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LETRAS DURANGUEÑAS

Los fantasmas de Olga Aguilera

Los fantasmas de Olga Aguilera

ÓSCAR JIMÉNEZ LUNA 28 oct 2024 - 04:03

No faltan los narradores contemporáneos -Orhan Pamuk, Javier Carcas, Haruki Murakami- que le han dedicado páginas brillantes a la naturaleza misma de la ficción. Se trata, cabe entender, de una prolongación del ser, o si se quiere, lo que determina la entereza humana. La imaginación, sus representaciones, nos definen. Son esas historias las que van pasando de generación en generación, las que van construyendo una base de sobrevivencia más esperanzadora, y acaso -subrayo- más integral.

La escritora Olga Aguilera, también poeta y ensayista, asume en la presente obra, "Los fantasmas de mi vida. Y otros relatos", su condición de mujer fabuladora. Así, la muerte y sus misterios, la identidad y sus espejismos, las realidades de la creación pictórica, son algunos de los temas que aparecen en este libro, siempre vinculados a la vida diaria. Este es uno de los méritos de la propuesta que el lector ahora tiene en sus manos: el tejido literario de lo inasible -las verdades ocultas, o como señala la autora, disfrazadas- y la escena ordinaria, vital. Verbigracia:

"Los fantasmas son una realidad que queremos evitar, pero siempre están presentes; en nuestros sueños, en los recuerdos y, algunas veces, en presencia literal, como si fueran algo palpable. Estos últimos son los que yo he visto. Esto es lo que en lo particular se me hace difícil contar. Toda mi vida he tenido que lidiar con sentir de los muertos, podría decirse como algo inútil a decir de lo que ya no existe, sin embargo, los veo desde muy pequeña, pero nadie lo supo de esto fuera de mi madre, mi padre y mi abuela, que en paz descansen". ("Los fantasmas de mi vida").

Es notable, por lo mismo, la calidad de este conjunto de relatos. Se observa que detrás de cada anécdota hay un aprendizaje. El monólogo interior nos lleva a esos laberintos del yo más profundo, al tiempo que el desdoblamiento de los personajes se reflejan en el cambio de sus voces narrativas, mientras la variedad en la presentación de los diálogos integran la eficacia de la narración. De esta manera se logra una especie de autosuficiencia en las descripciones, sintetizando otra nueva ilusión: la escritura da lugar a otras existencias. Sirva este otro ejemplo a manera de ilustración:

"Te tiemblan ya las piernas, un paso a la vez, casi llegas, el dolor de la pierna derecha no te deja, la sangre no para. La herida parece estar profunda, un torniquete, tal vez eso ayude. Sigue caminando, adelante está la casa, falta poco.

Llegas no hay nadie, parece abandonada, no, mejor espera, miras por la ventana protegida con barrotes. Sus muebles son rústicos en general. ¡Claro! ¿Qué esperabas? es una casa de campo". "La testigo".

Hay un elemento que quizás sea el centro magnético de estas historias. Se presiente que hay una inclinación hacia la trascendencia, cuando se quiere tocar al Espíritu. Un sustrato religioso, por ello, anima a no pocas de estas páginas. Lo sobrenatural es parte de nuestro común devenir.

Ya por varios años he sido testigo de los afanes literarios de Olga Aguilera, de sus empeños por la fantasía realizada en una producción afortunada, uniendo su sensibilidad imaginativa con su voluntad de trabajo, leyendo, asistiendo a talleres literarios, documentándose para darle apoyo a sus relatos.

Y uno de sus frutos es, más allá de la narración seleccionada, abordar la labor, compleja, placentera, del propio autor. ¿De qué escribir? ¿Cómo hacerlo? ¿A qué lecciones acudir? Las dudas también ayudan al artesano de la palabra. Mientras las preguntas avanzan, el texto también se va desarrollando, dándole concreción a la historia en crecimiento.

Enhorabuena por un libro que viene, sin duda, a enriquecer las letras durangueñas, y seguramente las de otros lugares afines a esas narraciones que nunca dejan de decir lo que tienen que decir, parafraseando al gran Italo Calvino. (Prólogo al libro de referencia, recientemente presentado en San Luis Potosí, y próximamente en Durango).

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