Hago alusión a un libro elaborado por el gran escritor mexicano Gilberto Guevara Niebla, el cual tituló "la catástrofe silenciosa". La razón de la mención del libro es por la similitud que tiene en nuestros días el contenido del libro con el sector educativo. Porque tal parece que no ocurre nada en este rubro en México, pero sobre todo vivimos en el mutismo.
Y es que desde la aparición del libro hasta la fecha México ha venido padeciendo un síndrome de lentitud al cual le han aplicado varios diagnósticos pero no se ha encontrado su cura y al parecer tardará años en poder ver la salida a esta catástrofe.
Lo único rescatable dentro de la educación, a mi parecer, son aquellos docentes que verdaderamente dedican su tiempo a la enseñanza, aquellos que preocupados por el aprendizaje de sus alumnos se ocupan en su capacitación, en su desarrollo personal, en ofrecer mejores oportunidades para los seres humanos. De ahí adelante no veo hombres y mujeres decididos a poner cura al mal que enfrenta la educación.
Por fortuna algunas instituciones educativas, preocupadas por la calidad, buscan capacitarse e incrementar día a día su calidad, directores que verdaderamente exigen a su personal la actualización, la certificación, la planeación y sobre todo se ocupan de una gestión escolar eficiente.
Lo preocupante es observar la enorme burocracia que existe en las Secretarías de Educación, que a pesar de los esfuerzos de los jefes de departamento y directores de área por eliminar espacios por los recortes de personal se sigue absorbiendo la carga histórica de dicha dependencia.
Informe tras informe muestran que la recuperación de México es lenta pero nadie dice nada; la catástrofe es silenciosa. Claro que existen indicadores que ubican con gran posibilidad de crecimiento para nuestra nación, pero es gracias al esfuerzo que ponen día a día aquellos docentes preparados, competentes y dispuestos a mejorar los resultados de sus alumnos. Desgraciadamente para estos docentes no existen los estímulos, las recompensas, ni mucho menos los privilegios de que gozan algunos funcionarios. Pero es tanta su satisfacción que la recompensa es un abrazo de sus alumnos o un "gracias" por los padres de familia.
La parsimonia que vive la educación la hacemos la mayoría de nosotros; urgen cambios de fondo, cambios que permitan entrar en una dinámica de verdadero trabajo. Si viviera José Vasconcelos y observara el actuar de la educación en México se sentiría desilusionado en lo que la hemos convertido. Y es que nos hemos olvidado de la formación docente; urge defender a la educación pero con sentido de identidad y pertenencia aunque en esa lógica es un hecho que sólo se puede luchar por aquello que se quiere; se quiere lo que se respeta y se puede respetar únicamente lo que por lo menos se conoce.
Rescatemos con carácter de urgencia el legado que nos han dejado José Vasconcelos, Antonio Caso, Rafael Ramírez, entre otros, y rompamos con los cacicazgos de personalidades como Elba Esther Gordillo, y me refiero únicamente a ella, no a las dirigencias seccionales que en algo han contribuido con la educación. Pero sí es necesario romper de una vez con la maestra Elba Esther, que ella sí ha contribuido pero para mal al hacer acuerdos políticos en contra del bienestar educativo, ¿o ya se olvidó que llegó para romper con el dominio que tenía Carlos Jongitud Barrios y lo que se buscaba era democratizar un poco al SNTE? Sin embargo, con el paso de los años dicho organismo vive un descrédito por las malas políticas utilizadas por años.
Por lo pronto queda la reflexión en torno a lo preocupante de la situación de nuestro Sistema Educativo Nacional; no se han mencionado cifras ni los lugares que ocupa México en el tema educativo. Dicho análisis se realizará en el espacio de la próxima semana.