La expresión monda y lironda alude a lo que está libre de cosas superfluas, y la empleo sin ningún ánimo peyorativo, y porque se me hace que es la mejor manera de referirse a la oratoria que representaba Carlos Ornelas Navarro, campeón del Concurso Estatal de Oratoria de 1972. Los nuevos tiempos de la oratoria exigían dejar atrás el exordio tanto en el discurso preparado como en el improvisado e ir directamente al tema. En el improvisado había sido práctica común utilizar un exordio, valga decir un párrafo de extensión regular, que por su generalidad abarcara más o menos cualquier tema que pudiera ser asignado por el jurado calificador, y de esa manera ganar tiempo en el desarrollo del tema fijado. Cuando el exordio quedaba que ni mandado hacer con el tema improvisado, impresionaba gratamente al jurado y al público, aunque se supiera que el orador ya lo llevaba preparado como comodín para cualquier tema. Ya en los años setenta, esta práctica, que tan buenos resultados había dado, iba quedando atrás, y el mismo público cuando percibía que el orador al momento de la improvisación se servía de ella, de inmediato empezaba a corear: “tema, tema, tema”, obligando al orador a entrar al desarrollo directo del tema de improvisación que le había tocado en el sorteo.
Los nuevos tiempos también exigían dejar atrás las palabras que adornaban a las ideas, y presentar las ideas desnudas de ornamentos; incluso, el orador ya no fue el orador de saco y de corbata, sino el vestido de forma casual y barbón. La misma mímica ya no fue tan expresiva y se redujo a lo necesario.
Tiempos traen tiempos, y la oratoria también tiene que entrar a la moda, pues la moda ha acompañado a la humanidad desde sus orígenes en todos sus órdenes.
La primera etapa de este concurso de oratoria de 1972 fue el lunes 22 de mayo, en los pasillos del Edificio Central, participando en ella trece concursantes, siendo ellos: Esteban Valles de la ETIC, con el tema “El mito del ejido”; Amador Nájera de la CNC, de Gómez Palacio, con el tema “Cárdenas y la destrucción del movimiento obrero”; Francisco Estada de la CNOP, con el tema “Inicio de la vida política de Juárez”; Adolfo Andrade de la Secundaria 6, con el tema “Vida y obra de Juárez”; Agustín Manzanera Jáuregui de la Preparatoria Nocturna, con el tema “Universitario, ciudadano, nación”; Horacio Gámiz del Tecnológico, con el tema “Parangón entre el Lic. Juárez y Lic. Echeverría”; Olivia Bonilla de la Escuela Secundaria Niños Héroes de Las Nieves, Dgo., con el tema “La actitud del estudiante dentro de la sociedad”. A los anteriores oradores hay que agregar los nombres de los seis que resultaron finalistas, siendo ellos: Carlos Ornelas Navarro de la Escuela Superior de Comercio y Administración de la UJED, con el tema “Alternativas para el desarrollo de México”; José René Rivas de Canatlán, con el tema “Razón y solución del movimiento estudiantil universitario; Guillermo Rodríguez Gallegos de la Escuela de Derecho de la UJED, con el tema “Comunicación de la juventud”; José Luis Ricario de la secundaria 6, con el tema Juárez, vida y obra”; Francisco Bayona Sandoval con el tema “Los concursos estudiantiles de oratoria y el manejo de las ideas de sus participantes” y Tomás Orozco Rems de la Escuela de derecho de la UJED, con el tema “La educación rural y universitaria”.
Al día siguiente, después del desarrollo del tema común de improvisación que fue “Las perspectivas de la Universidad abierta en el México actual”, el fallo del jurado calificador integrado por José Hugo Martínez Ortiz, Jorge Contreras Casas y el que esto escribe, fue: Carlos Ornelas Navarro, primer lugar, mil quinientos pesos en efectivo y medalla de oro; Francisco Bayona Sandoval, segundo lugar, mil pesos en efectivo y medalla de plata; y Guillermo Rodríguez Gallegos, tercer lugar, quinientos pesos en efectivo y medalla de bronce.
Ya para estas alturas, veinticinco años después, el interés por la oratoria iba entrando en sueños y el interés por la declamación se encontraba en la cresta de la ola, pues en el Concurso Estatal de Declamación de este año de 1972, que fue el 26 de mayo, participaron 43 concursantes, pasando 15 a finales, ganándolo Rubén Castrellón, por cierto uno de los mejores promotores culturales que haya tenido y tiene Durango por muchos años; el segundo lugar fue para Rubén Ríos Guerrero del Tecnológico y el tercero para el buen amigo y correligionario Jesús Eusebio Aseff Rodríguez.
En estos festejos estudiantiles, los universitarios terminamos bailando el sábado 27 de mayo, en el Edificio Central, con la Comparsa de la Laguna, que por esos años vivía sus momentos de gloria en competencia con la comparsa de Beto Díaz, de Fresnillo, Zacatecas.