China y Japón sellan el histórico deshielo
China y Japón han sellado este viernes el deshielo en sus relaciones. En una rueda de prensa conjunta en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín, los primeros ministros de ambos países, Li Keqiang y Shinzo Abe, enfatizaron la llegada de "un punto de inflexión histórico" en el que Pekín y Tokio se han comprometido a "eliminar fricciones" y a explorar áreas de cooperación.
Ambos líderes, en el segundo día de la primera visita de un jefe de Gobierno nipón a la capital china en siete años, han firmado memorandos y pactos de cooperación, y sus empresas, cerca de 500 acuerdos de negocio.
Li había ofrecido una ceremonia de bienvenida a Abe en el Gran Palacio del Pueblo, el gigantesco edificio para la recepción de líderes extranjeros y los encuentros políticos de mayor pompa, en plena plaza de Tiananmen,antes de reunirse con él por segunda vez en dos días.
Los dos países "han acordado no amenazar al otro y no agredir al otro", afirmó el primer ministro chino. "Ambos sentimos que nos interesa mantener una relación China-Japón estable a largo plazo, algo que beneficiará también a la estabilidad de la región", agregó.
Por su parte Abe manifestó: "Tenemos objetivos y responsabilidades comunes para la estabilidad en la región". El primer ministro se reunía horas más tarde con el presidente chino, Xi Jinping, al que ha invitado a una visita oficial a Japón el año próximo, cuando este país acogerá la cumbre anual del G-20.
Entre los acuerdos suscritos por los dos jefes de Gobierno, se encuentra el de relanzar los intercambios de moneda entre los dos países, suspendidos desde 2012 cuando las relaciones se congelaron a raíz de que Japón "nacionalizara" las islas Senkaku (Diaoyu, en mandarín), que ambos se disputan en el mar del Este de China. Ahora sus bancos centrales intercambiarán divisas por valor de 200.000 millones de yuanes (unos 25.280 millones de euros).
También acordaron establecer un marco de cooperación para gestionar posibles accidentes marítimos y lanzar conversaciones sobre innovación y propiedad intelectual.
La cordialidad -al menos de cara a la galería- exhibida por ambos suponía un profundo cambio con respecto a las tensiones que han dominado la relación desde 2012. A la disputa sobre las islas, que generó manifestaciones violentas de cientos de personas frente a la Embajada nipona en Pekín, se suman desavenencias históricas, legado de la ocupación japonesa de China y la Segunda Guerra Mundial.
Pero los dos países son vecinos e importantes socios comerciales, cuya relación económica mueve cerca de 265.000 millones de euros anuales. Y si ya habían entablado un incipiente deshielo en los últimos dos años, la incertidumbre en torno a la política exterior de Estados Unidos bajo el mandato de Donald Trump ha terminado de convencerles de dejar sus diferencias, si no atrás, al menos sí de lado.
Si a China la guerra comercial con Estados Unidos puede acarrearle graves consecuencias a su economía, que da señales de debilidad, el Gobierno japonés de Abe -el mejor aliado de Estados Unidos en Asia- busca desarrollar una política exterior más independiente y ampliar sus opciones ante la posibilidad de que Washington pueda recortar o retirar el apoyo a sus socios actuales.
China quiere que Japón se sume a su iniciativa estrella, la red de infraestructuras y conexiones por todo el mundo, conocida como nueva ruta de la seda. Tokio se ha mostrado renuente a dar su apoyo al plan, aunque sí dispuesto a colaborar en proyectos puntuales, sobre todo en el sureste asiático.
Agencias
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Millones de yuanes intercambiarán en divisas.