Consumo. El café es una de las bebidas más consumidas en el mundo.
Quién no disfruta de una rica taza de café en la mañana, ya sea para sentir que se inicia el día con toda la actitud o simplemente por gusto, al final, esta bebida es sumamente popular y por ende, fácil de adquirir.
Sin embargo, en los últimos años se ha establecido que existe el riesgo de generar un tipo de dependencia o adicción a este inocente e inofensiva bebida, tal y como ocurre con el té o los refrescos.
¿ES REAL LA ADICCIÓN?
La cafeína no suele conllevar riesgos para la salud a dosis bajas o moderadas, es decir, que si se toma una o dos tazas, incluso tres, no hay un verdadero riesgo, pero si nuestro consumo es alto, pueden aparecer complicaciones.
Una de ellas es que puede afectar a la actividad y a la química cerebral, la razón es un efecto antagonista de la cafeína.
También aumentan las probabilidades de desarrollar síntomas nocivos para la salud, como etapas maníacas, depresión, desorientación, delirios, alucinaciones y hasta psicosis; en algunos casos puede llevar a la muerte.
¿CUÁNDO ES DEMASIADO?
No hay que alarmarse pero sí hay que tomarlo como algo serio, pues la dependencia a la cafeína es posible solo si se administra de manera repetida durante un determinado periodo de tiempo, entre 6 y 15 días.
Las personas adictas comienzan a presentar síntomas de abstinencia a partir de las 12-24 horas tras el cese del consumo y puede prolongarse hasta una semana.
El tema aquí es la tolerancia, pues habrá quienes tomen tres tazas sin ningún riesgo, o aquellos que con una sientan los efectos de inmediato; a esto se sumo el tipo de café, por ejemplo, no es lo mismo un café soluble que una taza de cafetera italiana, pues la cantidad de cafeína de la primera será mucho menor.
Lo recomendable es no ingerir más de 400 mg de cafeína al día, lo que equivale a cuatro o cinco tazas de café. Esta cantidad no se relaciona con efectos nocivos para la salud de manera general.
Fuera de ello, se puede disfrutar de un taza de café sin ningún riesgo.