México es hoy un mejor país que hace 50 o 25 años. México será mejor país dentro de un cuarto de siglo. El lance no tiene nada de temerario, de hecho debería ser un lugar común pues los datos lo avalan. Y sin embargo decirlo suena a ingenuidad, a demagogia, a mentira. Así de confundidos andamos. La confusión no es gratuita, basta con ver el desfile de obsesiones, vanidades y frivolidades de nuestros gobernantes -de todos los frentes- para ratificar la magra calidad profesional de quienes nos gobiernan. El ambiente político está tan envilecido que ya ni siquiera se registran los avances y cambios en la vida cotidiana de decenas de millones de mexicanos. Pero el país, a pesar de sus gobernantes, mejora y seguirá mejorando.
Se dieron a conocer los resultados del censo 2010. En él vienen algunos datos muy relevantes que por supuesto se perdieron entre los dimes y diretes de la comedia política. 112.3 millones de habitantes es la población total, un poco por arriba de lo esperado. En una década la tasa de crecimiento poblacional pasó de 1.9 a 1.4%. Sin embargo las tendencias de largo plazo se confirman; en dos décadas la población dejará de crecer, se estabilizara con alrededor de 135 millones. La tasa de fecundidad ha descendido; en el 2010 se reportan 1.7 hijos por mujer en edad fértil. México está ya por debajo de la tasa de reposición -2.1- lo cual nos sitúa mucho más cercanos al comportamiento de los países desarrollados. Increíble, pero en un futuro no muy lejano habrá que vigilar que la tasa no se desplome para evitar problemas como los de Rusia, Japón o España e Italia con decrecimientos severos y necesidad de "importación" de mano de obra.
Por primera ocasión los niños menores de 10 años disminuyeron en alrededor de 300 mil. México tendrá que reubicar escuelas y maestros porque la demanda cambia sin pausa. El descenso en la fecundidad y la mortalidad anuncian el envejecimiento. En el 2000 el promedio de edad era de 22 años, en el 2010 es de 26. Somos todavía un país de jóvenes pero no por mucho tiempo. Por supuesto las disparidades regionales son fuertes. No es casual que los municipios con un mejor Índice de Desarrollo Humano presenten menor tasa de fecundidad: ahí está el círculo virtuoso del desarrollo. La esperanza de vida sigue en ascenso, es muy cercana ya a la de los países ricos. Hay áreas de oscuridad, por ejemplo el embarazo de adolescentes -entre 12 y 19 años- que ronda los 300 mil no disminuye. El total se acerca a un millón de madres en esa edad. Los especialistas advierten del fracaso de las políticas públicas en ese rubro.
Pero los cambios cualitativos no se quedan atrás. Aumento de 50% de uniones libres en dos décadas. Disminución sensible del catolicismo, alrededor de 4% en diez años. Crecimiento de evangélicos y protestantes, 7.6%. Uno de cada cuatro habitantes mayores de 20 es soltero o está separado. Casi uno de cada cuatro hogares es dirigido por una mujer. Los hogares unipersonales -típicos de las sociedades desarrolladas- se duplicaron en diez años. El número de mexicanos viviendo en casas independientes aumentó 7.2%; una cuarta parte de la población habita en este tipo de vivienda. Las políticas de la última década han sido exitosas. De continuar el ritmo el rezago se abatirá.
El surtimiento de los hogares mejora no hay duda: refrigeradores 82%; lavadoras 66.4%; radio casi 80%; televisor 92%. Un 45% de los hogares tiene automóvil. Incluso la computadoras se multiplicaron por tres y hoy están en el 29.4%; simplemente proyectando el ritmo -sin que hagamos algo por mejorarlo que también se puede- en el próximo censo la gran mayoría de los hogares tendrá ese objeto icónico del siglo XXI. Esperemos que las entidades más pobres del sur no se rezaguen y que el Internet vaya de la mano. Incluso en servicios hay mejoría, los derecho habientes de instituciones crecieron en 25 millones. En educación, que es un área crítica, la población de 15 años y más, sin escolaridad -una de las grandes vergüenzas nacionales- disminuyó, poco, pero disminuyó 2%. La que cuenta con educación superior avanzó cinco puntos. El analfabetismo cayó a 6.9%, podría ser menor.
Nada más lejano a mi intención que provocar relajamiento en las exigencias. Para nada, los cambios han ocurrido a pesar de la mediocridad de nuestro crecimiento, 2.1% en promedio. Han ocurrido a pesar de la falta de visión de nuestros gobernantes. Qué envidia escuchar al presidente chileno anunciar la intención de terminar con la pobreza extrema en los próximos cuatro años. Ni los bicentenarios pudieron inyectar más sensatez a las acciones: 25% de las escuelas públicas no tiene agua potable. Esa es una prioridad. La inequidad sigue siendo un estigma nacional pero los señores legisladores son incapaces de presentar al país una reforma fiscal omnicomprensiva y redistributiva. Vergüenzas hay y muchas. Ojala y el censo les recuerde de qué deberían estar hablando. Porque México va, a pesar de ellos.