La acrofobia se define como un persistente, anormal e injustificado temor a las alturas. Este miedo suele presentarse en situaciones de la vida diaria, tales como asomarse a un balcón, estar en un mirador elevado o al lado de un precipicio. Al igual que otras fobias, genera fuertes niveles de ansiedad en aquellos individuos que la sufren, quienes buscarán evitar la situación temida. Los especialistas tratan ésta y otras fobias con ejercicios de "habituación", es decir, exponer a la persona varias veces ante la situación que teme, hasta lograr que se acostumbre y el miedo desaparezca.
Según un estudio de la Universidad de Basilea en Suiza, combinando las hormonas del estrés con la terapia conductual es posible ayudar a las personas a superar el miedo a las alturas. Los investigadores, dirigidos por Dominique de Quervain, evaluaron los efectos del cortisol, una hormona del estrés implicada en la memoria y en el aprendizaje, sobre la reducción del miedo entre las personas tratadas con terapia de exposición para reducir su temor a las alturas (acrofobia).
Esta terapia ayuda gradualmente a frenar las respuestas de miedo a través de exposiciones controladas repetidas ante situaciones atemorizantes.
En su estudio, los autores trataron a 40 personas con diagnóstico clínico de acrofobia con tres sesiones de terapia de exposición mediante el uso de una instalación de realidad virtual que simulaba una subida en un ascensor exterior. Una hora antes de cada sesión, la mitad de los participantes consumían cortisol por vía oral y la otra mitad recibía un placebo.
Los autores evaluaron la respuesta de miedo de los participantes a los 3 y 5 días y un mes después de la última sesión de exposición mediante el uso de un cuestionario estándar sobre acrofobia y pruebas de conductancia de la piel, que permiten determinar si existe respuesta fisiológica de miedo. En comparación con los participantes que tomaron placebo, aquellos que tomaron cortisol durante la terapia de exposición mostraron menos ansiedad y un menor aumento en la conductancia de la piel durante el seguimiento, lo que sugiere que el cortisol aumenta la eficacia de la terapia de exposición para reducir el miedo a las alturas.
Por otra parte, una nueva investigación revela que la locomoción y lo que el individuo registra con su visión periférica ayudan a explicar el temor ante superficies elevadas. Los científicos que analizaron el tema son psicólogos de las universidades de Berkeley, San Francisco y Nuevo México, en Estados Unidos; de Caen Basse-Normandie y Paris Descartes, en Francia y de Doshisha, en Japón.