Hace seis años, los habitantes del poblado Colonia Hidalgo dejaron de beber agua de su pozo. Desde entonces, la mayoría usa el vital líquido sólo para lavar ropa, los trastes y para hacer la limpieza del hogar.
“Tiene años que se habla de que el agua está contaminada”, expresa la señora María Dolores Ortiz Loera, habitante de este lugar que se ubica a unos 20 minutos de la capital, por la carretera a Torreón.
Ella, al igual que los mil habitantes de esta población rural, prefiere el agua de garrafón, purificada, que ofrecen diariamente los camiones de las diferentes compañías, y la de la planta purificadora local “Keven”.
En su casa que se ubica en la calle Francisco I. Madero, sin número, esquina con Francisco Javier Mina, consume a la semana cuatro garrafones. Las purificadoras foráneas los ofrecen a 15 pesos el garrafón, y la planta de ahí mismo, a diez pesos.
Son cerca de las 13 horas, la señora Yadira Soto Quinteros abre la llave del agua que sale a simple vista limpia y cristalina. Pese a eso, en la casa de la Tesorera del Comité de Agua Potable se bebe el vital líquido de la planta purificadora local.
No tiene, como el resto de sus vecinas, confianza en la calidad del agua. En enero pasado se hizo cargo de la Tesorería del Comité, y recuerda que desde hace seis años comenzó a decirse que el agua estaba contaminada.
Destacó que en aquel entonces quienes integraban el Comité hicieron varias pruebas y análisis del vital líquido en varios laboratorios, y se comprobó que no había arsénico. “Desde aquel tiempo, agregó, ya se decía que el agua estaba contaminada, a pesar de que los estudios supuestamente corroboraron que no era así”, dijo.
Indicó que desde que asumió el cargo de tesorera a la fecha no ha sabido que se haya hecho algún estudio relacionado con la calidad del agua. Por eso no conoce cuál es la calidad del agua, solamente lo que siempre se ha dicho: que está contaminada.
Añadió que en la población existe una planta purificadora que vende a diez pesos el garrafón. Recordó que trabaja con un método que utiliza láser, y reconoce que sus propietarios pudieran tener algún estudio o análisis del contenido del vital líquido. Precisamente la planta potabilizadora utiliza agua del pozo, y para su tratamiento emplea varios filtros.
La encargada del local, Guadalupe Aguilera Guerrero, no estaba debido a que se hallaba atendiendo problemas personales, por lo que no fue posible confirmar las características que posee el agua del pozo.
Yadira Soto Quinteros recuerda que el pozo del lugar ha de tener mínimo 40 años de estar funcionando, y señala que el Comité del Agua Potable, que cambia cada año, es el encargado de recaudar la tarifa anual por el servicio, que es de 200 pesos por toma.
Indica que los recursos se destinan para el mantenimiento y posibles descomposturas, para cubrir el gasto de energía eléctrica y el pago de una persona que es la encargada de ponerlo en funcionamiento desde las ocho de la mañana hasta la cinco 15 de la tarde. Los miembros del Comité, dijo, no reciben ninguna clase de pago, e inclusive tienen que poner los gastos necesarios.
Explicó que al agua solamente se le pone cloro; los habitantes de la población no tienen medidores, sino que cubren sólo una cuota anual, y reconoce que hay problemas para hacer los diferentes pagos. Uno de los más difíciles es el de la luz, porque está llegando de siete mil pesos mensuales.
La señora María Dolores Ortiz Loera explicó que en su casa llega un “chorrito”, además de que sale sucia, como con unas bolitas amarillentas y con grasa. Por eso dejó de tomar el agua, y optó por comprar de garrafón, que le representa una erogación de 60 pesos al mes, considerando que en su hogar se consumen cuatro garrafones.
Resaltó que recientemente a la escuela de su hija acudieron personas a sacarles sangre parta unos estudios. Por eso, les reiteró que no deben beber de la llave.
Pero el problema del agua contaminada no es exclusivo de la Colonia Hidalgo, sino que es más evidente, por el color verdoso del vital líquido, en el poblado anexo Labor de Guadalupe.
Un habitante del lugar, Alfonso Vega García, dijo que en su casa no beben agua del pozo, y que en la escuela “Adolfo López Mateos” la planta purificadora Keven es la que surte de agua para que tomen los niños, porque ellos son los más susceptibles de contraer alguna enfermedad.
Dijo que siempre han tenido el problema de que sale el agua con arenilla, y que hace cuatro años que se perforó un pozo nuevo, que sustituyó al ya existente, el vital líquido comenzó a salir de color verde, y no sirve de plano.