Más dudas e intrigas surgen en el escalofriante thriller de Javier Villarreal, el zar financiero del exvirrey coahuilteca Humberto Moreira que dejó a la provincia con más deudas que un país del África Central. Un nuevo cabo suelto acaba de surgir en esta trama que tiene a los espectadores al filo de su asiento. Resulta que, luego de entregarse a las autoridades gringas para enfrentar procesos penales por lavado de dinero, fraude bancario y narcotráfico, aunque usted no lo crea don Javier reclamó al Tío Sam la devolución de una cuenta de 2.2 millones de dolarillos asegurada el año pasado en un banco del paraíso físico y financiero de las Bermudas, zona famosa por el llamado triángulo en donde, se dice, desaparecen objetos y quizá también una que otra cuenta bancaria.
Es decir, el distinguido inquilino de la cárcel del condado de Bexar, con todas las causas penales que enfrenta en ambos lados del río Bravo, quiere que le regresen “su dinero”. Pero para mayor sorpresa del respetable, y aquí es donde comienza la música de suspenso del cierre de este capítulo, el cuestor de Moreira I asegura que no todo el dinero de la cuenta referida está a su nombre y dice que desconoce a quién pertenece el resto a pesar de que fue asignado como custodio de esa parte. O sea que, según don Javier, a él le dijeron “ahí guarda esta lana junto a la tuya y no preguntes de quién es”. Y, claro, él muy obediente hizo caso. Pero la pregunta que queda y que, en caso de responderse, podría dar un nuevo vuelco a esta trepidante historia es: ¿a quién pertenece ese dinerillo? No se pierda el próximo capítulo de esta sorprendente miniserie.
Ya que hablamos de asuntos provincianos, suma extrañeza causó en el torcido universo politiquero local y el espeluznante mundo culturero la plantada que les puso el mandamás coahuilteca, Rubén Moreira. Y es que la visita de éste a Torreón el jueves parecía estar más que planchada por la apretada agenda que se había previsto. Entre las actividades contempladas estaban la entrega de vehículos oficiales al ayuntamiento, la creación del Consejo para los Festejos del Centenario de la Toma de Torreón, la inauguración del Planetarium y la reunión con el patronato del Teatro Nazas. Pero tanto los politiqueros como los cultureros se quedaron vestidos y alborotados porque don Rubén nunca llegó. Nuestros subagentes disfrazados de columnas del Palacio Rosa de la urbe de adobe nos informan que la ausencia del gobernador se debió a que le cayeron de sorpresa representantes de las Naciones Unidas para dar seguimiento al tema de los Derechos Humanos en esta mágica provincia, hecho que ha motivado a los malpensados a creer que uno de los temas centrales de la reunión habría sido el supuesto hallazgo de 500 restos humanos en predios del norte de Coahuila, asunto que se convirtió en una bola de nieve de dimensiones internacionales y del cual las autoridades mejor ya no quisieron hablar. ¿Andarán, por decir lo menos, nerviosos?
En donde la inquietud parece no amainar por la proliferación de organismos de la sociedad civil es en los despachos del aparador más grande de Torreón, es decir, el Palacio Municipal de la Plaza Mayor. Y es que el alcalde Miguel Riquelme sigue empeñado en avanzar en su estrategia para descalificar o arrebatar las banderas de las asociaciones que considera incómodas. En la reunión que sostuvo esta semana el club VIP de los mandamases de La Laguna -club que, por cierto, ya fue ampliado para recibir a los alcaldes de Lerdo y Matamoros-, se planteó como una de las primeras acciones conjuntas a llevar a cabo la de iniciar en marzo una campaña masiva de reforestación de la zona metropolitana. Como recordará, estimado lector, la asociación Laguna Yo Te Quiero, aquella que el año pasado convocó a miles de ciudadanos a limpiar terrenos baldíos convertidos en basureros, había anunciado desde noviembre pasado su proyecto de plantar decenas de miles de árboles en toda el área conurbada. Así que las autoridades de las cuatro ciudades hermanastras, a solicitud de don Miguel, van a hacerle madruguete a los muchachos querendones de La Laguna, quienes hasta ahora no han dicho si van a replantear su proyecto. Esta situación ha comenzado a despertar ácidos cuestionamientos de los preguntones respecto al papel de los gobiernos locales, como ¿en qué quedó el compromiso de los ayuntamientos de dar seguimiento a la limpieza de los terrenos, de vigilar que no se volvieran a ensuciar los limpiados y de crear un sistema integral de manejo de residuos sólidos? Da la impresión que la consigna de los “cuatro grandes” de La Laguna es restar y no sumar.
Tal y como le habían anunciado nuestros subagentes, el excobrador -perdón exregidor- priista José Elías Gánem fue nombrado esta semana director de Prevención Social del Delito del ayuntamiento de Torreón, a pesar de que su labor como presidente de la comisión de seguridad del Cabildo dejó mucho a desear, sobre todo cuando el sufrido pueblo eran pasto de los malandrines y capos en la edad más oscura de la historia reciente de la Perla de La Laguna. Además de este singular hecho, que pone en duda las capacidades de don Pepe para hacerse cargo de la importante responsabilidad de prevenir el delito, el flamante funcionario municipal aún no cuenta con un plan de trabajo, según el reporte de nuestros subagentes, por lo que se antoja que la famosa curva de aprendizaje será bastante larga, como larga es ya la lista de servidores públicos (no se ría, así les dicen) reciclados de la pasada administración, afortunados sobrevivientes de la nómina que miran con desdén a quienes pasaron a vivir en el error. Los maldicientes que merodean la nueva sede del ayuntamiento ya lanzan preguntas como dardos respecto a las funciones del nuevo becario de la Presidencia, entre ellas ¿qué va a hacer don Pepe además de cobrar? Y ¿seguirá su ‘apá beneficiándose de los jugosos contratos del sistema municipal de aguas?
A propósito de chanchullos -disculpe, contratos- de obras y servicios, los agudos observadores de la cosa pública local ponen en duda la capacidad de las empresas a quienes se les han asignado algunos proyectillos. Uno de ellos es el llevado, traído y manoseado Paseo Morelos, cuyo diseño fue adjudicado por la Secretaría de Infraestructura de Coahuila al despacho de Rodolfo Romo Vidaña por la nada despreciable cantidad de 2.5 millones de pesillos, salidos del Impuesto Sobre Nóminas. Pero dicho proyecto no tiene para cuándo, debido a la falta de consenso y a los rezagos en la entrega del mismo. A principios de año, el citado despacho entregó un diseño que no dejó contentos a los empresarios que han solicitado el mentado paseo, ya que sólo contempla cuestiones ornamentales, deja de lado aspectos importantes como el cableado subterráneo, el alumbrado y las instalaciones hidráulicas, además de que propone el cierre de cinco cruceros del Centro que estrangularía aún más la vialidad. A lo anterior hay que sumar que don Rodolfo no entregó el proyecto completo en el tiempo previsto, por lo que pidió una prórroga de 45 días que se vence el 10 de marzo. Pero los amantes de la sospecha han empezado a cortar la tela porque esta empresa es la misma a la que se le adjudicó la instalación de los cinco elevadores y cinco escaleras eléctricas de la nueva sede de la Presidencia Municipal. Se sabe que entre el 2009 y 2010 este equipo fue pagado sorprendentemente de contado por la Secretaría de Finanzas del Estado ya que es distribuidor de la marca Schlinder. Pero los equipos estuvieron guardados desde entonces hasta que, al terminar la construcción del edificio, se procedió a colocarlos. Pero pese a que es uno de los rarísimos contratistas a los que se les paga de contado sus servicios, es hora que de los cinco elevadores sólo funciona uno y con frecuentes fallas, y nadie ha logrado presionarlo lo suficiente para que ponga en operación el resto. ¿Por qué tanta condescendencia? Se preguntará usted con justa razón. Dicen los enterados que se trata de un proveedor consentido del Gobierno del Estado desde los tiempos de Enrique Martínez.
Uno de los males de la política mexicana es el querer siempre destruir todos los proyectos que realizaron las administraciones anteriores, el clásico borrón y cuenta nueva. Pues bien, esta parece ser la premisa de la directora del Instituto Municipal de Cultural y Educación de Torreón, Renata Chapa, quien se presentó ante la Comisión de Cultura del Cabildo para decirles que la Escuela de Danza Contemporánea como está no tiene razón de ser, por lo que el proyecto que costó más de siete millones de pesos y fue inaugurado al final de la administración de Eduardo Olmos, con el aval del INBA, debe ser desechado para en ese espacio abrir una Escuela de Cumbia, baile tan arraigado entre los laguneros, dicen. Con esta “grilla”, Renata abre un nuevo frente y parece que va a amalgamar a todos en contra. Quizá a doña Renata le convenga regresar a un curso de aritmética básica, donde le enseñen que sumar y multiplicar también existen, no sólo restas y divisiones y es que al parecer a la zarina de la Cultura no se le da mucho eso de la aritmética. Ahí están los grupos de música norteña y los tríos que ya están denunciando exclusión de la Plaza del Mariachi, amén de que Torreón no es Jalisco para tener tan arraigada la cultura de dicha música vernácula. Por cierto ¿dónde están los cardencheros? Además, antiguos colaboradores de lo que antes era la Dirección de Cultura están denunciando malos tratos y exclusión porque doña Renata importó a muchos de sus colaboradores de Gómez Palacio y a su mano derecha de Chihuahua. Así que tanto los trabajadores de confianza como los del sindicato ya están velando armas para llevarle sus quejas al alcalde Miguel Riquelme porque la directora no tiene con ellos ni siquiera la atención de darles los “buenos días”.