violencia, esto se ha repetido hasta el cansancio, pero también es cierto que la falta de información oportuna causa incertidumbre, duda y por consecuencia caos.
De ninguna manera son aceptables las acciones de personas organizadas que afectaron comercios formales, que proporcionan fuentes de empleos a miles de familias y que bajo el pretexto de un alza de la gasolina causaron destrozos y pérdidas millonarias.
Ningún acto de violencia es aceptable; sin embargo, tampoco es aceptable que no se informen oportunamente los argumentos para tomar una política pública que se aplicará.
El problema no es el aumento de la gasolina, sino la cascada de aumentos que traerá consigo, no solo de la canasta básica, también de miles de productos, y no sobra decir que todo se transporta y por consecuencia, al aumentar la gasolina, el diésel y los combustibles en general, el aumento es inminente.
Por otra parte, el enojo social real, no el manifestado por los grupos de choque o de presión manipulados por intereses oscuros, es básicamente por tanto acto de corrupción que se ha ventilado a la luz pública y nada ha pasado, solo se siguen las investigaciones, se ofrecen recompensas y más, pero en la realidad no se ha castigado ejemplarmente a nadie por tanto despilfarro de recursos públicos, que de alguna manera han ido arrastrando la afectación a la sociedad.
Los actos de corrupción sin castigo no son de ahora, son de antaño y mientras no se ponga un alto y se tomen medidas que le den la seguridad a la población de que las cosas se están haciendo conforme a derecho, el descontento y el enojo social continuarán.
Todo lo anterior aunado a la relación difícil que se vislumbra con el vecino país del norte, donde un día sí y el otro también, el aun presidente electo, ha lastimado, agredido y menospreciado a los mexicanos, y en menos de dos semanas tomará las riendas del país más poderoso del mundo.
Un panorama difícil para los próximos meses tenemos los mexicanos, pero si dejamos que la adversidad y que esos grupos con intereses oscuros invadan de miedo y caos a la población será motivo de nuestra propia desgracia.
La ley no se negocia, se aplica.
. . . puede ser que sí, puede ser que no, lo más seguro es que quien sabe, pero. . . dice el dicho que el que nada debe nada teme, entonces por qué se ampararon, y todavía andan tan "campantes" en las calles y restaurantes de nuestra ciudad capital de Durango, si algo hicieron mal, que lo paguen.
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