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La Villita, lugar con historia

Javier Guerrero Romero

Para Mayela del Carmen

Con su peculiar traza urbana, que nos remonta a los viejos tiempos coloniales, enclavada al centro de la las fértiles tierras del Valle de las Poanas, desde muy avanzado el siglo XVI se inició la lenta construcción de este asentamiento colonial.

Conocido desde sus primeros tiempos como La Villita, tal vez en referencia a la próspera y creciente Villa de Nombre de Dios, que en las cercanías se levantaba pujantemente en los albores del mismo siglo XVI. Por su connotación es posible que La Villita se tratara de un asentamiento mestizo con su pueblo de indios inmediato, pero de menores dimensiones a Nombre de Dios, de allí su denominación en diminutivo.

El poblamiento del Valle de las Poanas, en la zona limítrofe de los pueblos zacatecos y tepehuanes nativos de la región, fue sumamente lento a pesar de las fértiles llanuras en que está asentado.

La Villita parece que fue fundada a fines del siglo XVI, ante la problemática que significaba al creciente número de habitantes españoles y mestizos que empezaban a poblar el fértil Valle de Poanas asistir a recibir los oficios religiosos hasta el convento de San Francisco, que se levantaba en Nombre de Dios, de allí que se decidiera construir una capilla para atender el servicio espiritual de los habitantes de la región.

El punto seleccionado para tal asentamiento fue un lugar intermedio entre la Poana Alta y la Poana Baja, que permitiera asistir con facilidad a los habitantes dispersos en al región.

Desconocemos cuándo se levantó el templo en La Villita, pero éste se puso bajo la advocación de la Virgen del Rosario, devoción ampliamente difundida por los padres franciscanos, de donde se deduce que en un primer tiempo el templo fue administrado por los frailes de la seráfica orden.

AGUSTINOS

Se sabe que en 1634 el templo era administrado por el reverendo Pedro de Maldonado, fraile ermitaño de la Orden de San Agustín, de acuerdo con los registros que se conservan en Nombre de Dios.

La presencia agustina en Durango se debe a la promoción que realizara el primer obispo de Durango, fray Gonzalo de Hermosillo, hermano de San Agustín, quien se dignó en recibir el título de Primer Obispo de Durango, por lo que tras la toma de posesión dispuso lo necesario para que en el Obispado se establecieran frailes de su orden, con lo que dio nacimiento al antiguo convento de San Nicolás Tolentino, ahora conocido como de San Agustín y, desde allí, se empezó la atención, bajo la protección del Obispo, de pequeñas poblaciones a las que se asignó un religioso de su orden de manera permanente, tal fue el caso de La Villita.

NUEVA ADVOCACIÓN

Aun cuando la devoción a Nuestra Señora del Rosario es en esencia franciscana, los frailes administradores del pequeño templo mantuvieron esta advocación, a la que estaban profundamente arraigados los pobladores de la región. Sin embargo, paulatinamente se introdujeron nuevas devociones en la comunidad, impulsadas como parte del proceso evangelizador que emprendieron los agustinos.

Desde fines del siglo XVII las referencias a la población indistintamente se refieren a La Villita, como se le designó desde sus primeros años, o San Atenógenes, nueva advocación que entonces se encontraba ya establecida.

Desconocemos cuándo se transformó la advocación del templo de Nuestra Señora del Rosario por la de San Atenógenes, es posible que esto haya sucedido bajo la administración de los padres agustinos, aunque las imágenes que se conservan son más recientes, puesto que datan del siglo XVIII.

CENTRO CAMPESINO

Las tierras del Valle de las Poanas fueron en el siglo XVIII parte de las extensiones agrícolas del Conde de San Mateo de Valparaíso y del Marquesado de Aguayo, quienes controlaban la mayor parte de los predios y agostaderos de la región.

La falta de consolidación de la institución del mayorazgo en estas familias nobles facilitó, a principios del siglo XIX, agudizado por la revuelta que trajo consigo la guerra de Independencia, que las grandes extensiones y latifundios de Valparaíso y de Aguayo paulatinamente se fraccionaran.

Esto permitió el surgimiento de nuevos terratenientes, como Bracho en San Miguel de La Ochoa, pero también facilitó que algunas pequeñas poblaciones de mestizos y campesinos, como La Villita de San Atenógenes, comenzaron a tener el desarrollo propio de un pueblo próspero.

Cerca de las márgenes del río de las Poanas se levantaron otras poblaciones, como la hacienda de San Esteban, el pueblo de El Refugio y la hacienda de la Concepción de las Poanas.

CABECERA POLÍTICA

Los pueblos del Valle de las Poanas desde sus primeros tiempos fue parte del territorio de Nombre de Dios, tanto en la jurisdicción eclesiástica como en la civil. Luego, tras el inicio de la vida independiente, pasaron a forma parte del partido de Nombre de Dios, dentro de esa misma municipalidad.

Fue hasta mediados del siglo XIX cuando, el 21 de noviembre de 1847, por decreto se creó la Municipalidad del Valle de Poanas, integrante del partido de Nombre de Dios, en el que se incluyó a todos los pueblos y haciendas del Valle de las Poanas.

El 8 de mayo de 1884 el propio Congreso del Estado determinó que la cabecera municipal del Valle de las Poanas se trasladara a la Villa de San Atenógenes, por ser esta la principal población de la región.

Durante 21 años La Villita fungió ininterrumpidamente como cabecera municipal hasta diciembre de 1905, cuando la nueva ley territorial del estado determinó que se trasladara la cabecera del municipio al pueblo de San Esteban, aunque diez años después, por decreto del 2 de mayo de 1915, de nueva cuenta se dispuso que el gobierno de la municipalidad se estableciera en la Villa de San Atenógenes, función que se desempeñó hasta 1923, cuando de la fusión de San Esteban y El Refugio se dispuso el nacimiento de Villa Unión.

ADÓNDE IR

Templo del San Atenógenes. Ubicado al centro de lo que debió ser el antiguo asentamiento, en una intrincada red de callejones, se levanta frente a un amplio y espacioso atrio, que alberga incluso un bien cuidado jardín.

El templo muestra las diversas épocas de intervención que ha sufrido, algunas de ellas no muy afortunadas. En su interior podrá descubrir una curiosa disposición de las capillas laterales, y en el crucero del templo el trazo de lo que posiblemente fue la capilla original del siglo XVI, dedicada a Nuestra Señora del Rosario.

En el interior podrá descubrir diversas imágenes de gran calidad y factura, destacando un par de óleos del siglo XVIII que se ubican en el acceso del templo, uno de ellos dedicado a San Atenógenes, por lo que posiblemente forma parte de un antiguo retablo.

En el altar mayor, coronado por un bello ciprés neocolonial, con sus estilizadas columnas acanaladas, se encuentra una gran imagen de bulto de San Atenógenes, talla en madera posiblemente de fines del siglo XVIII o principios del siglo XIX.

HIMNO

La vida del santo

Aún se desconoce con precisión la vida de San Atenógenes, por lo que su biografía se considera dudosa en la actualidad.

Por la etimología de su nombre es posible que sea de origen griego, pues literalmente significa “procedente de Atenas o de Atenea”. Fue muerto hacia el año 305, durante la persecución del emperador Diocleciano en Sebaste, Armenia.

Según la tradición, una vez condenado a muerte, mientras esperaba el martirio, el obispo, anciano y notable teólogo cantó un himno de gozo en el que profesaba su fe en la divinidad del Espíritu Santo y lo dejó escrito para sus discípulos.

Luego fue echado a la hoguera, junto con otros diez cristianos. El himno de Atenógenes fue alabado por San Basilio en su tratado sobre el Espíritu Santo. Este cántico fue incorporado en el Rito de Constantinopla para el himno vespertino, “Phos ilaron”, el cual aún es cantado en el Rito Bizantino en el Hesperinos.

MENÚ

Qué comer

Cuando vaya a La Villita, para su deleite busque los siguientes platillos:

*Las costillas de puerco con chile ancho y nopalitos picados, sazonadas con cominos y orégano son un platillo sencillamente exquisito. No deje de probarlo.

*Los nopales en chile guajilla majado, son un paltillo singular realizado con masa de maíz, y un pequeño toque de sal y un polvito de orégano.

*Las gorditas de horno rellenas de frijoles molidos con chile guajilla y comino, o rellenas de rajas de chile ancho con queso, son realmente extraordinarias.

*Los chiles secos del valle de Poanas son verdaderamente inigualables, no pierda la oportunidad de llevar consigo estos manjares para su cocina.

*La tradicionales gorditas rellenas de los más exquisitos guisados realizados con la sazón de la tradición y la costumbre, es un bocado para entusiasmarse.

*Las gorditas de cuajada y las semitas de trigo son suculentas, una delicadeza de sabor.

*Los dulces en conserva y las cajetas de membrillo realizadas en los tradicionales cazos de cobre son una exquisitez.

RUTA

Cómo llegar

Elija el mejor camino para llegar.

*Desde Durango (aproximadamente 82 kilómetros). Tome la carretera federal número 45 con destino a Zacatecas. Alrededor del kilómetro 57, pasando Nombre de Dios, encontrará la desviación con dirección a Villa Unión, que está a 23 kilómetros. Cruce toda la población y a la salida tome la carretera estatal con dirección a La Ochoa, aproximadamente dos kilómetros más adelante encontrará La Villita de San Atenógenes.

*Desde Guadalupe Victoria (aproximadamente 67.8 kilómetros). Desde la plaza principal siga la carretera estatal número 500 con dirección a Ramón Corona; cerca de kilómetro 23 encontrará la desviación a Amado Nervo, dé vuelta hacia la derecha y siga la carretera hasta llegar a Villa Unión, unos 42.8 kilómetros más adelante. Sin ingresar a la población, continúe por la misma carretera unos dos kilómetros hasta La Villita.

*Desde Vicente Guerrero (aproximadamente 33 kilómetros). Al salir con dirección a Durango, tome la desviación por la carretera estatal 241 con destino a Villa Unión, casi unos 31 kilómetros. Al llegar a este lugar, cruce toda la población hasta encontrar la carretera con destino a La Ochoa; siga por ésta a su izquierda unos dos kilómetros más, para llegar a San Atenógenes.

¿SABÍAS QUE...?

... La fiesta de San Atenógenes fue instituida en Armenia por San Gregorio “El Iluminado”.

Escrito en: siglo, Atenógenes,, Valle, Nombre

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