La Monja de la Catedral: Una historia de amor que terminó en tragedia
La Catedral de Durango ha sido escenario de muchas historias del Durango antiguo, una de ellas es sobre una mujer que ingresó al convento de la Basílica Menor, pero cometió el pecado de enamorarse de un soldado francés en plena Intervención Francesa, esa persona fue: La Monja de la Catedral.
Eran mediados del siglo XIX, México había dejado atrás la Guerra de Reforma, pero se adentraba al conflicto de la Intervención Francesa durante el reinado del emperador Maximiliano de Habsburgo. En ese entonces, en la ciudad de Durango, habitaba una hermosa muchacha llamada Beatriz, quien fue ingresada al convento de la Catedral por sus padres.
En el verano de 1864, las tropas francesas de Napoleón III invadieron el pueblo duranguense. Comandados por el Coronel Henri-Ovidius, los soldados de Francia formaron filas en la Plaza de Armas. En ese entonces, Beatriz veía pasar a la tropa francesa marchando frente al recinto sagrado, ahí fue cuando se enamoró de uno de los militares, llamado Fernando. Ambos se enamoraron a primera vista, el europeo quedó fascinado con la belleza de la morena novicia y la chica impactada por la elegancia del joven francés.
Una madrugada, golpearon con fuerza la puerta del convento, por lo que Beatriz abrió la puerta y se sorprendió al ver que era Fernando, quien se vio envuelto en un enfrentamiento entre el Ejército Mexicano y la Armada Francesa. La monja atendió las heridas del soldado, puesto que llegó moribundo y cubierto de sangre.
Beatriz cuidó a Fernando por varios días mientras recuperaba sus fuerzas. En ese lapso, el amor entre los jóvenes aumentó con creces hasta llegar al contacto carnal, la monja cometió un gran pecado en la casa de Dios, pero estaba tan enamorada que no le afectó fallar a su compromiso como parte del clero religioso. Por otro lado, Fernando olvidó sus compromisos militares por estar envuelto en un romance con la bella duranguense.
Tiempo después, llegó la consumación de la Invasión Francesa. El Ejército de Napoleón III fue forzado a retirar todas sus unidades esparcidas en la República Mexicana, por ello Fernando tenía que reportarse con sus compañeros y dejar atrás a Beatriz. La despedida entre ambos fue dolorosa, pero el soldado francés le prometió que algún día volvería.
A partir de ese momento, Beatriz comenzó a subir a la torre del campanario todos los días, contemplando el horizonte para esperar el regreso de su enamorado. Sin embargo, fue informada de la muerte de Fernando, quien fue emboscado junto a otros compañeros en las afueras de la ciudad por soldados mexicanos. La novicia estaba inconsolable, no pudo superar la perdida del militar francés.
Una mañana, mientras el sacerdote abría las puertas de la Catedral, encontró el cuerpo de Beatriz completamente destrozado en el suelo. Al parecer, la joven sufrió una caída de 30 metros, puesto que se encontraba en la torre derecha del templo sagrado. Muchos especularon que la caída fue un accidente, pero lo más creíble fue que Beatriz se suicidó por la muerte de Fernando.
Lo peor es que no solo ella dejó este mundo, también un pequeño retoño que llevaba en el vientre, fruto de su relación con Fernando.