No fue casualidad que un grupo de militantes del Sindicato Mexicano de Electricistas haya bloqueado durante 11 horas la avenida de los Insurgentes, una de las principales vías de comunicación de la capital del país, este lunes 12 de julio. Ante el fallo de la Suprema Corte de Justicia que ratificó la facultad del Ejecutivo para extinguir a Luz y Fuerza del Centro, los dirigentes del SME están recurriendo ahora a una táctica de confrontación con los habitantes de la Ciudad de México con la idea de que la exasperación de los capitalinos acabará por convencer al Gobierno Federal de ceder ante sus exigencias.
Martín Esparza, líder del SME, ha apuntado que la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró que están salvaguardados los derechos del sindicato y de los trabajadores, quienes podrán hacerlos valer a través de las "instancias correspondientes". Y para él una de las instancias correspondientes es la movilización y el bloqueo de vías de comunicación.
La reciente decisión de la primera sala de la Suprema Corte de Justicia sobre el caso Atenco, la cual justifica los actos de violencia cuando éstos se llevan a cabo en el marco de protestas sociales, parece garantizar que continuarán las movilizaciones y los bloqueos. Cualquier uso de la fuerza pública para disolver el bloqueo de una vía de comunicación puede convertirse ahora en una violación a los derechos humanos de los manifestantes. La gran pregunta, sin embargo, es qué tanto daño político le pueden causar al jefe de Gobierno Marcelo Ebrard, un político que ha señalado su intención de buscar la Presidencia de la República en 2012, las manifestaciones y bloqueos del SME.
Marcelo Ebrard ha respaldado siempre al SME, aunque este sindicato lo ha acusado a veces de colaborar con el Gobierno Federal en su contra. El campamento del sindicato en el Zócalo ha recibido apoyos del Gobierno capitalino desde casas de campaña y un consultorio médico hasta instalaciones de gas y agua, sanitarios, cocina y equipo de transporte. Ebrard ha utilizado a la Policía para proteger y respaldar a los militantes del SME en sus manifestaciones e incluso en bloqueos tan prolongados como el del 12 de julio. Ha preferido olvidar las promesas de que no permitirían bloqueos en vías primarias o en el paso del Metrobús, cuyo servicio se vio interrumpido el lunes. Ha insistido, por otra parte, que el culpable de las manifestaciones y bloqueos del SME es siempre el Gobierno Federal.
Pero el propio Ebrard sabe que mucha gente lo culpa a él. Por lo pronto ahí está como prueba una policía que en lugar de mantener abiertas las vialidades hace cortes a la circulación y protege a los manifestantes de la ira de los ciudadanos.
Ebrard debe tener cuidado de no cometer el mismo error que Andrés Manuel López Obrador. La furia de éste ante la derrota electoral del 2006 lo llevó a establecer un campamento de seis semanas en el Paseo de la Reforma. Esta acción, que constituía una abierta agresión a los ciudadanos, llevó a un desplome en la popularidad de su movimiento.
No es Ebrard sino el SME el que está llevando a cabo los bloqueos. Pero la identificación del movimiento del SME con el PRD capitalino y con el jefe de Gobierno es suficientemente fuerte como para que éste pueda salir afectado. Si el SME insiste en una estrategia de abierta agresión a la comunidad, como los bloqueos del 12 de julio, Ebrard se encontrará entre la espada y la pared.
DECLARACIÓN DE VIENA
Los ex presidentes de México Ernesto Zedillo, de Brasil Fernando Henrique Cardoso y de Colombia César Gaviria han firmado la Declaración de Viena que pide cambiar la estrategia en una guerra contra las drogas que ha resultado un fracaso. Según Cardoso, en América Latina "el único resultado de la prohibición ha sido el cambio de áreas de cultivo y de cárteles de un país a otro".
"Vamos a continuar con las movilizaciones hasta que nos restablezcan el Estado de Derecho".
Martín Esparza