La escala global de las crisis y oportunidades
Los complejos asuntos mundiales avanzan de manera desordenada, con escenarios desafiantes de progresión y regresión simultáneas. Tiempos marcados por acontecimientos impredecibles y múltiples crisis interconectadas y sucesivas. Los escenarios cambiantes presentan oportunidades y riesgos, en los cuales concurren tanto esfuerzos para reformar las instituciones multilaterales, reducir la fragmentación y contrarrestar los impactos de la desglobalización, como un conjunto de tensiones, conflictos y guerras que siguen extendiéndose y profundizando, teniendo repercusiones locales, regionales y globales. Vivimos un mundo sin orden, de alto riesgo, con múltiples desafíos en el que confluyen perturbaciones geopolíticas, ambientales y económicas.
La elección de gobiernos populistas y autoritarios sigue en ascenso, proliferan los regímenes autócratas y hay una regresión democrática con una marcada desconfianza en las normas liberales de convivencia. Se registran incrementos extraordinarios en los niveles de endeudamiento, como en el número de disrupciones y delitos cibernéticos. Es urgente regular la inteligencia artificial y evitar un orden digital autoritario, agravando la desinformación, las fake news y la corrupción. Numerosas naciones están aumentando sus gastos improductivos de defensa. La impostergable transición energética se encuentra bloqueada y los esfuerzos para implantar de manera acelerada una economía verde y poner fin al uso de los combustibles fósiles a la brevedad, atraviesan momentos cruciales de definición y acción frente a la emergencia climática y los impactos negativos en la biosfera y la pérdida de biodiversidad. Los flujos migratorios siguen aumentando, presionando a los países de origen, tránsito, destino y retorno. Sobre todo, persisten los riesgos de un ciclo inflacionario prolongado en el mundo que ha hecho que aumenten los costos de vida para los países y personas más vulnerables.
El 2024 será un año complicado, asediado por numerosas crisis e interrogantes. ¿Logrará Estados Unidos evitar una recesión económica? ¿Podrá China evitar una mayor desaceleración ante la complicada situación de su sector inmobiliario y el elevado endeudamiento de los gobiernos locales? ¿Cederán las confrontaciones entre las dos primeras economías o encontrarán cauces constructivos? ¿Ganará Trump las elecciones en noviembre? ¿Acaso China intentará imponer un bloqueo a Taiwán como preludio de una muy arriesgada recuperación? ¿Seguirán Japón y la India el curso trazado para lograr otra reconfiguración del Indo Pacifico? ¿Conseguirá la Unión Europea recuperar el impulso habiéndose frenado la locomotora alemana, teniendo los países europeos desafíos colosales en Ucrania, con una guerra hoy estancada?
Hay países que han sabido aprovechar y capitalizar las tensiones, conflictos y guerras. India, por ejemplo, consiguió asegurarse el suministro de enormes cantidades de petróleo ruso a precios rebajados, incrementar su interlocución e influencia internacional, y, junto con Brasil, ponerse a la vanguardia y determinar los temas de la agenda global, como voceros del Sur Global. Turquía se tornó en un importante vehículo para facilitar y canalizar bienes europeos a Rusia en medio de un régimen internacional de sanciones, sin dejar de acrecentar su indispensable participación en la OTAN y protagonismo en las decisiones globales. Irán ha sabido incidir y sortear las múltiples tensiones geopolíticas y geoeconómicas con China y con Rusia, con los países árabes y las naciones centroasiáticas, respecto de la seguridad internacional y los suministros de energía, en medio del conflicto extendido en el Medio Oriente, las cuales van más allá del Levante y del mar Rojo.
Las rutas marítimas esenciales para el comercio mundial enfrentan nuevas situaciones de crisis. Desde la parálisis provocada por pandemia y como consecuencia de la guerra en Ucrania y sus graves impactos en los puertos del mar Negro, ha habido un aumento en los precios promedio en el envío de contenedores, con un sobrecosto del 17%. Tan solo en el mes de enero los precios del transporte marítimo se incrementaron en un 140%, de manera súbita, debido a los atascos y desvíos que han alargado las distancias y los tiempos de entrega. Los ataques a buques mercantes, cargueros, tanqueros y cerealeros en el mar Rojo como una derivación de la guerra de Israel en Gaza y las respuestas en represalia de los Estados Unidos, Gran Bretaña y otros contra los hutíes han provocado desabasto de insumos y el cierre temporal de algunas plantas automotrices en Europa, la disrupción y demoras en las entregas de las exportaciones ucranianas y rusas de cereales, desencadenando un aumento de los precios en las cadenas de suministro, tanto de bienes industriales como de alimentos.
Aunado a lo anterior, los cruces por el canal de Panamá se han restringido por los bajos niveles de agua causados por la sequía. Hay frecuentes embotellamientos y tiempos de espera excesivos para barcos mercantes en el canal de Suez, en el estrecho de Malaca, clave para el comercio en el sudeste asiático, en el cabo de Buena Esperanza en el extremo sur del continente africano, el cual ahora deben rodear con más frecuencia, en el estrecho de los Dardanelos, el paso por Estambul y el estrecho de Gibraltar. Los precios del petróleo podrían no sólo seguir aumentando sino dispararse si las tensiones devienen confrontaciones y termina por obstaculizar el estrecho de Ormuz.
Muchos analistas afirman que la solución estructural -no coyuntural- a este y a otros desafíos está en acelerar y profundizar los procesos de relocalización regional. En este contexto es donde debe ubicarse la importancia que revisten los esfuerzos de Estados Unidos y Canadá para aprovechar el nearshoring y de México para hacer realidad el carácter estratégico y complementario del proyecto del corredor interoceánico entre Oaxaca y Veracruz.
@JAlvarezFuentes