
CONSIDERACIONES TÉCNICAS SOBRE LA PINTURA MURAL
La realización de la pintura mural debe considerar una importante cantidad de aspectos para cumplir con su misión de forma adecuada, y es que, un mural, no es una pieza autónoma, como lo sería una pintura de caballete.
Un mural, aunque tiene semejanza con un cuadro, no constituye una obra aislada o independiente sino que se haya integrada a un espacio específico y con características propias, esto es, el espacio arquitectónico, se incorpora pues, en función del mismo. Por lo tanto, todo proyecto mural será concebido y proyectado en razón del lugar al que va destinado, su concepción deberá ser acorde al contexto que lo contiene, su presencia será una consecuencia de la vocación del espacio que lo alberga. Así pues, el artista que realiza una empresa mural atenderá estos principios como base de su propuesta plástica. Posteriormente, deberá contemplar otros detalles, por ejemplo, la iluminación, la integración cromática, la temática dominante, si es que existen otros murales en el recinto, la visibilidad correcta del diseño según la ubicación del espectador, etc.
El aspecto de la iluminación resulta de considerable importancia, sobre todo por la dirección de la misma dentro del espacio, si la fuente luminosa es natural o artificial o una combinación de ambas, los espacios que contienen obra mural deben procurar incorporar a sus paredes obras que tengan un coherencia con la función de los mismos, es decir, una visión integradora que fortalezca su propio concepto.
Teniendo todo esto en cuenta el artista tendrá también que considerar la forma en que será contemplada la obra por el espectador lo cual repercutirá en la elección de la técnica, la paleta, el tamaño de las figuras, la posible distorsión sufrida por las distancias, tanto a lo alto como a lo ancho; por ejemplo, si una escena deberá apreciarse a una altura considerable, entonces el muralista tendrá que valorar adecuadamente las posibles deformaciones provocadas por la perspectiva natural del muro sobre la simulación de la forma tridimensional producida por la pintura, cuando Miguel Ángel pintó la bóveda de la Capilla Sixtina fue haciendo las figuras más grandes y de manera progresiva conforme se iba acercando a la zona del altar para que vistas desde la puerta de entrada no perdieran presencia, lo mismo hizo, pero de manera vertical en el muro del "Juicio Final" donde, incluso, hizo inclinar la pared algunos centímetros para que los espectadores, desde abajo, pudieran apreciarlo en un ángulo más adecuado, a la vez de que, el aumento de tamaño en las figuras fue también progresivo, pero hacia arriba.
Al mismo tiempo, la técnica empleada deberá garantizar una luminosidad importante, aunque es posible lograr iluminaciones artificiales externas que proporcionen buena apreciación de formas y colores, la obra mural realizada colocada a una altura considerable deberá ser realizada en una técnica que garantice un iluminación propia (proveniente de la obra misma) y lo suficientemente contrastada para que facilite una lectura lo bastante legible en condiciones no favorables de iluminación externa.
Por razones de mantenimiento y conservación mucha de la obra mural que se realiza en la actualidad se propone, ya no directamente sobre el muro, sino sobre panel, entelado o preparado, montado regularmente sobre un bastidor de aluminio o madera. Lo anterior puede tener sus beneficios pero también sus contrariedades, porque al hacer fácil su transportación, no sobrará quien, pensando que las paredes de un recinto son una galería, haga y deshaga con obras que fueron proyectadas y realizadas para integrarse a un espacio específico.