Sucesos

 
LEYENDAS URBANAS

Invitado del más allá: El muerto que bailó con una novia

Este relato le deja la piel erizada a los lectores, además de generar gran curiosidad en los jóvenes que la escuchan.

Invitado del más allá: El muerto que bailó con una novia

FERNANDO RAMÍREZ H 8 oct 2024 - 18:55

Casa Abuela es uno de los restaurantes más conocidos del centro histórico de Durango, conocido por sus exquisitos platillos culinarios y ambiente agradable. Sin embargo, esa antigua casona presenció un escalofriante suceso que conmocionó a la sociedad duranguense del siglo XIX: El invitado del más allá. 

Eran los últimos años de la época porfiriana, tiempo en que Durango era un pequeño pueblo tranquilo y remoto. Las calles no estaban pavimentadas, aún transitaban los transportes jalados por mulas y caballos, de uso exclusivo para las familias de alta sociedad. La ciudad era conformada únicamente por las calles del centro y los barrios de Analco y Tierra Blanca. 

En esos días, existía la calle del Pendiente, donde vivía la familia Herrera, una de las más ricas de la época. Tenían una hija llamada Verónica, quien estaba por contraer lazos matrimoniales con Ramón Leal del Campo, caballero que estaba emparentado con don José del Campo Soberón y Lorrea, primer conde de Súchil. 

La bella dama estaba por cumplir 18 primaveras, por lo que mostraba gran entusiasmo por el compromiso nupcial con el adinerado catrín, sus amigas y su madre la ayudaron con los preparativos, sería una ostentosa fiesta que contaría con una cantidad masiva de invitados, tanto que toda la comunidad duranguense estaba enterada del evento. 

Tres días antes de la boda, Verónica y sus amigas acudieron al Panteón de Oriente para la tradicional romería del Día de Finados. Al recorrer los pasillos del camposanto, la joven tropezó con una calavera, a la cual le dijo: 

—Te invito a mi boda, no dejes de asistir. 

Verónica hizo una broma burlona a aquellos restos humanos, dicha acción le costaría caro. 

Llegó la fecha del casamiento. Verónica llegó hasta el altar para unir lazos con don Ramón (no el del Chavo del 8), se congregaron numerosos amigos y familiares de la feliz pareja en el recinto sagrado. Lo que llamó la atención de la misa, fue que en primera fila estaba presente un hombre de traje negro, mostrando un rostro pálido y con apariencia delgada. Su presencia transmitió miedo y respeto a los invitados, pero lo que más sorprendió a la concurrencia, fue que estuvo hincado durante toda la ceremonia, quizá tenía muchas cosas que pedir. 

Una vez en casa de Verónica, comenzó la pachanga. Los invitados se congregaron para danzar, charlar y pasar una agradable velada. La orquesta tocó el vals para los novios, quienes también valsaron con sus padres, la hermosa novia con su progenitor y el adinerado novio con su señora madre. 

Posteriormente, los asistentes bailaron con la novia, a quien pasaron de mano en mano, como si fuera kermesse. El hombre misterioso de la iglesia se acercó para bailar con Verónica, inmediatamente le preguntó: 

—¿Me conoces?

A lo que Verónica le respondió: 

—No, no lo conozco.

El invitado contestó: 

—Soy la persona que hace tres días invitaste a tu boda en el Panteón de Oriente y me recomendaste no faltar.

Al citar estas aterradoras palabras, el invitado del más allá dejó su forma humana y se transformó en un esqueleto descarnado, causando emociones de miedo y confusión en los presentes. 

Aterrada por lo que ocurrió, Verónica cayó muerta al suelo, fulminada por un paro cardíaco, y el invitado de ultratumba desapareció de la escena. El pecado de la novia fue mofarse de un muerto, error que le arrebató su vida en un día tan importante. 

A día de hoy, algunos testigos aseguran ver a una mujer vestida de novia por las noches, recorriendo la vieja casona que está ubicada entre Francisco Zarco y Negrete, vaga eternamente para concluir su boda incompleta.  

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Sucesos