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Violencia, cada día sin límites

'Hay una rabia de fondo que no se puede articular en quejas, en palabras, y que de repente aparece'

Violencia, cada día sin límites

Violencia, cada día sin límites

ELIA BALTAZAR

El pasado 18 de enero un estudiante de secundaria abrió fuego en contra de sus compañeros y su maestra, en el salón de clases de un colegio privado de Monterrey, Nuevo León. Luego el joven, de 15 años, cargó el arma de nuevo y se disparó. Falleció por muerte cerebral.

Frente a este episodio, inédito en México, las autoridades reactivaron el operativo "Mochila Segura" en las escuelas para revisar las pertenencias de los estudiantes, como medida de prevención.

Sin embargo, de nuevo colocaron como "sospechosos comunes" a Internet, las redes sociales y los videojuegos, señalándolos como responsables de alentar actos violentos mediante la difusión de imágenes o mensajes.

Pero "la violencia es un fenómeno complejo", afirma la doctora Feggy Ostrosky, directora del Laboratorio de Psicofisiología y Neuropsicología de la UNAM.

"La agresión es innata en el ser humano, tiene un componente biológico que compartimos con otros mamíferos. Pero la violencia es aprendida y se distingue porque hay la intención de causar un daño físico o psicológico a otros seres humanos. Eso es lo que nos está sucediendo", afirma.

‘JUSTICIA POR PROPIA MANO’

Desde hace una década, cuando comenzó la ofensiva contra el narcotráfico que emprendió el entonces presidente Felipe Calderón, el país ha recorrido casi todo el catálogo de la violencia: enfrentamientos armados, secuestros y asesinatos colectivos, feminicidios, fosas clandestinas, cuerpos mutilados, degollados, calcinados y hasta deshechos en ácido.

"Reconocemos que la violencia llegó hace 10 años, pero México ha sido un país violento siempre, con un grave problema de debilidad del Estado de derecho, así como de impunidad", dice Francisco Javier Rivas Rodríguez, director del Observatorio Nacional Ciudadano de Seguridad, Justicia y Legalidad (ONC), una organización civil especializada que promueve políticas y acciones en la materia.

Pero la violencia no sólo encarna en los grupos del crimen y la delincuencia, o en los excesos de las fuerzas del Estado como las policías y el Ejército. Cada vez son más recurrentes los episodios de "justicia por mano propia" que involucran a los ciudadanos.

Ejemplos de lo anterior son los llamados "justicieros", los linchamientos y hasta los saqueos colectivos que ocurrieron a principios de enero, como supuesta reacción social al incremento en los precios de la gasolina.

"Hay una rabia de fondo que no se puede articular en quejas, en palabras, y que de repente aparece", dice el doctor Pablo Fernández Christlieb, psicólogo social. Sin embargo, advierte que para él estos no son actos de violencia, sino de resistencia colectiva, aunque mal articulada.

"La violencia viene de cualquier tipo de poder hacia abajo, pero esto que pasa, desde las autodefensas hasta los saqueos, uno podría llamarlo resistencia, aunque inarticulada", dice.

La falta de articulación de estas acciones colectivas, explica, se debe a dos razones: el descreimiento absoluto de las formas institucionales de política y el pensamiento que propician las redes sociales. "Es un pensamiento que no es capaz de ir más allá de 140 caracteres y así es muy difícil articular una resistencia".

Rivas concede que movimientos como las autodefensas nacieron de manera legítima, frente a un Estado incapaz de defender a los ciudadanos. Pero aclara que fenómenos como los "justicieros", los linchamientos o los saqueos colectivos son delitos, al final de cuentas. Pero "no entendemos lo malo de que existan este tipo de acciones", afirma.

"Es entendible que una persona que es víctima de delito tenga un enojo y se defienda, es justo que se defienda. Pero no es lo mismo perseguir y balear por la espalda", dice Rivas a propósito de los llamados "justicieros", que considera un término mal entendido.

"No son justicieros, son personas que realizan una acción que es ilegal. Le rascas un poquito y en realidad quienes cometen la mayor parte de estos actos son delincuentes que protegen sus zonas de trabajo".

Pero Ostrosky advierte que si bien se trata de un delito, éste ocurre porque el Estado no ha cumplido su obligación de garantizar la seguridad de sus ciudadanos. "No es una interacción social fructífera, porque se trata de la Ley del Talión, pero el Estado no está cumpliendo sus funciones".

DESCONFIANZA A LAS AUTORIDADES

Rivas considera que detrás de estos fenómenos está la desconfianza hacia las autoridades. "La corrupción, la negligencia y la impunidad ha ocasionado que los ciudadanos no confíen en las instituciones, que la ley sea mera referencia porque la autoridad no hace nada por hacerla cumplir".

En todos los ámbitos, dice Rivas, pero particularmente en el tema de justicia, "tenemos políticas de simulación y acciones de simulación".

Fernández coincide en que en el país hay un "clima de impunidad" que abona en la creencia de que cada quien puede hacer lo que quiera, sobre todo si tiene poder", dice.

Como resultado, explica, prevalece este "mal humor social" del que habló el presidente Enrique Peña Nieto.

"Claro que los mexicanos estamos enojados y el gobierno sigue sin entender por qué o no lo quiere entender", advierte Rivas. "No quiere entender que hay un problema que tiene que ver con la falta de políticas de austeridad y rendición de cuentas", dice.

Este mal humor social no pasará pronto y seguramente el país seguirá siendo testigo de estos actos colectivos que tal vez deriven o no en violencia, quién sabe, dice Fernández.

"En todo lo que tiene que ver con movimientos espontáneos de masas, de multitudes, lo único que uno sabe es que se va a equivocar porque tienen la característica de que son afectivos: no pasan por el discurso, por el lenguaje, y no puede decirse, por lo tanto, que siguen alguna lógica".

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"La violencia es aprendida y se distingue porque hay la intención de causar un daño físico o psicológico a otros seres humanos. Eso es lo que nos está sucediendo".

— Dra. Feggy Ostrosky, Directora del Laboratorio de Psicofisiología y Neuropsicología de la UNAM

Factores de riesgo

Para comprender el fenómeno de la violencia, hay que distinguir entre la violencia individual y colectiva, que involucran factores de riesgo individual, familiar y social, explica la doctora Feggy Ostrosky, directora del Laboratorio de Psicofisiología y Neuropsicología de la UNAM.

Entre los factores sociales identifica los medios de comunicación y el internet. Pero aclara que éstos por sí mismos no causan violencia, aunque sí desestabilizan cuando la persona está expuesta mucho tiempo a programas en donde se observa violencia y agresión.

Un efecto de la exposición constante a la violencia es la falta de empatía, que es parte de la interacción social, explica. "Tenemos áreas del cerebro que reaccionan a la empatía y hacen que te duela el dolor del otro".

El problema, dice, es que esa habilidad se tiene que cultivar, "pero cuando ves estos programas intensos de violencia o los videojuegos de violencia te vas desensibilizando ante la violencia y ya no te duele tanto el dolor del otro".

Pero en el caso de la violencia colectiva sucede un fenómeno de identificación con el grupo. "No hablamos de individuos enfermos, como los que yo trato, que son casos de psicopatía, por ejemplo".

En la violencia colectiva ocurre que el individuo, en grupo, pierde sus factores inhibitorios de socialización y responde al impulso de la masa. "Como cuando vas al futbol y gritas", dice. De la misma manera, explica, en los actos de violencia colectiva la gente se suma, a veces sin saber por qué, a golpear, linchar o robar.

Pero para que eso ocurra, hay que pasar por etapas, "y las autoridades deberían saber eso para poder actuar a tiempo", dice Ostrosky.

Explica que hay un inicio, un evento que precipita todo y que pone a prueba tus valores. Allí el individuo decide si se suma o no al grupo. Para muchos es difícil contenerse porque la energía del grupo se contagia.

Para que ocurran estos episodios de violencia colectiva, los individuos pasan por un proceso. "No ocurre nada más así", dice. Antes debió haber un malestar: "la vida está mal, no me va a ir bien". También la percepción de que algo o alguien nos pone en riesgo, que activa la confrontación.

Como en el caso de los linchamientos, dice. "Hay el rumor de que un agente externo quiere hacernos daño y entonces la comunidad ataca, viene la confrontación".

Es precisamente antes de que el rumor de la amenaza encienda la confrontación que las autoridades deberían actuar para abortar ese proceso, afirma. "Tú no robas si tienes miedo de las consecuencias. Te da culpa. Pero en grupo los individuos pueden despojarse de sus propios valores y asumir los del grupo", explica en referencia a los episodios de saqueos colectivos.

Pero las autoridades pueden prevenir que un evento precipitador derive en confrontación si actuaran a tiempo. "Si supieran tantito de psicología social sabrían en qué momento actuar. Pero el problema es que siempre se quedan cortitas", dice.

Buscan jóvenes crear conciencia

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La noche del 18 de enero, con la Ciudad aún en shock por lo ocurrido en el Colegio Americano del Noreste, un grupo de jóvenes se reunió en la casa de uno de ellos para reaccionar a la tragedia.

Ahí nació "Más que un click", proyecto social que ayer sábado tuvo su primera actividad pública, una serie de conferencias sobre cohesión social, redes sociales y jóvenes.

Frente a lo ocurrido, había que hacer algo, cuenta Juan José Martínez, profesor de liderazgo en la UDEM.

Así, tras esa reunión realizada apenas unas horas después de que un adolescente hirió con un arma de fuego a tres compañeros, a su maestra, y se suicidó, Juan José comenzó inmediatamente a reunir voluntarios para su iniciativa.

Lo que se busca, explica el profesionista de 31 años, es crear conciencia en la comunidad, para que, a partir de ahí, se generen acciones informadas que vayan más allá de dar likes, retuits o compartir en redes sociales.

"Queremos restar la desinformación en redes", explica el comunicólogo.

Las conferencias, de entrada gratuita en el Auditorio San Pedro, estarán a cargo de cuatro académicos de la comunidad: el especialista en educación, Jesús Amaya; los investigadores en comunicación y redes sociales, Manuel Yarto y Mario Nieves, y el director del Centro de Estudios para el Bienestar en la UDEM, Luis Portales.

Después de recibir la información sobre éstos y otros temas que dicte la agenda mediática, la estrategia es que cada asistente elabore un plan de acción en sus respectivas comunidades, explica Juan José.

Estas acciones pueden ser en una escuela, en una colonia o en el hogar. Pero hay que reaccionar con celeridad, comenta.

"Tenemos que aprovechar la fuerza que genera el tema en boca de todos en no más de 10 días, porque en 10 días se sale de la agenda mediática", señala.

Rafael Siller, de 29 años, fue uno de los jóvenes reunidos aquella noche de emergencia. Para el también profesor de liderazgo en la UDEM esto puede ser el "empujoncito" que necesitan algunas personas para emprender un cambio social.

"Me catalogo en esa parte de la sociedad que nadamás estaba harta y lo decía en redes sociales, pero hasta ahí, y luego seguía con mi vida". (Agencia Reforma)

"La corrupción, la negligencia y la impunidad ha ocasionado que los ciudadanos no confíen en las instituciones".

— Javier Rivas R., Observatorio N. Ciudadano

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