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Protección contra el acoso escolar

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Protección contra el acoso escolar

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IGNACIO ESPINOZA GODOY

Aunque el acoso escolar (más conocido como "bullying") es un fenómeno que desde hace décadas se registra en nuestro país, al parecer, en la actualidad ha cobrado más fuerza, por lo que los padres de familia debemos estar muy atentos ya que nuestros hijos podrían ser víctimas en este momento y tal vez ni siquiera nos hemos dado cuenta, de ahí que convendría estar al pendiente de cualquier señal que nos manden nuestros pequeños y pequeñas en caso de que notemos algún cambio en su comportamiento, pues no siempre expresan lo que les acontece en el ámbito escolar.

Lo anterior viene a colación, estimado lector, en virtud de que en los años recientes se ha detectado que han aumentado sensiblemente los índices de acoso escolar, situación que evidencia una falta de atención y de vigilancia por parte de los padres de familia hacia los hijos, que en ocasiones el origen de su comportamiento no es más que un reflejo del ambiente de inestabilidad y violencia que presencian en sus mismos hogares y que más tarde reproducen en sus escuelas y cuyas víctimas terminan siendo los niños y niñas más débiles, aquellos y aquellas que son más vulnerables por diferentes circunstancias.

Y no obstante que en las escuelas se atienden los casos de niños y niñas que abusan de sus compañeros y compañeras, los padres y madres de los pequeños victimarios no siempre reconocen que existe un problema en la actitud y el comportamiento de sus hijos, por lo que el problema, lejos de resolverse, se complica más por la falta de interés de los progenitores responsables, quienes en ocasiones argumentan que sus vástagos no son los causantes de los conflictos, o también endosan la responsabilidad a los maestros y directivos escolares, quienes no deberían cargar con todo el peso de este tipo de incidentes para encontrar su solución.

En este contexto, los docentes y los directores de los planteles educativos se ven maniatados para proceder contra los niños y niñas que alteran el orden de sus aulas a través de las agresiones contra sus compañeros y compañeras, pues si no existe la disposición de los padres de familia involucrados en este tipo de problemas de conducta agresiva, difícilmente se podrán resolver esos conflictos que están impregnados de una fuerte dosis de violencia, injustificable desde el punto de vista que se le quiera ver, ya que en la escuela, por lo general, debe prevalecer un ambiente de convivencia y amistad entre iguales.

Sin embargo, ese ambiente de camaradería y cordialidad, a veces, se rompe debido a que algún niño, niña o adolescente transgrede las normas de convivencia con algún rasgo de violencia, lo que termina por lesionar la relación con sus compañeros, los cuales no siempre denuncian este tipo de conductas por temor a ser objeto de represalias más adelante, de tal manera que esta actitud de silencio sólo deriva en una sucesión de más actos de agresión por parte de quien presume tener el dominio y control de los demás, así que este clima de inseguridad prevalece hasta que una de las víctimas se atreve a señalarlo directamente ya sea a sus padres, a sus maestros o hacia los directivos escolares.

Por ello, amable lector, los padres de familia debemos estar muy atentos ante cualquier cambio de conducta que observemos en nuestros hijos, ya que podrían estar sufriendo un episodio de acoso escolar y quizá no lo hemos notado por diferentes razones, de ahí que se recomienda estar muy atentos a los mensajes silenciosos que nos podrían estar enviando nuestros pequeños y adolescentes, para de esta manera actuar en consecuencia y no esperar a que los problemas se agraven.

Una de las señales que nos podrían mandar los hijos, en caso de que sean víctimas de "bullying", es precisamente el silencio, es decir, si normalmente son alegres, muy expresivos, efusivos y extrovertidos por naturaleza, y de repente se convierten en personas calladas y se aíslan en sus habitaciones, podrían estar sufriendo un caso de acoso escolar u otro problema, incluso, más fuerte, por lo que lo más recomendable es abordar inmediatamente la situación y buscar el acercamiento con los vástagos, para conocer el verdadero motivo de su cambio de actitud.

Tal vez podría tratarse de un caso de abuso contra su integridad física o emocional que esté perpetrando alguno de sus compañeros o compañeras o también, en un caso extremo, podría ser un caso de consumo de drogas, una situación que no puede ni debe descartarse, en virtud de que los menores de edad son blanco fácil para quienes se dedican a la venta de enervantes.

En cualquiera de los casos, los padres y madres de familia tenemos la ineludible obligación de estar atentos a la conducta de nuestros hijos e hijas, ya que -al menos en teoría- sus progenitores somos las personas en quien más confianza deben tener ante cualquier amenaza, riesgo o peligro que los aceche, de ahí que debemos extremar la atención cuando percibamos cualquier señal de cambio en la actitud de los vástagos, y no esperar a que suceda algo grave por no atender oportunamente esos mensajes que nos envían nuestros hijos e hijas cuando realmente necesitan nuestra ayuda o apoyo.

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