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Relación de Jesús con los escribas

Eduardo Campos Rodríguez

Esta Semana Santa en la que recordamos con mayor intensidad la vida, pasión, resurrección y ascensión divina de Jesús, hijo de Dios, salvador que vino al mundo a dictar una doctrina de amor al prójimo, atraen nuestra atención la hoja y el sermón dominicales en el apartado que refiere la actitud de Jesús frente a los escribas y fariseos. La fuente original de la información se encuentra en el Nuevo Testamento, en escritos de los apóstoles Juan, Mateo, Marcos y Lucas y a los que los estudiosos de las Sagradas Escrituras han recurrido para analizar e interpretar todo lo acontecido en aquella época. Así, instalados en el tema, las primeras preguntas son ¿Quiénes eran los escribas? ¿Qué hacían? Y ¿cuál era el motivo para que Jesucristo los fustigara tan severamente?

Los escribas, que se mencionan con mucha frecuencia en los Evangelios, formaban un grupo de eruditos, a veces, allegados a los fariseos y, otras, a los saduceos, igual asesoraban a dignatarios religiosos. Esta denominación varió con el transcurso del tiempo, pero en los tres siglos iniciales del cristianismo, los escribas se mantuvieron como intérpretes profesionales y profesores de las leyes.

Los escribas interpretaban las leyes bíblicas o redactaban nuevos textos, basándose en las tradiciones de las leyes orales de sus mayores; debían dar cuenta de todos los conocimientos revelados por el estudio de las Escrituras y, por último, tenían que actuar como consejeros de los jueces y de quienes administraran las leyes.

Por lo general pertenecían a la secta religiosa de los fariseos, y la gente los respetaba y los llamaba “Rabí”, título de respeto que se usaba para dirigirse a los maestros. Los escribas no sólo eran responsables de las aplicaciones teóricas de la ley y de la enseñanza de ésta, sino que también poseían autoridad judicial para dictar sentencias en instancias de justicia ya que en el tribunal supremo judío llamado el Sanedrín actuaban con gran influencia.

El motivo por el cual Jesús los fustigó con severidad fue que los escribas, al igual que los fariseos, habían convertido la ley en una carga para la gente al saturarla de sus añadiduras. Además, como clase no le tenían ningún amor a la gente ni deseo de ayudarla, no estaban dispuestos ni siquiera a mover un dedo para aliviar sus cargas. Amaban los aplausos de los hombres y los títulos altisonantes. Su religión era sólo una fachada, un ritual, que encubría su hipocresía. Jesús mostró lo difícil que sería para ellos obtener el favor de Dios debido a su actitud y sus prácticas, diciéndoles: “son como sepulcros blanqueados que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de podredumbre. Así también ustedes, escribas y fariseos hipócritas, por fuera parecen justos ante los hombres pero por dentro está la hipocresía e indignidad”.

Los tiempos de Jesús no conocían aún la sistematización de la actividad notarial que hizo el emperador Justiniano en el siglo VI; tampoco la reglamentación del emperador de oriente León VI en el siglo noveno, tendientes a transformar aquella figura soberbia de los escribas; sin embargo, el mensaje profundo del divino redentor persiste en su esencia y el llamado para todos en cualquier actividad del ser humano es el de no ser como en su tiempo lo fueron los escribas: “sepulcros blanqueados”.

Escrito en: escribas, Jesús, gente, Esta

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