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¿Por qué esos niveles de violencia?

PADRES E HIJOS

¿Por qué esos niveles de violencia?

¿Por qué esos niveles de violencia?

IGNACIO ESPINOZA GODOY

Aunque el incidente registrado en un colegio de Monterrey, Nuevo León, ocurrió hace ya casi dos semanas, aún no deja de conmocionarnos y sorprendernos, además de causarnos cierta sensación de frustración e impotencia por no poder hacer mucho cuando se suscitan eventos de esa magnitud, que nos hablan de que algo no estamos haciendo bien como padres o, peor, que algo hemos dejado de hacer para que podamos ser testigos de hechos que ponen al descubierto la falta de atención que tenemos sobre nuestros hijos para que estos actúen con tal sangre fría.

Nos duele observar, como progenitores y como parte de la sociedad, que haya jovencitos (el autor del incidente tenía 15 años) que sean tan fáciles de manipular por pseudo amigos, para lo que se valen de las redes sociales, en lo que denominan grupos restringidos en su acceso y a través de los que planean actividades propias de delincuentes, ya que no se le puede llamar de otra manera cuando se ponen de acuerdo para perpetrar una escena criminal dirigida contra una maestra y varios de sus compañeros que convivían tranquilamente en un salón de clases, sin saber lo que sucedería esa mañana, en un día como cualquier otro.

También nos duele, por supuesto, que, como padres de familia, desconozcamos quiénes son los amigos o amigas de nuestros hijos, qué contenidos comparten a través de las redes sociales, a tal grado que por esta vía se desafíen para llevar a cabo una masacre que, afortunadamente, no arrojó los resultados que se esperaban conforme al plan original ideado por los adolescentes. Si no, amable lector, la tragedia hubiera sido más grave de lo que de por sí fue cuando nos enteramos de la triste noticia que sacudió al país completo.

Todavía a estas alturas, a un par de semanas de lo ocurrido, muchos padres de familia aún nos preguntamos qué puede motivar a un adolescente para causar daño de esa magnitud a quienes conviven con él diariamente desde hace varios años, cuál puede ser el aliciente que empuje a un jovencito a pretender quitarle la vida, además, a una maestra tan joven (24 años), que cumplía con dedicación su encomienda de enseñar a sus alumnos no sólo los contenidos de programas, sino que también les transmitía valores morales esenciales para hacer de estos menores de edad personas de bien.

Lo anterior me lleva a la reflexión de que tan ocupados estamos los padres de familia por trabajar todo el tiempo con la finalidad de llevar lo necesario para el sustento de los hijos, que descuidamos el aspecto de la atención de sus necesidades afectivas, de amor, del interés que debemos tener en todo lo que hacen, pues de otra manera buscan suplir esas carencias emocionales a través de distractores con los que en ocasiones provocan daño a terceras personas que no siempre, necesariamente, tienen relación con ellos pero que finalmente están en el lugar y el momento equivocados.

Si bien en la actualidad se recomienda que los padres de familia escudriñemos en los teléfonos de los hijos y en las redes sociales sobre sus actividades y las "amistades" que tienen por estos medios, en lo personal soy de la idea que no se debe llegar a esos extremos ya que si aplicamos ciertas reglas al interior de los hogares y les inculcamos valores morales, empezando nosotros poniendo el ejemplo en su observancia, no debemos tener mayores problemas en su conducta y, sobre todo, en su aprovechamiento académico, aunque eso no significa forzosamente que debemos relajarnos y despreocuparnos por todo lo que ven y manejan a través de internet.

Para ello, los padres debemos fijarles horarios y normas de uso tanto del celular como de otros dispositivos móviles y fijos, para que sepan que dichas reglas se deben acatar al pie de la letra, al tiempo que debemos estar al tanto de su forma de conducirse dentro y fuera de la casa, de tal manera que si notamos un cambio en su comportamiento debemos abordar inmediatamente el problema para que éste no vaya a crecer por una falta de atención de nuestra parte, ya que puede ser el inicio de un conflicto mayor.

Nadie desearía que alguno de sus hijos fuera víctima ni, mucho menos, victimario, dentro o fuera de la escuela, por lo que resulta de vital importancia y urgente estar más al pendiente de las diferentes actividades que realizan todos los días nuestros vástagos, una medida preventiva que nos podría ahorrar muchos dolores de cabeza si aspiramos a gozar de un ambiente de armonía y tranquilidad en nuestros hogares.

Claro que no es sencillo investigar y hurgar en la vida de nuestros pequeños y adolescentes, pero bien valdría la pena echarle un vistazo, de vez en cuando, al historial de las páginas de internet que usan nuestros hijos, así como abrir más los ojos y prestar más atención a lo que dicen y hacen, pues de esta manera podemos estar más alerta en cuanto a su comportamiento y prevenir un incidente que podrían sufrir directa o indirectamente.

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