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PADRES E HIJOS

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IGNACIO ESPINOZA GODOY

En la actualidad, con tantos conflictos del orden familiar que observamos en nuestro alrededor, aparte de los que nos enteramos a través de los diversos medios de comunicación, muchos progenitores nos autocuestionamos si en verdad estamos contribuyendo en nuestro entorno, dentro del hogar, para que nuestros hijos no vayan a ser víctimas de los peligros que les acechan una vez que los dejamos en la escuela o, simplemente, cuando se van a dar la vuelta con sus amigos o amigas, un ámbito este último en el que los progenitores debemos estar muy en alerta.

Aunque en este espacio se ha hecho un llamado reiterado a que los padres de familia nos mantengamos siempre con las antenas bien desplegadas, en movimiento constante, para detectar un posible riesgo en el que los hijos podrían estar involucrados, siempre, la mejor herramienta de la que podemos disponer es la comunicación permanente, de la cual sólo podemos echar mano si buscamos un acercamiento cotidiano con nuestros pequeños, adolescentes y adultos, sin dar por sentado que todo marcha bien, que no les pasa nada mientras los tengamos cerca o a la vista.

Creo que éste sería un error garrafal en el que estaríamos incurriendo los progenitores al dar por hecho que nuestros hijos están blindados de los peligros que les rodean fuera del hogar, por lo que no está por demás que estrechemos ese vínculo de comunicación que debemos tener siempre abierto ante lo que puede ocurrirles a nuestros vástagos cuando no les tenemos a la vista, de ahí que los más recomendable es dedicarles más tiempo para conocer cómo es su desempeño en la escuela y cómo se relacionan con sus compañeros y amigos, con lo que tendríamos un panorama más amplio sobre su entorno y las posibles amenazas sobre su integridad física, emocional y moral.

Mucho se ha hablado sobre la necesidad de que los padres de familia debemos dedicarles a nuestros hijos el mayor tiempo de calidad posible, lo anterior tomando en consideración que en los tiempos actuales, debido a las dificultades económicas para solventar los satisfactores básicos, ambos progenitores se ven en la obligación de trabajar para que no falte nada en el aspecto material, con lo que, si bien, se vuelven en buenos proveedores, se descuida la vigilancia y se deja menos tiempo para la convivencia con los vástagos, situación que deriva en ocasiones en sentimientos encontrados que experimentan los hijos al percibir que falta más atención para reforzar su relación con sus padres.

Ante este panorama, los padres nos ubicamos entre la espada y la pared, pues si bien, la convivencia diaria con todos los integrantes de la familia es fundamental para mantener un ambiente de armonía y que permite conocer cómo marcha la vida de cada uno de ellos, con sus inquietudes, problemas y aspiraciones, entre otros aspectos, también se requieren mayores ingresos económicos para subsanar las diversas necesidades del orden material y que sería muy difícil cubrir sólo con las percepciones financieras de uno solo de los progenitores, por lo que la decisión de éstos se inclina hacia el sacrificio del tiempo que se le debe dedicar a la familia por el que se destina para un empleo que les permita tener un mejor nivel de bienestar en el plano económico.

Por ello, la mayoría de los progenitores se ven obligados a sacrificar ese tiempo que se debería ocupar en la convivencia con los hijos y entre los mismos esposos, en aras de gozar de un mejor estatus económico, aunque para ello se relegue a un segundo término el reforzamiento de la relación que se debería estrechar, todos los días, con nuestros vástagos, procurando, hasta donde sea posible, estar más cerca de ellos, para conocer con más detalle sus preocupaciones, sus gustos, sus necesidades de afecto, de cercanía con nosotros como sus guías, para de esta manera saber cómo conducirlos por el sendero que les tocó recorrer en esta vida y para lo cual siempre deben contar con nuestro apoyo incondicional.

Podrá haber muchos argumentos, excusas y hasta justificaciones para no destinar algo de nuestro valioso tiempo para los hijos; sin embargo, permítame decirle, amable lector, que el tiempo que les dediquemos a nuestros vástagos será el mejor invertido, pues finalmente para ellos trabajamos arduamente todos los días; para ellos laboramos hasta tiempo extra, con tal de experimentar la satisfacción del deber cumplido y tener estabilidad económica que nos permita ofrecerles el mejor nivel de bienestar posible.

Entonces, estimado lector, si uno de los objetivos más importantes que nos fijamos cotidianamente, al levantarnos, es luchar por que a nuestra familia no le falte nada en los diferentes aspectos, no debemos perder de vista que no todo se relaciona con el factor económico, con el dinero que llevemos al hogar para satisfacer sus necesidades básicas, sino que también debemos velar por su seguridad y estabilidad emocional y afectiva, y esto sólo se podrá lograr en la medida que a la pareja y a los hijos les dediquemos su tiempo y su espacio, para afianzar más los vínculos que nos unen, pues sólo de esta manera podemos seguir adelante unidos, destinándoles tiempo de calidad.

Escrito en: Padres e hijos tiempo, hijos, nuestros, progenitores

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