¿Canciller o gatillero de Donald Trump?
Más que responsable de la política exterior mexicana y, en su tiempo, de la hacienda pública nacional, Luis Videgaray Caso parece un gatillero de Donald Trump, ya que ha estado presente en cada una de las principales agresiones del nuevo presidente hacia México y los mexicanos. De hecho, también ha sido parte de otras agresiones de su jefe Enrique Peña hacia su propio pueblo. Ese es su triste papel.
Hoy, se le identifica como un enlace servil entre los intereses personales de Peña Nieto para quedar bien con su homólogo Trump, sin detenerse a considerar por un minuto lo que esto afecta a nuestro país; de hecho, su manejo preferencial hacia los Estados Unidos podría interpretarse como una alta traición a la patria.
Siendo aún titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray fue artífice de aquella visita "non grata" de Donald Trump a Los Pinos, el pasado 31 de agosto. En ese entonces, era todavía candidato a la presidencia de Estados Unidos y fue recibido por Peña como si ya fuera un jefe de Estado. Es más, Trump se dio el lujo de darle órdenes, sin modos diplomáticos de por medio, respecto al muro fronterizo y otros temas. No se trató de un encuentro entre dos políticos, sino entre un superior y un subalterno.
Esos desplantes de Trump en suelo nacional y la permisividad de su blandengue anfitrión indignaron tanto a la sociedad, que Peña fue objeto de las más severas criticas en toda su administración y tuvo que solicitarle su renuncia a Videgaray, su más cercano colaborador, su hombre de confianza, a quien, en apariencia, se le dio sepultura politica.
Luego, tan pronto como ganó Donald Trump la presidencia de Estados Unidos ante Hillary Clinton, Peña Nieto "revivió" a Videgaray Caso y lo nombró secretario de Relaciones Exteriores, en sustitución de Claudia Ruiz Massieu. La llegada de Videgaray a la SRE y la extradición del capo Joaquín Guzmán Loera fueron considerados los dos primeros regalitos del gobierno de este lado al de los Estados Unidos.
Y si Videgaray había actuado con absoluta sumisión hacia Trump desde antes, apenas hace tres días algunos medios de comunicación de allá, como la cadena televisiva CBS y el diario The Washington Post, dieron a conocer que fue el mismo Videgaray quien colaboró en la redacción del discurso de Trump el día que dio la orden ejecutiva para construir el muro en la frontera con México a lo largo de 3 mil kilómetros, cuando ratificó que ese proyecto "no era una broma".
De acuerdo a la información revelada por estos medios en inglés, Videgaray en todo momento cuidó las formas para "suavizar" el discurso y no afectar más la deteriorada imagen de Peña Nieto ante sus gobernados, algo que ya les fue imposible.
De Trump podría entenderse, sin mínimamente justificarlo, que se presente como el "devorador de los mexicanos", pero el que Peña y Videgaray le sigan el juego y aun le ayuden, es claramente inaceptable. ¿A cuál amo quieren servir, entonces? ¿A su patria o a los intereses del extranjero?
La cadena CBS sostuvo que Luis Videgaray invirtió casi siete horas en reblandecer -si bien no se cree que le hayan dado "manga ancha"- el discurso de Donald Trump, bajo la supervisión de Jared Kushner, quien es yerno del mandatario, un hombre sin experiencia en política exterior, pero convertido hoy, gracias a su suegro, en influyente contacto con presidentes, ministros y embajadores de cuando menos veinte naciones. Es una especie de Secretario de Estado engañoso.
Al igual que sucedió en esa vista de Trump a México, hoy Luis Videgaray niega su involucramiento en la elaboración de la línea discursiva respecto a la construcción del muro. Nadie se lo creyó, como tampoco cuando afirma que el contenido de la llamada entre ambos presidentes para amenazar a México no se dio en esos términos. Se sabe que Trump habló con Peña, nada amigablemente, y le avisó que, si no podía controlar a sus gentes, él enviaría tropas para combatir a los cárteles de las drogas. Esa versión la misma Casa Blanca lo confirmó. Es decir, Luis Videgaray siempre lanza la piedra y esconde la mano.
En cualquier otro régimen, la renuncia al cargo de Videgaray sería segura; no tiene defensa, pero en México el presidente es su amigo y, por lo visto, le solapará esta y otras faltas, pese a los perjuicios que pueda ocasionarnos. Este gran país no merece tan ruines tratos en lo oscurito.
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