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Corregir, porque benevolencia no habrá

No hagas cosas buenas...

Corregir, porque benevolencia no habrá

Corregir, porque benevolencia no habrá

ENRIQUE IRAZOQUI MORALES 14 mar 2025 - 04:03

No han transcurrido ni diez semanas desde que Donald Trump asumió por segunda vez la presidencia de los Estados Unidos y ya hay voces de periodistas y líderes de opinión con alta difusión, que se atreven a decir que el poderoso vecino del norte se conduce hacia un régimen totalitario.

No hay nada más lejos de la verdad. Hay que respetar la añeja tradición democrática que han honrado siempre desde la fundación de la superpotencia mundial. Tan fue, y a manera de ejemplo, hace poco más de 4 años, el mismo personaje sentado en el mismo despacho de hoy -la célebre Oficina Oval, en la Casa Blanca, espacio específico para el presidente- el mismo Trump se rehusaba a aceptar la derrota en las urnas e intentó torcer el sistema para no tener que dejar el poder. Evidentemente no lo logró. Ha vuelto si, 4 años después, pero por la vía legal. No es comparable por ejemplo que la hermana república de Venezuela, donde en este caso Nicolás Maduro, el dictador, se perpetúa a la brava en el poder. Para qué hablar de Cuba o de tantas dictaduras en el mundo de hoy. No es el caso de los Estados Unidos.

Lo que sucede es que el señor está usando su poder de una manera poco convencional, pero está dentro de su marco jurídico. Imponer aranceles, aunque ciertamente es ilegal en el plano del derecho internacional, existen dentro de su regulación interna las capacidades para imponerlos sin que exista la fuerza para revertirlo. Es el problema del derecho internacional, que, al carecer en ciertos casos de coerción, pues no tiene utilidad alguna. Para no ir más lejos está la invasión de Rusia a Ucrania, en la cual no hay poder humano que la contenga sin implicar guerra a enorme escala, aunque el gobierno de Vladimir Putin sea un abierto trasgresor.

Igualmente hacer recortes en toda la burocracia federal de modo inusual en cuanto al número de despidos, y que esta encomienda se la encargue el ser humano más rico del planeta, Elon Musk. Extraño sí, pero válido. Declamar que Canadá debería ser el estado 51 de la Unión Americana no viola ninguna norma, o decir que el gustaría que su país comprara Groenlandia, en el caso que fuera un disparate, no es ilegal expresarlo, así como cambiarle en nombre al Golfo de México por el Golfo de América, es un problema muy suyo y de los norteamericanos. O acaso el Canal de la Mancha no se llama para los británicos el English Channel.

En fin, habrá que acostumbrarnos al estilo del tipo de líder que eligieron los vecinos para su trato internacional, su asunto doméstico es muy su asunto, y cada país al suyo. En el caso mexicano, tan mayoritariamente satisfecho con el gobierno de la 4T, pues habremos de navegar con nuestras circunstancias, partiendo de la nuestra realidad económica que arroja las siguientes cifras: entre 2019 y 2024 sólo registró un crecimiento de 0.9 por ciento anual, la menor desde el sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988); los pronósticos para este 2025 se han ido reduciendo, Hacienda previó un crecimiento de 2 a 3 por ciento para este año, pero el Banco de México ajustó su pronóstico de 1.2 por ciento a 0.6 por ciento. No es lo más sano el déficit que AMLO le heredó a Sheinbaum que es de 5.7 por ciento del PIB en 2024, el más alto en 19 años. En 2024 la deuda pública con López Obrador alcanzó 17.4 billones de pesos, contra 11.2 billones de 2018, un aumento nominal de 55 por ciento en sólo un sexenio. El empleo formal registrado en el IMSS apenas aumentó en 213,993 plazas en 2024, solo 1 por ciento, pero tuvo una caída muy fuerte en diciembre de 405,259. Las dos últimas veces que tuvimos una tasa anual de creación de empleo formal tan baja fue por choques externos, marzo de 2020 (al inicio de la pandemia) y octubre de 2008 (por la crisis financiera global)". Varios economistas, en efecto, afirman que México está cerca de entrar a una recesión. El problema mayor está en casa, pero los enormes programas sociales compra votos y alegrías, hacen que éste no se quiera ver, hasta que aparece un tipo como Trump.

Hay que celebrar y respetar lo que la presidenta Claudia Sheinbaum ha hecho para sobrellevar la crisis que provoca el singular mandatario norteamericano, pero debe nuestra presidenta actuar y corregir los errores en materia económica que le dejó Andrés Manuel, porque benevolencia del norte no vendrá, eso está claro.

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