Las otras vacunas para luchar contra COVID-19
Cuando a Luisa le preguntan si se pondría la vacuna del laboratorio CanSino Biologics, que acaba de autorizar la Cofepris en México, ella responde que si es una de las vacunas chinas, no lo haría. Su explicación es "que lo hecho en China está mal hecho".
La falta de confianza no es sólo producto de prejuicios y generalizaciones en nuestro país, la percepción de que el valor de una vacuna proveniente de China o Rusia es inferior, se encuentra más allá de nuestras fronteras.
La familiaridad con los nombres de grandes laboratorios occidentales les otorga más credibilidad; sin embargo, conviene leer los datos científicos con la misma lupa.
¿CONCURSO DE POPULARIDAD?
Jorge Ismael Castañeda Sánchez, miembro de la Sociedad Mexicana de Inmunología y de la Asociación Mexicana de Infectología y Microbiología Clínica Médica, afirma que seguramente en una encuesta a la población sobre las vacunas contra el SARS-CoV-2, la preferencia sería por laboratorios como Pfizer y AstraZeneca, pues las otras vacunas que están llegando, que son de laboratorios no tan grandes como los de estas compañías transnacionales, pareciera que son de mala calidad.
"La realidad es que todos los productos farmacéuticos pasan por estrictos controles en las fases clínicas de estudio y por mecanismos de regulación que en nuestro caso son atendidos por Cofepris. Esta certificación las avala, independiente del nombre o país del proveedor".
Hasta el momento, nuestro país ya cuenta con la aprobación para uso de emergencia de cinco vacunas contra el COVID-19. Las primeras en aprobarse fueron las de Pfizer y AstraZeneca, seguida por la llamada Sputnik V; recientemente se sumaron a la lista las vacunas de los laboratorios chinos CanSino y Sinovac.
A mediados de diciembre los desarrolladores de la vacuna Sputnik V, el Centro Gamaleya y el Fondo de Inversión Directa de Rusia, difundieron resultados sobre su vacuna y recientemente la revista The Lancet publicó resultados que muestran a la vacuna con una tasa de eficacia del 91.6 % con base en datos de 19 mil 866 voluntarios que recibieron la primera y la segunda inyección de la vacuna o un placebo. El esquema de dos dosis funciona con dos distintos tipos de adenovirus causantes del resfriado común (Ad26 y el Ad5), a los que se les incorpora el gen de la proteína espiga del SARS-CoV-2 para causar la inmunidad.
Una de sus ventajas es que la forma liofilizada (seca) de la vacuna permite almacenarla entre 2 y 8 grados. Hasta el momento, se tienen acuerdos de distribución de alrededor de 400 millones de dosis de esta vacuna en 17 países de Europa, Oriente Medio, África y América Latina. En enero se inició un ensayo de una vacuna de sola dosis, denominada Sputnik light, que buscaría proponer una solución más veloz a países con altas tasas de la enfermedad.
Por otra parte, a partir de noviembre pasado la vacuna china de CanSino Biologics empezó ensayos clínicos en nuestro país mediante una tercera fase que incluyó a 14 mil 425 voluntarios. Después de concluidas las pruebas, se solicitó la aprobación para uso de emergencia y también fue autorizada. La llamada AD5-nCoV fue creada por el Instituto de Biotecnología de Beijing y la farmacéutica CanSino Biologics. La vacuna consiste en incorporar la proteína espiga del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 a un virus desactivado (para que no se reproduzca, pero sí genere una respuesta inmunitaria) que funciona como vehículo.
Diseñada para ser administrada en una sola dosis de medio mililitro, se inyecta vía intramuscular en el hombro.
Recientemente el país recibió dos millones de dosis para ser envasadas en Querétaro, pero se espera que el país adquiera 35 millones de dosis en total. A mediados del año pasado esta vacuna fue aplicada a parte de la población china y los estudios reportan una eficacia del 65.7% para casos sintomáticos y 90.98% para enfermedades graves.
LO IMPORTANTE ES VACUNAR
Se han generado principalmente cuatro tipos de vacunas contra el COVID-19 con diferentes estrategias: vectores virales, virus desactivados o atenuados, de ARN o ADN, y basadas en proteínas.
Jorge Ismael Castañeda, quien también es coordinador del Doctorado en Ciencias Biológicas y de la Salud de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), sostiene que "el porcentaje de efectividad reportado varía de acuerdo al diseño de cada vacuna y el esquema en las dosis". Finalmente, la eficacia de la vacuna es la reducción relativa del riesgo y se llega a esa conclusión por los resultados de los ensayos que incluyen individuos a los que se les administra biológico o placebo.
La vacuna de Sinovac, llamada CoronaVac, es una vacuna inactivada, una de las técnicas más tradicionales para producir biológicos que funciona mediante el uso de partículas virales inactivadas para exponer al sistema inmunológico al virus de COVID-19 sin riesgo de una enfermedad grave.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), se esperan dos millones de dosis.
Los resultados de los estudios en diferentes países arrojaron porcentajes variados: 91.25 % de eficacia en ensayos en Turquía y un poco más de 50 % en ensayos en Brasil. Los investigadores del Instituto Butantan, en São Paulo, han señalado que sus pruebas obtuvieron un porcentaje más bajo porque fueron diseñadas deliberadamente para realizarse con trabajadores de la salud que atienden directamente a los pacientes con COVID-19 y cuando se estudia un grupo de sujetos con una exposición mucho mayor a la infección, es probable que una vacuna parezca tener un rendimiento menor.
El especialista de la UAM señala que probablemente en el caso de algunas vacunas que han probado menor porcentaje de efectividad, una segunda dosis podría aumentarla, pero todavía no se han mostrado estudios al respecto de las que ya se ofrecen en el mundo con un esquema establecido.
"En el caso de la vacuna de Pfizer fue así. Cuando vieron que con una dosis no se alcanzaba a lograr una efectividad mayor al 70%, plantearon una segunda dosis como refuerzo. Esto a lo mejor sería una estrategia con otras vacunas, pero es algo para lo que no se han hecho estudios", asegura el especialista.
Agrega que es importante considerar que independientemente de los porcentajes señalados, las vacunas que han pasado por el proceso de autorización brindan una gran ventaja, que es tener menos posibilidades de desarrollar una enfermedad que lleve a la gente al hospital o a que termine intubada, algo muy importante considerando la pandemia en la que estamos inmersos.
Michael Ryan, director del área de emergencias de la ONU ha asegurado que la existencia de una vacuna, incluso muy eficaz, no garantiza la erradicación de una enfermedad.
El desafío por lo pronto es tratar de salvar la mayor cantidad de vidas, es así que el reto en todo el mundo se sitúa en la producción y distribución de la mayoría de dosis posibles en el menor lapso. En nuestro país el plan de vacunación avanza mucho más lento de lo planteado en un principio por las autoridades de salud. Soumya Swaminathan, científica de la misma institución ha señalado que aún no se sabe si todas las vacunas producirán la llamada inmunidad esterilizante, es decir que eviten que la gente se infecte. El doctor Jorge Ismael Castañeda subraya que por el momento las vacunas buscan prevenir el no desarrollar formas graves de la enfermedad.
"El desarrollo de las vacunas contra el virus ha tardado poco y ha sido un gran esfuerzo mundial poder contar con diferentes opciones. Desgraciadamente, la desinformación hace parecer que existen vacunas de primer nivel frente a otras de mala calidad. Las alianzas con diferentes productores brindan más posibilidades de mitigar la pandemia", dice y agrega que van a seguir surgiendo más opciones de vacunación y esto es muy positivo, pero ciertamente las vacunas no son la panacea.
"No desaparecerá el virus de la noche a la mañana. La vacuna sólo es una estrategia más. Hay que seguir con las rutinas de uso de cubrebocas, lavado de manos y sana distancia. Todas son acciones en conjunto para tratar de contener el virus".