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A Peña ya no le importa

Con/sinsentido

MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

El problema es que a Peña ya no le importa; tampoco a su equipo. Están tan seguros de que electoralmente nada pueden hacer para conservar el poder, que por eso se han descarado en sus perversiones. Sienten que su única posibilidad de mantenerse en la silla presidencial es activando, al mismo tiempo, todas sus artimañas y sus trampas. En ese sentido, el Estado de México y Coahuila fueron un experimento; una forma de ver hasta dónde aguanta la liga sin romperse.

Peña Nieto y su equipo ya no están gobernando, si por hacerlo entendemos determinar y ejecutar medidas que busquen impulsar un modelo de país. Hace ya demasiado tiempo que el Ejecutivo federal dejó de pensar en esos temas y se dedicó a cualquier otra cosa. Renunció de facto a presidir el país y a cumplir con sus famosos compromisos firmados ante notario, que deberían ser, a estas alturas, la principal bandera de su partido para conservar el poder.

Hoy en Los Pinos están conscientes de su fracaso como gobierno. Ya ni las cifras sobre la violencia y la inseguridad los ayudan a mantener la imagen de estar "moviendo a México" en dirección alguna. Cada mes el panorama se les enturbia más. No hay cartera rescatable. Se muestran inútiles hasta para arrinconar a la dictadura venezolana en la OEA, pues sus propios pecados los traicionan.

El mundo entero da fe del desastre del proyecto peñista. Los escándalos de corrupción sólo son superados por los relacionados con los derechos humanos. A los ojos de quienes nos observan desde el extranjero, lo que ocurre en México es simplemente inverosímil. Todo se simula, lo mismo un contrato para proveer a una empresa paraestatal que una investigación para dar con los asesinos de un periodista o un estudiante de una escuela normal.

Lo de Peña ya no tiene remedio. Su gabinete tiene tiempo, también, de haberse desvinculado de su mandato. Andan por la libre, cada uno se rasca con sus propias uñas; cada cual protege sus propios intereses. Ninguno responde al liderazgo de Peña porque éste no existe. Lo han abandonado en su frivolidad y en su profunda incomprensión de las cosas.

Peña "ya sabe que no vamos a aplaudir", está plenamente convencido de que "ningún chile nos embona", y la verdad es que ya no le interesa. Como nosotros, sólo espera que llegue el ansiado momento de entregar la banda presidencial para largarse a vivir de su pensión, lejos de las cámaras y los micrófonos que tanto lo han desnudado a lo largo de estos años.

Quizás su única preocupación real sea asegurarse de que, si lo van a investigar por sus múltiples errores y crímenes, sobre todo ahora que "se siente espiado", sea un Virgilio Andrade el que se haga cargo de tal labor.

Escrito en: Con/sinsentido Peña, México, conservar, tiene

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