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LEYENDAS URBANAS

El Alacrán de la Cárcel: Un valiente que desafió a la muerte

Una de las leyendas más famosas de Durango que muchos han oído de boca en boca.

El Alacrán de la Cárcel: Un valiente que desafió a la muerte

FERNANDO RAMÍREZ H 22 oct 2024 - 19:02

El Alacrán es el animal representativo de nuestro estado, un emblema que es parte de la identidad de los duranguenses. Este animalito se hizo famoso por ser protagonista de un relato muy conocido de Durango, el cual sigue generando curiosidad e interés en los oyentes: El Alacrán de la Cárcel.

En el año de 1884, existió una familia numerosa que habitó la antigua Hacienda de Cacaria (hoy ejido de Nicolás Bravo), uno de los hijos se llamaba Juan, más conocido como Juan sin Miedo.

Las gentes del pueblo lo consideraban como el hombre más valiente, aseguran que no le temía a nada. Fueron testigos de verlo montar toros y potros bravos que nadie había domado, era entrón para pelearse, tanto con perros rabiosos como entes humanos. Además, escaló al campanario de una iglesia para robarse los huevos de una golondrina. 

Un día, la vida de Juan cambió para siempre. Un perro rabioso, esparciendo la espuma y baba, invadió la hacienda, desatando el pánico en los pobladores que se refugiaron en sus casas para mantenerse a salvo. En la escuela, el profesor no se enteró de la presencia del can y dejó salir a los niños. Desde su ventana, Juan vio al perro y sin pensarlo dos veces, descolgó una escopeta de la pared y apuntó desde el interior de la casa.

Sin embargo, accidentalmente mató a Doña Elvira, una señora que se atravesó para proteger a su hija. Juan enfrentó al chucho, matándolo con un hacha. A pesar de acabar con el perro, el joven campesino fue culpado de homicidio imprudencial, por lo que fue trasladado a la Cárcel de Canatlán, donde duró poco tiempo, posteriormente fue transferido al Penal de Durango, lugar en el que cumplió su sentencia.

A pesar de ser sentenciado a 20 años, Juan se dedicó a ser llevadero el tiempo en prisión, forjando una buena relación con sus compañeros de presidio y obedeciendo con amabilidad las órdenes de los custodios, ganándose el aprecio de todos. 

Durante el tiempo que pasó preso, Juan escuchó historias de “La Celda de la Muerte”, un oscuro calabozo de castigo para los reos de mala conducta. La sanción consistía en encerrarlos por 3 días sin comer, por lo que era común que al terminar el lapso de castigo, los sacaban inconscientes por falta de oxígeno y hambre. Un día, dejaron encerrado a un reo por agredir al celador de su pabellón, a la mañana siguiente, fue encontrado muerto. A partir de ahí, todo aquel que era recluido en el calabozo, amanecía muerto.

Palemón, el hijo del dueño de la hacienda de Cacaria, anhelaba casarse con Lupe, la novia de Juan. Aprovechando su influencia con el gobierno de Durango, Don Procopio —dueño de la hacienda y padre de Palemón— ordenó la muerte de Juan, para así borrarlo del mapa.

El Director de la Penitenciaria de Durango recibió la orden de mandar a Juan sin Miedo a “La Celda de la Muerte”. Tanto él como los celadores lo apreciaban, por lo que le brindaron ayuda para ingresar a la temible mazmorra con una caja de cerillos, una docena de velas de sebo grandes y un banco. 

Una vez encerrado en el calabozo, Juan encendió la primera vela y decidió permanecer despierto toda la noche. Con el transcurrir de las horas, se le terminaron las velas junto a sus fuerzas. Por primera vez en su vida, Juan tenía miedo, estaba solo en una terrible oscuridad y pensó que recibiría la visita del Señor de las Tinieblas, quien presuntamente se llevaba el alma de los indeseables que ingresaban al calabozo. Se sorprendió al ver lo que encontró.

Encendió la última vela que le quedaba y vio a un enorme alacrán de 30 cm en las paredes. Reaccionó rápidamente, atrapando al artrópodo con su sombrero. Juan salió victorioso, reía como desquiciado por la gran hazaña que consiguió, apagó la vela y durmió un rato.

En la mañana, un celador y 2 camilleros se dirigieron a la Celda de la Muerte para recoger el cadáver de Juan, grande fue su sorpresa al verlo vivo y coliando. Vieron el alacrán que el humilde campesino atrapó en su sombrero, lo guardaron en un enorme frasco de vidrio y lo enviaron al Museo Nacional de Historia Natural en la Ciudad de México.

Tras su increíble proeza, Juan sin Miedo fue liberado por sobrevivir a la aterradora mazmorra, se casó con su novia Lupe y regresó a la hacienda de Cacaria.

Juan demostró que, pese a tener algunos miedos, su resistencia y coraje fueron más fuertes. Como ser humano, hay cosas por las que teme, pero sabe controlarse para resolver los laberintos de complejidades, por eso siempre será recordado como Juan sin Miedo.

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