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LETRAS DURANGUEÑAS

Historiadores de Durango del siglo XXI

Historiadores de Durango del siglo XXI

ÓSCAR JIMÉNEZ LUNA 20 ene 2025 - 04:03

Es fácil tener estimaciones por lo que hacen los historiadores locales. De hecho, me siento parte de la compañía que admira desde hace años su incansable tarea por revelar no pocos campos del pasado durangueño, de sus esfuerzos por elevar el nivel del aprendizaje -asumir nuevas metodologías interdisciplinarias en la investigación, por ejemplo- y su voluntad generosa por acercar a los cada vez más interesados en los temas que los ocupan. Son quienes han venido a prolongar, corregir, valorar, las obras de José Fernando Ramírez, Atanasio G. Saravia, José Ignacio Gallegos Caballero, si bien ahora a través de los avances y el rigor de las ciencias que confluyen en las revisiones implícitas en de cada proyecto. Especialización es la palabra que identifica lo realizado por ellos desde hace ya décadas. Son, pues, la bisagra que une dos tiempos.

Un repaso de lo hecho, atendiendo precisamente a los orígenes y sus proyecciones, se nos presenta en el libro "El Instituto de Investigaciones Históricas y la Historia Académica", de la UJED, (2019), bajo la labor de compilación de María Guadalupe Rodríguez López.

Son páginas que hablan. Cuentan en voz propia los comienzos y el desarrollo -sus antecedentes, lecturas, guías, maestros y obras publicadas- de historiadores muy reconocidos: Enrique Mijares Verdín, Miguel Vallebueno Garcinava, José de la Cruz Pacheco Rojas, Beatriz Elena Valles Salas, Luis Carlos Quiñones, Mauricio Yen Fernández, y la misma Lupita Rodríguez, entre otros. Sin dejar de destacar a dos personajes definitivos en el impulso de lo que se logrará. El Lic. José Hugo Martínez Ortiz (en la rectoría entonces) y el historiador Carlos Maciel. El primero, poniendo marcha, en 1979, la nueva Institución; el segundo, dando lugar a los primeros trabajos profesionales sobre la materia.

De lo mucho que se puede comentar a propósito, me detengo -manera de muestra de lo grato e ilustrativo que nos ofrece la lectura de este recuento- en un episodio que fue muy significativo para quien esto escribe, y sin duda para un buen número de atraídos a la nostalgia durangueña, después de todo, se dice, que cada obra es para cada cual. Menciona Mijares el título (lo recuerdo con aprecio, así como sus imágenes en sepia) "Una ciudad lejana" y las motivaciones de su gestación y posterior realización. Esto no lo sabíamos, y es interesante tenerlo en cuenta: "La seducción que las calles y los edificios de la ciudad de Durango ejercieron en mí, inspiraron mi interés por mantener un diálogo permanente con las piedras labradas que adornan sus paredes, con las canteras blancas de los elementos arquitectónicos en sus fachadas, con las torres, las cúpulas y los campanarios de las iglesias. Así fue como llegué a estudiar la colección de fotografías del Museo de la Universidad (El Aguacate). Cada una de las imágenes me decía algo relacionado con la existencia de una ciudad que había ido cambiando, que continúa transformándose con el paso del tiempo. El resultado de esa investigación quedó plasmado en la publicación de un libro donde una ficha historiográfica acompañaba cada una de las fotografías mencionadas".

La obra, como ya se habrá advertido, se vale de la entrevista para integrar lo reseñado, desde la entonación de actualidad que rememora. Aquí, en estas labores y en otras de análisis, no se puede dejar de lado la importante colaboración de estudiantes de la maestría en Historia de la propia Universidad. Muy útil, asimismo, es el trabajo de la recopilación bibliográfica para cada historiador que se halla en las páginas de cierre del volumen, sobre todo para futuras investigaciones. Un modelo, en suma, que puede ampliarse tomado en cuenta a más historiadores de Durango, de otros ámbitos e instituciones. Sería, claro, un proyecto académico diferente, pero con los mismos fines de divulgación de lo nuestro.

Este libro fue uno de los que leí durante aquellos tres meses de encierro del 2020 a causa de la pandemia del coronavirus. Una buena elección, evidentemente. Por el contraste de sentimientos que convivían alrededor. Ante el ambiente de sufrimiento que se respiraba, el libro me llevó a confirmar que, cuando nos lo proponemos, los duranguenses podemos construir empresas culturales duraderas, verdaderamente comprometidas con la comunidad a la que pertenecen. Son sueños, luchas, edificaciones, que al final quedan para las generaciones que en la centuria que camina...ya están tocando la puerta.

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