“La vida es en su totalidad una gran broma cósmica. No es algo serio, tómala seriamente y la perderás. Compréndela únicamente a través de la risa”. Fueron las palabras del filósofo hindú Osho.
Reírse es una función biológica necesaria para mantener el bienestar tanto físico como mental, una hermosa puerta para lograr la relajación, abrir esa capacidad de sentir, de amar, de llegar al silencio, al éxtasis, a la creatividad, sencillamente utilizando la risa como camino.
La risa incluso tiene su propio lugar físico en el cerebro, que se encuentra en el córtex prefontal, la zona más humana del cerebro ya que no la desarrollan otros animales. Según los expertos en ella reside la creatividad, la capacidad para pensar en el futuro y la moral. De ahí que los únicos seres con capacidad de reírse, no de alegrarse, son los humanos.
Reírse es natural, de hecho, un bebé a las 36 horas de nacido puede ofrecer una sonrisa a sus padres, además los niños están mucho más dispuestos a reírse que los adultos. Un niño sano se ríe un promedio de 300 veces al día; sin embargo, con el crecimiento la risa es cada vez más costosa. Un adulto lo hace entre 15 y 100 veces al día.
Hábito Como cualquier otro ejercicio necesita ser practicado: cuanto más se ríe, más fácil es luego provocar la risa y visceversa. Además, a reír se aprende. En las escuelas de risa enseñan que las técnicas deben ser orientadas a reírse de la situación de los demás y también de la propia.
El principio básico de la Risoterapia reside en estimular la producción de distintas hormonas que genera el propio organismo con ejercicios y juegos grupales. Su cometido es potenciar el sistema inmunitario en general y facilitar la superación de diferentes bloqueos.
Máximo poder ¿Por qué el masaje es tan curativo? o ¿por qué las caricias son tan placenteras? Pues, sencillamente, porque ambos estimulan la segregación de endorfinas, así que cada vez que se experimenta placer en los estados de euforia y felicidad o cuando se disfruta con la música, la poesía, el arte o la naturaleza, están en juego las endorfinas.
Cuando alguien ríe el cerebro hace que su cuerpo las segregue; de hecho, una simple sonrisa emite la información necesaria que activa esa segregación de drogas naturales que circulan por el organismo, y que resultan cientos de veces más fuertes que la heroína y la morfina, pero gratuitas y no tienen efectos secundarios.
Las endorfinas, específicamente las encefalinas, tienen la capacidad de aliviar el dolor, pero además envían mensajes desde el cerebro hasta los linfocitos y otras células para combatir los virus y las bacterias.
Pero lo interesante de la risa es que se ha comprobado que los enfermos de Sida o de cáncer tienen una mayor resistencia mientras mejor es su estado anímico. Y cualquiera puede pasar de la depresión a la estabilidad, tan sólo con una carcajada, y lo mejor de todo es que ¡es gratis!