
Durango y sus fosas clandestinas, permanecen en la memoria colectiva, 14 años después
La reciente revelación de un centro de exterminio en Teuchitlán, Jalisco, ha conmocionado a México y ha traído a la memoria otros episodios oscuros de violencia en el país. Este descubrimiento resalta la persistente crisis de desapariciones. Un caso similar ocurrió en Durango en 2011, cuando se encontraron múltiples fosas clandestinas que sacudieron a la comunidad y al país entero.
El precedente en Durango 2011
Hace 14 años, Durango vivió una situación similar que dejó una marca imborrable en la memoria colectiva. En abril de 2011, la tranquilidad de este estado se vio interrumpida por el descubrimiento de fosas clandestinas en diversos puntos de la capital. El 11 de abril, en un fraccionamiento, se encontraron cuatro cuerpos en un terreno que anteriormente había sido un taller mecánico. Este hallazgo inicial desencadenó una serie de operativos que revelaron la magnitud de la tragedia.
El 14 de abril, cerca del CBTIS 110, en otro residencial, las autoridades localizaron diez cuerpos completos, tres sin cabeza y cuatro cráneos. Días después, se encontraron otros 34 cuerpos en la misma área. Simultáneamente, en otro vecindario se descubrieron 13 cuerpos más, elevando la cifra a 64 en menos de una semana.
Además, municipios como Santiago Papasquiaro, Lerdo, San Juan del Río y Cuencamé también reportaron hallazgos de fosas clandestinas. En total, entre abril y mayo de 2011, se contabilizaron más 230 cadáveres en el estado de Durango.
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El dolor continúa
El descubrimiento de estas fosas generó un ambiente de miedo y angustia entre los habitantes de Durango. Las autoridades enfrentaron el desafío de identificar a las víctimas y brindar respuestas a las familias afectadas. La magnitud de los hallazgos sobrepasó la capacidad del Servicio Médico Forense (Semefo).
Este episodio evidenció la urgencia de fortalecer los mecanismos de búsqueda e identificación de personas desaparecidas. Tanto el caso reciente de Jalisco como el de Durango en 2011 son recordatorios dolorosos de la violencia en el país, que ha afectado a diversas familias. Estos hechos subrayan la importancia de la memoria colectiva, así como de implementar políticas públicas que garanticen la seguridad y justicia en el país.