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Simbología y literatura rusa

Isaac Mejía

Vivimos en un mundo cargado de símbolos, señales que nos facilitan una convivencia con el entorno. Los símbolos son un resumen y, a la vez, un modelo: El logotipo de una empresa, un escudo heráldico, la cruz roja, la balanza, un triángulo iridiscente que contiene en su interior un ojo, un querubín alado, el dragón, la figura de la mano.

Además de la publicidad y la costumbre de verlos durante años, la pervivencia de los símbolos en nuestra memoria se debe al impacto que éstos generan en nuestro subconsciente. De ahí que la interpretación de un símbolo sea considerada como un acto subjetivo de nuestra mente, el cual tiene lugar dentro de un contexto histórico y social.

Enseguida se mencionan tres obras literarias, de escritores rusos, en los que el dedo aparece como símbolo metafórico: “Crimen y Castigo” (1866) de Fiodor Dostoievski, “Padres e Hijos” (1862) de Iván Turgueniev y “El Padre Sergio” (1911) de Lev Tolstoi.

En “Crimen y Castigo” la vieja usurera (Aliona Ivánovna) muerde en el dedo a Lizaveta (su hermana menor): “… la vieja es perniciosa. Carcome la vida de otra persona: Hace sólo unos días, rabiosa, le mordió un dedo a Lizaveta. ¡Por poco se lo corta!”. Antes, Lizaveta es descrita por el narrador como una solterona, patosa, tímida y pacífica; esclavizada y maltratada por Aliona.

Se puede afirmar que Dostoievski introduce en su relato la simbología del dedo para establecer la condición de víctima inocente de Lizaveta, antes de que Raskólnikov la asesine después de asesinar a la vieja usurera.

La simbología del dedo es un recurso narrativo: Con la condición de víctima -a priori- de Lizaveta, el narrador despoja a Raskólnikov de toda posibilidad de justificar el crimen de la vieja usurera: De nada le sirve convencerse de que Aliona “no vale más que la vida de un piojo” si, por un designio del destino, aparece en escena la inocente Lizaveta y también a ella la mata.

En “Padres e hijos” el nihilista Bazárov, protagonista de esta novela, muere tras cortarse en un dedo y contagiarse: “-… He ido hoy a la aldea, ¿sabes?, de donde trajeron al campesino enfermo de tifus. No sé por qué, se disponían a hacerle la autopsia. Y yo hace mucho que no me he ejercitado en eso. -¿Y qué? -Bueno le pedí al médico local que me dejara ayudarle. Y me he cortado”.

El dedo herido es una metáfora que Turgueniev emplea como un recurso narrativo para simbolizar el pesar y el sufrimiento que hay en la sociedad (tifus), siendo la casualidad (mala suerte) quien permite que la enfermedad (realidad) penetre al cuerpo del nihilista Bazárov (vida y pensamiento en contradicción), por medio de su dedo (contacto con la realidad). La realidad, el contrincante directo del protagonista, destruye a Bazárov y se eleva por encima de él.

En “El Padre Sergio” el autocastigo aparece como la única posibilidad de redención: Ante la tentación de ver a esa mujer que “Se desabrochó el vestido, dejando los senos al aire...” el padre Sergio “Vio el candil. Puso el dedo en la llama…” para quemar su virilidad.

La simbología del dedo es utilizada por Tolstoi como signo de virilidad que debe ser quemado para evitar caer en la tentación-perdición. Sin embargo, al no resistir la intensidad del dolor, el padre Sergio “retiró la mano sacudiéndola” y “agarrando el hacha con la mano derecha puso un dedo de la izquierda sobre el tajo, levantó la herramienta y de un golpe se lo cortó…”.

La cicatriz que delata al dedo cortado se puede interpretar como una castración ante Dios y la sociedad, como un estigma en el que los demás podrán reconocer la huella del pecado. Además, el dedo que “cayó al suelo produciendo un sordo ruido” se convertirá en el miembro invisible que representa, para el padre Sergio, el cargo de conciencia.

Escrito en: dedo, vieja, Lizaveta, padre

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