"Es un soberbio Carlos Fuentes, bueno... y él que... muy leído o que, ¿quiere que leamos sus libros" dijo Vicente Fox de visita por Durango. La respuesta del expresidente de México no es tan sorprendente si consideramos la ignorancia que siempre manifestó a temas relacionados con cultura general, pero no deja de ser terriblemente lamentable.
Claro que Carlos Fuentes quiere que leamos sus libros, esa es la aspiración natural de todo aquel que escribe, no sólo ser leído sino comprendido, algo que evidentemente Fox no pudo hacer. Su desdén por la cultura no sólo se manifiesta en lo erróneo de sus respuestas, sino en la aceptación pública de que aún no sabe quién es Jorge Luis Borges, esto a pesar de que en el pasado el nombre del escritor argentino puso en el ojo del huracán a Fox Quesada.
Tal vez lo más preocupante es que el hombre que dirigió el destino de este país durante seis años considera que el debate por la lectura es inútil y falso, y afirma que hay cosas más importantes como las ideas... como si las mejores ideas no partieran del conocimiento que se da a través de la educación que recibe un individuo, no en un grado académico sino como un concepto general.
Entonces, ¿cómo podemos seguir creyendo los discursos reiterados que pronuncian los gobernantes respecto a la importancia de la Educación como una vía de desarrollo y los nombres que emplean para enriquecerlos y que evidentemente escriben sus asesores?
¿Cómo podemos impulsar la lectura en los hogares mexicanos cuándo los hombres que participan en política la desdeñan? Enrique Peña Nieto no supo el nombre de uno de sus autores favoritos, no era un examen de cultura general, sino hablar de los escritores que han tenido un impacto en su vida.
El panista Ernesto Cordero luego, en un intento más de evidenciar al priista se equivocó en el nombre de una de sus autoras favoritas y para que el PRD no fuera excluido el responsable del sistema educativo en el Distrito Federal, se equivocó al mencionar el nombre del escritor de Cien Años de Soledad.
Pobre México, con tanto político y tan poco consumo de libros, claro que tenemos derechos a exigirles que se pongan a leer, finalmente hay dos formas de conocer el mundo, una es viajando y la otra leyendo. El debate no puede ser inútil y falso, es sustancial, nos permite saber de que están hechos nuestros políticos, los mismos que se disputan el poder con uñas y dientes, los mismos que ganan salarios desorbitados y que ya son una ofensa para un país donde se considera que se puede vivir con 59 pesos y 8 centavos al día. Claro siempre y cuando sepan de cuánto es el salario mínimo y cuánto cuesta un kilo de tortillas aunque no sean la "señora de la casa"
Claro que tenemos que evidenciarlos, mostrarlos a la sociedad tal y cual son, están obligados a transparentar no sólo el ejercicio del poder público, sino su vida privada y su estructura cerebral que se construye a través del conocimiento.
Tal vez, así podamos entender porqué nuestra clase política prefiere a los incondicionales sobre los capaces. A lo mejor algunos como Fox piensan que los más estudiados son soberbios...