Sobre un discurso de Mon Laferte y un poema de Mistral
Hace tiempo me conmoví con un reel -olvidé torpemente el nombre de usuario de la creadora- en el que se simulaba una conversación con una escritora del pasado:
-¿Qué es eso?
-Es mi primer libro publicado.
-¿Y lo firmaste con tu nombre?
-Sí.
La escritora del pasado, entonces, le regalaba a la actual una mirada enternecida y llena de orgullo.
Qué sencillo resulta esto hoy en día, pensé. Escribir una columna y firmarla como Sac-Nicté Calderón. Saber que ocupará la misma página del mismo diario. Que no tengo a nadie detrás dictándome los temas de los que debo -o no- hablar. Y pensé también lo que pienso a menudo: cuántas estuvieron antes que yo para que esto fuera posible.
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"Todas íbamos a ser reinas, / de cuatro reinos sobre el mar", escribió Gabriela Mistral en un poema de su tercer libro, Tala, publicado en 1938. Hace un par de días, Mon Laferte recibió el Latin Grammy 2024 por Mejor Álbum de Música Alternativa, e inició su discurso de agradecimiento con esa misma cita de Mistral: "Todas íbamos a ser reinas pero algunas muchas han sido destronadas de su libertad creativa, eso es un privilegio que tenemos muy pocas, entonces ese acto de crear se vuelve un acto de resistencia".
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El poema de Mistral narra el futuro "soñado" de cuatro niñas: Rosalía, Efigenia, Lucila y Soledad. En ese destino que las niñas trazan los protagonistas son el matrimonio y la riqueza, y el mar aparece como un símbolo de la felicidad que les espera: "Lo decíamos embriagadas, / y lo tuvimos por verdad, / que seríamos todas reinas / y llegaríamos al mar". En la estrofa nueve la realidad se cuela al poema. Las niñas no fueron reinas y Mistral nos cuenta un poco de su vida: Rosalía es viuda, Soledad crió a sus hermanos y nunca tuvo hijos, pero fue nodriza de los hijos de "otras reinas", Efigenia persiguió a un extranjero que la abandonó. Sólo Lucila encontró una felicidad muy similar a la locura.
No me parece un gesto casual que sea ella "que hablaba a río, / a montaña y cañaveral" la que encontró todo lo que quería, pues Lucila era el nombre verdadero de Gabriela Mistral.
A la crítica literaria le gusta categorizar este poema usando términos como "desesperanza", "tristeza", "nostalgia". Y aunque entiendo por qué, mi opinión es distinta. Y creo, por supuesto, que la clave es Lucila, que "recibió reino de verdad", es decir, cumplió sus deseos por su cuenta, no persiguiendo ni esperando a alguien más. Eso se despliega en la parte final del poema, que si bien se puede leer como un vistazo a un ciclo que se repetirá, yo lo interpreto como la promesa de que, tarde o temprano, todas llegaremos, como Lucila, a nuestro reino prometido, y no es posible separarnos de esa genealogía de mujeres que "cantaron" antes que nosotras para hacerlo posible: "[...] cantan las otras que vinieron / y las que vienen cantarán: / -«En la tierra seremos reinas, / y de verídico reinar, / y siendo grandes nuestros reinos, / llegaremos todas al mar»".
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Días antes del discurso de Mon Laferte, mi amiga Bicky Ramírez ganó un premio por una crónica preciosa sobre la Ciudad de México. Cuando reposteó la historia de instagram en la que la felicité, me dijo: "hay que seguir escribiendo Sac, porque es nuestro acto de resistencia".
He pasado los últimos tres años de mi vida estudiando las estrategias subversivas que creó Storni para publicar sus columnas en los diarios argentinos. Estrategias subversivas que usaron antes Sor Juana y Santa Teresa, que usó también Rosario Castellanos, que han usado Rosalía, Taylor Swift, etc. Alguna vez escribí una de estas columnas sobre la literatura como una forma de desobediencia, pero es también, como lo dijeron Bicky y Mon Laferte, un acto de resistencia en una sociedad que todavía piensa que lo más interesante de tu vida es si tienes novio o no, y peor aún, si no estás casada y por qué, pobrecita. Que piensa que una mujer que ha decidido no ser madre comete el peor de los pecados porque, además, mayoritariamente ésta es una sociedad católica -por elegir pocos ejemplos-. Siento que he escrito muchísimo sobre este tema y sé que nunca se agotará, porque también han escrito sobre esto muchas más.
Y muchas más no podían firmar con su nombre. Alfonsina Storni lo usaba pero también firmaba como Tao Lao.
Bicky y yo sí podemos. Hemos peleado por hacerlo. Y muchas más.