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México. DF, .- Autoridades de Estados Unidos calculan que de México a ese país cruzan por lo menos mil personas al día la frontera, para intentar encontrar mejores condiciones de vida.
Pero en esos cálculos no se incluye a migrantes de otras nacionalidades que usan el territorio mexicano para entrar legal o ilegalmente a Estados Unidos.
El problema migratorio tiene que ver con razones culturales, económicas, poblacionales, sociales y de violencia, y que finalmente se convierten en presiones hacia los países con mayor estabilidad y mejores niveles de desarrollo.
Un estudio de la organización internacional Population Reference Bureau (PRB) detalla que tan sólo cinco naciones: Estados Unidos, Canadá, Australia, Israel y Nueva Zelanda, reciben en total cada año a un millón 200 mil inmigrantes, y la Unión Americana es el mayor receptor del mundo con un millón de inmigrantes al año.
El desarrollo en las comunicaciones ha hecho que los interesados en viajar a otros países en busca de mejores condiciones de vida estén mejor informados sobre los instrumentos de política internacional que existen para solicitar protección y ayuda de la comunidad internacional cuando en sus países de origen hay condiciones de violencia generalizada o de injusticias.
El cruce de indocumentados al día a lo largo de los tres mil kilómetros de frontera entre Estados Unidos y México supera el millón de personas, lo que hace de ésta la frontera más activa del mundo, pero también en el cruce más peligroso del planeta, en algunas zonas.
Los mayores riesgos, en la que hoy es la ruta preferida de los migrantes y de los traficantes de personas, están en el desierto de Arizona no sólo son por el clima y la falta de víveres, sino porque los “polleros” convierten en presa fácil a sus propios “clientes”.
De acuerdo con los mismos indocumentados que a diario son capturados por la Patrulla Fronteriza, los traficantes cobran de mil a cinco mil dólares por persona, dependiendo dónde se enganchen y hasta dónde quieran que los dejen.
El propio vocero de la corporación señala que desde una ciudad fronteriza mexicana les llegan a cobrar mil dólares sólo por llevarlos en medio de cañadas y barrancas, para hacerlos que crucen la cerca y los abandonan a su suerte, y muchas veces en ese mismo momento son atrapados por la Patrulla Fronteriza y enviados de nuevo a México.
De acuerdo con estudios de la propia corporación, los migrantes realizan de cuatro a diez intentos por cruzar la frontera de México hacia Estados Unidos, lo que representa una intensa movilización de la patrulla las 24 horas del día por toda la franja fronteriza.
La experiencia de los grupos Beta, integrados por agentes migratorios mexicanos y policías municipales mexicanos que se encargan de dar orientación y ayuda a los migrantes, señala que cuando una persona llega a la línea fronteriza para tratar de cruzar la frontera está por enfrentarse a la etapa más difícil de su aventura.
Por si fuera poco se encuentran frente a un desierto en el que caminarán durante por lo menos cuatro días bajo un clima extremo y además deberán superar los riesgos de la fauna del lugar, principalmente los coyotes, las víboras venenosas y otros reptiles como el monstruo de gila, cuya mordedura es letal.
Durante el verano la temperatura en el desierto supera los 42 grados centígrados y en el invierno se ubica por debajo de los cero grados.
Desde hace algunos meses, comentó Andy Adame, los traficantes de personas han suministrado, sin escrúpulo, algunas drogas como anfetaminas, cafeína y efedrina a los migrantes que intentan cruzar el desierto.
Estas sustancias, si bien les estimula el sistema nervioso central y les da energía para sentirse menos cansado, pero acelera los efectos de la deshidratación y los deja sin posibilidad de encontrar ayuda.
Cada inmigrante que se aventura a cruzar el desierto necesitaría casi 200 litros de agua para sobrevivir a las altas temperaturas durante el día.
Estudios efectuados por la Patrulla Fronteriza indican que para que una persona pueda sobrevivir en estas condiciones debe consumir por lo menos dos litros de agua cada hora, y si se toma en cuenta que son por lo menos cuatro días de camino de Sasabe en Sonora a Tucson, Arizona, se hablaría de un tinaco pequeño por persona.
Con todo ello, la afluencia de migrantes que intentan conquistar el “sueño americano” se mantiene, ni la cerca metálica ni la presencia de los 11 mil policías de la Patrulla Fronteriza han logrado disminuir el número de intentos de cruces que se registran al día de manera ilegal.