Pues no, hoy no me da la gana hablar de política o de políticos. No quiero discutir las tomas de la tribuna de la Cámara de Diputados o las grabaciones ilegales de conversaciones telefónicas. No me interesa tampoco hablar en clave de la próxima fiesta que voy a organizar ni de mi deseo de llevar a ese festejo un pastel gigantesco. Quisiera comentar más bien las emociones que me ha generado el reportaje pictórico de la actriz Margarita Gralia que la revista Playboy ha publicado este mes.
Debo reconocer que Margarita es una de mis actrices favoritas. No sólo es una mujer hermosa, sino que constantemente en su trabajo muestra su calidad como actriz. En las entrevistas, por lo demás, hace siempre gala de inteligencia. En los escenarios la Gralia está representando ahora a esa calculadora señora Robinson de El graduado de Mike Nichols que se ha convertido en un personaje clásico de la dramaturgia contemporánea. En la pantalla chica participa en la telenovela La heredera. Su papel de Paulina en Mirada de mujer fue, por otra parte, clave para hacer de esta telenovela un éxito notable.
En una vida llena de retos, sin embargo, no hay duda de que una de las decisiones más arriesgadas de la Gralia ha sido la de posar desnuda a los 50 años de edad. Son contadas en el mundo las mujeres que a esa edad -o, cuando lo pienso bien, a cualquier edad-pueden mostrar abiertamente su cuerpo al natural y causar asombro y admiración. Margarita lo ha hecho ahora con una enorme dignidad.
La Gralia no sólo despliega una impresionante belleza física sino que resulta evidente que la tiene gracias a su naturaleza y a su esfuerzo personal. No se advierten en su cuerpo esos trabajos quirúrgicos e inyecciones de silicón que son tan comunes en las actrices y modelos de nuestros días. Margarita nos recuerda una vez más que lo natural es siempre lo más bello.
En las entrevistas que ha dado a los medios como consecuencia de este reportaje gráfico, la Gralia ha señalado que aceptó posar para la revista porque le intrigó la posibilidad de hacerlo a los 50 años. Quizá si se le hubiera ofrecido la oportunidad más temprano en carrera lo habría dudado o no habría accedido. Las revistas masculinas están, después de todo, llenas de chicas veinteañeras que posan desnudas con los pechos henchidos de silicón y la esperanza de que su cuerpo las haga avanzar en su carrera. Margarita lo hace en un momento en que ya está consolidada su carrera como actriz y en que no tiene nada que probar. Nada, excepto algo que es sutil e importante: que una mujer puede tener un cuerpo bello, muy bello, a los 50 años de edad.
No han faltado por supuesto los moralistas que han dicho que una mujer no tiene por qué posar desnuda a ninguna edad, y muy especialmente a los 50 años. Son los mismos que sostienen que hay algo de vergonzoso en el cuerpo humano: que la moral dicta que hay que ocultarlo o mostrarlo solamente al marido. A ellos Margarita les demuestra una vez más que el cuerpo humano es hermoso y debe ser liberado.
De hecho, al ver el reportaje pictórico de la Gralia no pude dejar de pensar en el episodio de Friné, esa joven mujer de la Grecia clásica, amante y modelo de Praxíteles, quien nos dejó un registro de su belleza en sus estatuas de Afrodita. A Friné se le acusó de pervertir a la juventud. El Consejo de Ancianos de Atenas la juzgó bajo ese cargo, pero antes de pronunciar su veredicto le pidió que se presentase ante ellos para ofrecer su defensa. Friné sencillamente se puso de pie y dejó que la túnica que vestía cayera a sus pies. Su belleza física, cuentan, era tan radiante que los ancianos no pudieron más que absolverla. Una belleza así no podía ser perversa.
A dos y medio milenios de distancia Margarita puede obtener también toda absolución que quiera o necesite de nuestros modernos consejos de ancianos. Y no es que la belleza física lo sea todo. De hecho, una y otra vez la Gralia demuestra tener una inteligencia excepcional que combina con su belleza y su sonrisa seductora. Pero en esta ocasión está mostrando su atrevimiento para romper con los patrones de conducta que se esperan de una mujer de “cierta edad”. Y por ello muchos mexicanos -hombres y mujeres— le estamos agradecidos.
COMPETITIVIDAD Es verdad que la inversión extranjera en nuestro país ha aumentado en un 25 por ciento este año. Este incremento se nota principalmente en la industria maquiladora. Sin embargo, mal haríamos los ciudadanos, el Gobierno y los legisladores en quedarnos cruzados de brazos ante las crecientes señales de que nuestra competitividad se está erosionando. Necesitamos impulsar las reformas estructurales que nos harán más competitivos. Sin ellas iremos perdiendo terreno de manera inevitable.
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