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El arte y la muerte

Juan L. Simental

“Yo no sé nada de la muerte; al contrario,

ella entiende demasiado de mi vida”.

José Solórzano López

La vida del mexicano está impregnada del sentido de la muerte y, aunque en el fondo le teme, la hace objeto de su picardía y de sus bromas; a ratos parece que se enamora de ella, y una muestra de ese amor casi filial se encuentra en el arte.

El viernes 31 de octubre, el Museo de las Culturas Populares, a media luz y con su altar de muertos, fue el lugar donde el maestro Jaime Ángel Morera y González habló de uno de los novísimos, a través de la conferencia “Pinturas Coloniales de las Ánimas del Purgatorio”.

“No hay otros difuntos a quienes celebrar, que a los que están en el Purgatorio”, dijo luego de que había hecho una aclaración pertinente: el tema, cuya raíz es eminentemente religiosa, sería propuesto a partir de las expresiones de la piedad popular de una época muy concreta y de las obras del arte novohispano.

En esta etapa de la vida de México (entonces Nueva España) todos eran creyentes del Purgatorio. Una muestra de ello es que en cada pueblo había una cofradía dedicada a las ánimas, cuya función era ofrecer sufragios por la salvación eterna de quienes aún estaban en el “lugar de purificación”, y esto se reflejaba en sus pinturas y retablos.

Entre los amigos de Dios a quienes más se recurría al pedir por las “ánimas benditas” están San Francisco de Asís, Santa Teresa de Ávila, San Ignacio de Loyola, San Miguel, San José, San Francisco Javier, San Nicolás de Tolentino (patrón de las almas del Purgatorio) y muchos otros.

ELEMENTOS

Dos son los elementos principales en las escenas representadas: las ánimas y el fuego, aunque era obvio encontrar a los santos, a la Iglesia Triunfante y a la Militante, además de la Eucaristía, la ofrenda inigualable de reparación.

La expresión de las almas es fundamental para diferenciar lo que sería una representación del Infierno: el rasgo principal de los condenados es la desesperación, por haber conocido a Dios y luego haberle perdido, lo que no sucede en el Purgatorio, pues la seguridad de la recompensa es indiscutible y el semblante de los fieles es de confianza.

La Tradición afirma que el mismo Jesús resucitado bajó “a los infiernos”, siendo una de sus moradas el Purgatorio, y ahí anunció a los justos la Salvación.

LA REVELACIÓN

El Purgatorio no es parte de la Revelación, de lo dado a conocer por Dios a los hombres, dijo Morera y González, pero esto no significa su inexistencia, pues la misma Palabra lo explicita en el 2° Libro de los Macabeos o los evangelios, e incluso en las cartas que San Pablo dirigió a los Corintios, además de otro escritos sagrados.

La definición dogmática del lugar de expiación fue una de las causas del Cisma de Oriente que sufrió la Iglesia Católica Romana, declaración que se haría en el Concilio de Trento, en el año de 1545, bajo el pontificado de Paulo III.

Sin embargo, el Purgatorio se dio a conocer en las revelaciones particulares a diversos personajes, quienes se encargaron de difundir sus propias experiencias del lugar de purgación.

A Tomasina de San Francisco se le apareció un clérigo que pedía que ella y sus hermanas de congregación oraran por él. Para que le creyeran dejó una prueba irrefutable, la cual fue documentada: tomó el brazo de la religiosa y en ese momento las demás monjas escucharon un grito desgarrador y captaron un fuerte olor a carne chamuscada. Al acudir a su celda, la encontraron en medio de un gran dolor y con el brazo deshecho, quemado “por un fuego que no era de este mundo”: el fuego de purificación.

En el Purgatorio hay dos tipos de pena que las almas sufren: de daño y de sentido, siendo la primera la referente a la privación temporal de la visión de Dios, y la segunda el dolor que causa el fuego mismo. San Jerónimo, uno de los más ilustres exegetas (autor de la Vulgata), decía sobre el segundo aspecto que “el Purgatorio es un rincón del Infierno”.

BULA SABATINA

En el mundo novohispano la consecución de una “buena muerte” fue parte primordial de la vida, y tres eran los objetivos que estaban en la mente de todos: tener buena mortaja, un ataúd y los auxilios espirituales posteriores.

“Bien predican los vivos, pero mejor los difuntos” era una conocida frase tomada muy en cuenta por los habitantes de la Nueva España, quienes recurrían a los méritos de los santos para asegurarse la vida eterna.

Un remedio que daba seguridad de lo último, y que se volvió un uso normal, fue la compra de la Bula de Difuntos para los Reinos de Indias. Era un documento firmado por la autoridad eclesiástica, en el cual aparecían el nombre del ánima por quien se ofrecía y el de la persona que pagaba; una vez saldado el monto, “el alma salía del Purgatorio”.

Esto lo muestran pinturas de la época, donde aparece el difunto leyendo en la Bula el nombre de quien sufragó por él, para luego interceder por él en el Cielo. Un rasgo esencial del México novohispano, pues, fue su profundo sentido religioso y la consideración reverencial del momento postrero.

Como sea, el mexicano siempre estará definido por su manera particular de ver la muerte; sea a través de los ojos de la fe o de una humanización cotidiana, ella siempre formará parte cercana de su vida.

FICHA TÉCNICA

-Conferencia: “Pinturas Coloniales de las Ánimas del Purgatorio”

-Fecha: viernes 31 de octubre de 2003

-Expositor: Maestro Jaime Ángel Morera y González, miembro asociado del Seminario de Cultura Mexicana

-Breve currículo: Realizó su bachillerato en escuelas pías de Gerona, Esp; licenciado en Derecho por la Escuela Libre de Derecho; tiene estudios cristológicos y bíblicos en el Novitiate of Legion of Crist, en Irlanda; tiene una maestría en Historia del Arte en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha trabajado en la docencia y la impartición de diversos cursos relacionados todos con el arte y la historia

-Organizadores de la conferencia: Gobierno del Estado, ICED, Corresponsalía del Seminario de Cultura Mexicana en Durango, Voluntariado Cultural, AC; Sociedad de Escritores de Durango, AC, y Museo de las Culturas Populares

-Asistencia: Excelente, se llenó el patio del Museo

Escrito en: quienes, Purgatorio, fuego, vida

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