Fuerza, entrega, pasión, emotividad, magia... Paul McCartney puso sobre el escenario del estadio Omnilife todo lo necesario para hacer de su primera presentación en México una noche que vivirá por mucho tiempo en la memoria colectiva de Guadalajara.
Vestido con elegante saco y pantalón negros, el británico apareció en escena a las 21:30 horas de ayer sábado para iniciar su paso por México en la gira "Band on the road". Los primeros acordes de "Magical mistery tour" desataron la locura que creció a lo largo de dos horas y 50 minutos.
El sacó duró muy poco sobre él. Después de "Drive my car", uno de los tantos éxitos de The Beatles que interpretó durante la noche, se lo quitó provocando gritos para tomar el micrófono: "Gracias, por esta grandiosa bienvenida", dijo en castellano.
"Esta noche trataré de hablar un poco de español, pero más inglés", agregó, para entonces sentarse al piano y comenzar la parte más romántica de la velada, con temas como "The long and widing road", "My valentine" y "Maybe I´m amazed", que fueron coreadas por más de 37 mil tapatíos, que prácticamente llenaron el estadio rojiblanco.
El británico se dio tiempo para recordar a su ex compañeros de The Beatles que ya no están más aquí. "Esta canción la escribí para mi hermano John (Lennon)", señaló, antes de interpretar "Here today", coreada con respetuosa tranquilidad de los presentes.
Poco más adelante, hizo nuevamente uso de la palabra. "Dedico esta rola a mi amigo George (Harrison)", dijo, como preámbulo de "Something", modificada en su parte inicial en una versión acústica.
Llegaron los mariachis
El manejo del escenario que tiene Paul McCartney es envidiable para cualquiera que haya estado alguna vez arriba de uno. Su energía, simpatía y entrega, mueven masas al ritmo de su voluntad. Hace que la atmósfera crezca a su antojo. A la gente ya la tenía en la bolsa, pero la puso de pie cuando solicitó su colaboración.
"Cuando yo les diga, van a cantar ustedes", sentenció. Enseguida comenzó "Ob-la-di, ob-la-da", mientras un mariachi salía a escena, para acompañar a la banda. La ovación fue estruendosa. El estadio entero se puso de pie y bailó al ritmo que McCartney les dictó.
Luego, llevó la presentación a su cúspide con temas como "Let it be", Live and let die" y, sobre todo "Hey jude", temas que exacerbaron emociones, evocaron recuerdos y provocaron lágrimas. En un par de ocasiones, se fue, pero regresó para complacer a sus seguidores.
Con la bandera mexicana en manos, convocó a un grito unánime y espontáneo: "¡México, México!", retumbó en el inmueble futbolero, como si se tratara de un encuentro de la Selección Nacional.
Con "Get back", "Yesterday" y "Carry that weight" generó las últimas notas altas de emoción en el Omnilife, que lo despidió de pie, después de interpretar "The end", como culminación de casi 40 temas que hicieron vibrar a la Perla Tapatía.