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Episcopeo

Por Mons. Héctor González Martínez

El Mezquital

Dedicando dos días a la Parroquia de Santa María de Guadalupe en S. Francisco del Mezquital, terminé la Visita Pastoral corta a la primera de las 18 zonas.

He visitado las comunidades más alejadas como Yonora y S. Miguel Temoaya, así como las comunidades cercanas de Santa Gertrudis y el Troncón; más otras instituciones como la Presidencia Municipal, el templo de S. Francisco, el balneario La Joya, un asilo de ancianos en construcción y el albergue para estudiantes indígenas tepehuanos, coras y mexicaneros. Destaco algunos aspectos sobresalientes.

De S. Francisco del Mezquital me llamó la atención el buen estado y la buena disposición de su templo parroquial y del curato, la pavimentación, la limpieza y la buena disposición de las calles; el estilo abierto y familiar de su gente. Hacía decenas de años que yo no visitaba El Mezquital y me causó buena impresión. Hay una actividad febril para avanzar la pavimentación de la carretera a Nayarit. Me quedó pendiente los restos del convento franciscano original invadido y cubierto por el río.

Para llegar a Yonora, unos 20 kilómetros de carretera pavimentada, otros en obra, luego camino áspero y aplanado e impresionantes quebradas; población de unos 300 habitantes, hay gente muy franca y alegre dedicada principalmente la ganadería, con un templo reciente, su danza bien presentada y adornos de cucharilla.

De S. Miguel Temoaya, me ocupó más la atención, preguntar y comentar acerca de los cristeros que tuvieron ahí un reducto relacionado con otro grupo en Santiago Bayacora.

Ante todo aclararé que no eran rebeldes, guerrilleros o revolucionarios como se les mencionaba, sino católicos que defendieron su religión ante la Constitución de 1917 y su aplicación por el Gobierno de Plutarco Elías Calles, con la persecución religiosa de 1926 a 1929.

Lo más interesante fue escuchar a una anciana que acompañó a los cristeros, por las serranías y después ante los jueces. Todos recuerdan al jefe cristero Dámaso Barraza, de quien existen aún tres nietos, emboscado y asesinado por el ejército.

Entre las varias reuniones me gustó especialmente la visita al albergue indígena y el encuentro con los internos, la gran mayoría tepehuana, tres o cuatro mexicaneros que aún hablan náhuatl y algunos coras; todos ellos son originarios de comunidades muy alejadas de la cabecera municipal y parroquial; prácticamente en territorio de la Prelatura de Jesús María.

Escuchando hablar a los tepehuanos, recordé algunas palabras que aprendí cuando conocí algunos de sus lugares, acompañando a Mons. Lucio Torreblanca y Tapia en Visita Pastoral a la Parroquia de Pueblo Nuevo.

Una muchacha habla tepehuán, mexicanero y español y está estudiando inglés; un muchacho habló de prepararse para trabajar en cualquier parte, incluso Estados Unidos o Tokio; en un rinconcito había cuatro jóvenes aprendiendo a manejar la computadora.

Muchachos y muchachas son alegres, comunicativos y espontáneos, tienen una gran estima del agua bendita; me hicieron diversas preguntas; también yo les pregunté sobre los ritos religiosos que conocí cuando acompañé a Mons. Torreblanca; los exhorté a no avergonzarse de su cultura y a conservar los ritos religiosos indígenas.

Los jóvenes viven en el albergue, pero van a las escuelas de la población; manifestaron sus dificultades para los estudios superiores en esta ciudad de Korián o Durango. Quedé de regresar a finales del curso para Confirmar a algunos.

El Mezquital aún tienen mucho qué decirnos: Huazamota fue el primer contacto del Evangelio con Durango y de Nombre de Dios el Evangelio pasó a S. Francisco y al resto.

Escrito en: buena, Mezquital, Francisco, comunidades

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