Dolores del Río
Dicen que nadie es profeta en su tierra. Y así le sucedió a Dolores del Río. Estrella del cine, querida, reconocida y admirada en el mundo, pero olvidada en su natal Durango. Hay quienes la califican como la gran diva del cine de México, que recibió homenajes en todo el mundo, que hizo que Hollywood se rindiera a sus pies, pero en su tierra, su legado, su patrimonio, luce olvidado y abandonado, al menos por la autoridad.
Piel canela, cabello negro impecable, ojos negros, lindas piernas, porte y elegancia, hicieron de Dolores del Río un referente de belleza y magnetismo.
Su personalidad, que elevaba al máximo la belleza mexicana, rompió con aquellos estereotipos marcados en la meca del cine, donde las rubias inundaban los costosos filmes, y Hollywood se rindió a sus pies.
Dolores Asúnsulo López Negrete, nombre de pila de la actriz, cautivó el mundo cinematográfico con su belleza y con aquel refinado gusto que se acomodaba perfecto a los modelos de diseñadores como Cristóbal Balenciaga o Christian Dior y que al mismo tiempo desbordaba elegancia en aquellos huipiles nacidos de las manos de artesanos mexicanos.
Dicen que la actriz recordaba con cariño su infancia, comparándola con la de una princesa. Y que su madre, orgullosa de su origen aristocrático, siempre cargaba los documentos notariados que lo certificaban. Un linaje familiar que se remontaba a la España anterior al Virreinato. Sobrina de Francisco I. Madero y prima del cineasta Julio Bracho, de la actriz Andrea Palma y del galán de Hollywood Ramón Novarro, su distinción iba más allá de la pantalla. Si algo caracterizaba a Dolores del Río, era su educación, que se debía en gran parte a la vida acomodada que su aristócrata familia le brindó.
ORIGEN DE ABOLENGO
Nacida en Durango en 1904, fue hija única de Jesús Leonardo Asúnsulo, prominente banquero originario de Chihuahua, y de Antonia López Negrete, notable dama de sociedad. El destino la obligó a huir de su estado natal, debido a problemas que su padre tuvo con Pancho Villa durante la Revolución. Disfrazada de campesina, llegó a la capital del país. Después de un tiempo ingresó al Colegio Francés de San Cosme, donde tomó clases de danza. No disfrutó mucho su soltería. A los 15 años casó con el acaudalado hacendado Jaime Martínez del Río (18 años mayor que ella). La actriz siempre se desenvolvió en círculos intelectuales. De hecho, distinguidas personalidades visitaban su casa. Así conoció al director de cine Edwin Carewe.
No es difícil imaginar aquel encuentro en el que Carewe quedó impresionado ante su belleza, por lo que estratégicamente invitó a la pareja a viajar a Estados Unidos. Estando allá, ambos se rindieron ante el glamour de Hollywood. Y mientras su esposo tenía un ingreso fallido como guionista, Dolores se pulía para llegar al cine. Así consiguió un papel en Joanna (1925), cinta de Carewe. Sólo fue cuestión de tiempo para que su fama creciera al lado de grandes figuras como: Marlene Dietrich, Rodolfo Valentino, Mary Pickford y Charles Chaplin.
UNA VIDA ¿GLAMOROSA?
Dolores se convirtió en un referente de magnetismo en la gran industria del cine, pero no todo fue tan glamoroso como se veía en pantalla. También debió padecer el racismo y los prejuicios para encajar en el círculo estadunidense.
De hecho, en sus inicios, según refiere María E. Silanes en su libro Divas, sus agentes le recomendaron hacerse pasar por española.
“Llegó el momento en que se cansó de interpretar a mujeres exóticas de nacionalidades imprecisas que usaban atuendos de lo más disímbolos: desde india piel roja con plumas en la cabeza, hasta manola que agita el mantón y las castañuelas, pasando por dama de sociedad en Brasil, misteriosa cabaretera con vestimenta de leopardo o nativa de las islas del sur que luce falda de paja al ritmo del hula-hula”.
Y aunque sus papeles en ese entonces no dejaban ver a la actriz, más bien exhibían una mujer latina que lucía muy bien a cuadro, Dolores gustaba, y mucho.
DEL CINE MUDO AL SONORO
Participó en películas de cine mudo como: El precio de la fama (1926), Resurrección (1927) y Ramona (1928). Esta última le permitió hacer popular su exótica belleza mexicana. Dolores se consagraba, mientras que su esposo, frustrado, partió a Berlín, donde murió en 1929. En 1930 se volvió a casar, esta vez con el director artístico de la Metro Golden Meyer, Cedric Gibbons. Una unión conveniente que la ayudó en su camino a la consolidación.
Con el tiempo llegó el cine sonoro y también aparecieron nuevos proyectos para la actriz como: El malo (1930), Ave del paraíso (1932), que escandalizó, pues aparecía bañándose desnuda junto a Joel McCrea, y el musical Volando hacia Río de Janeiro (1933). Lo que empezó como una aventura en Estados Unidos se convirtió en 17 años de trabajo fílmico que la llevaron a ser la figura vanguardista preferida de los diseñadores del momento. Sentimentalmente las cosas no estaban bien, y en 1942 se divorció de Cedric, y tiempo después hizo escándalo por su tórrido romance con Orson Welles.
El paso del cine mudo al sonoro no representó dificultad para la actriz. De hecho, también se convirtió en una vanguardista en el mundo de la moda y en 1936, fue considerada “la segunda mujer más bella de Hollywood”, según la revista Photoplay, solo superada por Greta Garbo.
LA DIVA LLEGA A MÉXICO
Su regreso a México, en 1942, marcó una nueva etapa en su carrera. Muchos pensaron que después de su glamorosa vida en Hollywood, su carrera terminaría en este país.
Pero Lolita, como la llamaban de cariño, unió su talento al de grandes como Roberto Gavaldón, Gabriel Figueroa y Mauricio Magdaleno.
Y con Emilio “El Indio” Fernández, se acrecentó el culto a Dolores como máxima diva del cine mexicano, gracias a que realizó Flor Silvestre y María Candelaria. Esta última, escrita en servilletas de papel y obsequiada como regalo de cumpleaños para la actriz por parte de Fernández. Ambas cintas hoy son clásicos del cine mexicano.
Además alternó con grandes figuras como María Félix y Pedro Armendáriz. Gracias a esto fue forjando un nombre en la llamada “época de oro” del cine nacional, hasta que fue llevada nuevamente a Hollywood en 1960 para amadrinar a Elvis Presley en Estrella de Fuego y trabajar bajo la dirección de John Ford en El Ocaso de los Cheyenne.
En 1959 se casó por tercera ocasión, con Lew Ryley. Y tras el declive de la época de oro, se fue perfilando hacia el teatro, al tiempo que hizo evidente su preocupación por las causas sociales. Ello hasta que sus problemas hepáticos se agravaron y la llevaron a la muerte en 1983.
En 2011, la actriz Diana Bracho, aseguró que su tía Dolores del Río era bellísima pero “pésima actriz”. Cierto o no, muchos reconocen su contribución a la industria cinematográfica en México, por ello, se encuentra en la Rotonda de las Personas Ilustres. Hollywood le otorgó una estrella en el Paseo de la Fama como reconocimiento a su trabajo.
Lo cierto es que la actriz duranguense tiene el mérito de ser la primera estrella femenina latinoamericana en triunfar en Hollywood. El tiempo no ha hecho otra cosa que convertirla en un objeto de culto entre diversos círculos del cine y la cultura. Decir Dolores del Río es recordar a una mujer que Marlene Dietrich consideraba “la mujer más bella de Hollywood”.
‘LA MALQUERIDA’ DE DURANGO
Cautivó a la prensa internacional, a diseñadores de moda, creativos y naciones completas. Sus raíces duranguenses y el hecho de ser una de las grandes leyendas del séptimo arte mexicano no han sido suficiente, en opinión de los conocedores del cine y de su trayectoria, para hacerle justicia en su propia tierra y lograr que su legado permanezca en la memoria de Durango.
“Hablar de Dolores del Río es hablar de una persona que significó mucho para los mexicanos porque nos dio identidad, porque desde su trinchera defendió la mexicanidad. Es hablar de 'durangueñeidad'”, comentó el cronista duranguense José de la O.
En una ocasión, el periodista Vicente Leñero preguntó a la protagonista de filmes como La malquerida (1949) y La Cucaracha (1959) sobre su sentido 'mexicanista', a lo que Del Río respondió: “No se trata de nacionalismo ciego. Amo lo nuestro porque lo siento, porque soy mexicana de hueso colorado. Siento mío el arte mexicano, la cocina mexicana, nuestra gente, nuestra cultura… Sin que eso quiera decir que desprecio lo extranjero. Por qué había de despreciarlo. Admiro la autenticidad, en cualquier parte del mundo en que se produzca”. La entrevista fue publicada en Talacha periodística’(1983), la primera recopilación de crónicas, reportajes y artículos de Leñero.
De la O agregó que “fue la primera mexicana que triunfa en Estados Unidos, pero parece que no nos ‘cae el veinte’ de eso, no le hacemos justicia como merece. Habrá quienes digan que sí se le reconoce porque una calle lleva su nombre o porque se le hizo una estatua, pero no es suficiente. En Hollywood es una gloria y le aplauden lo que hizo pero aquí no somos capaces de llevarle una flor ni en su natalicio ni en su aniversario luctuoso, mucho menos de abrir un museo para ella sola o ponerle una sala”, y recordó que la última vez que Del Río visitó la ciudad fue durante el mandato de Héctor Mayagoitia, donde se le realizó un gran homenaje en el que ella, con mucha nostalgia, habló de Durango, de sus orígenes y de la familia Asúnsolo López Negrete.
“Acabamos de celebrar los 60 años de la cinematografía en Durango, en ese año no fuimos capaces de hacerle un homenaje con un ciclo completo de sus películas, que hayan invitado a la Asociación Nacional de Actores (ANDA) para dar una conferencia o que gente de aquí haya viajado a Estados Unidos a llevarle una flor a su estrella o a impartir un taller o conferencia sobre ella. Entre sus últimas propiedades estuvo una en un poblado de Nazas y en el lugar no hay alguna placa sobre Dolores, nada. Vamos a la casa en que nació y está abandonada e incluso alguna vez hicimos la propuesta que fuera un museo del cine y se nos ha ignorado”, dijo.
Fernando Llanos, director de Matria, documental ganador en el Festival Internacional de Cine de Morelia en 2014 y que formó parte de la selección oficial del Margaret Mead Film Festival de Nueva York, del Festival Internacional de Cine de Monterrey y del Festival del Nuevo Cine Mexicano en Durango, entre otros, compartió que Dolores del Río “es un ícono de la época de oro del cine nacional, de una belleza espectacular a quien se debería de revisar y proyectar más. Faltan publicaciones o documentales sobre su persona. No recuerdo haber visto ningún libro sobre ella, tampoco lo he buscado, pero de Pedro Infante y María Félix aunque no los busques los encuentras. No sentí que en Durango tuviera ese peso porque la ponen en el mismo callejón, al lado de Salma Hayek y Penélope Cruz, y supongo que se merece un par de escalones arriba”.
SE ECHAN “LA BOLITA”
Sobre los homenajes que se le han realizado a la actriz que no posee ni un día conmemorativo ni festival o concurso, se le cuestionó a Rubén Ontiveros Rentería, director del Instituto de Cultura del Estado de Durango (ICED), quien argumentó que al tratarse de una figura de la pantalla grande, es una situación que le compete a la Secretaría de Turismo del Estado y su departamento de cinematografía pero que en las áreas en las que el ICED puede apoyar, como la literaria, sí se han realizado diferentes publicaciones, aunque no mencionó títulos ni años de edición. Ontiveros afirmó que su dependencia también ha contribuido en homenajes nacionales -que tampoco nombró-, y que están en la disposición de colaborar con otras instituciones o grupos en este tipo de proyectos que involucren a Del Río.
En búsqueda de más información al respecto, coordinadores del área de comunicación del mismo organismo que no concretaron entrevistas “por complicaciones de agenda”, recomendaron solicitar datos con José Alfredo Olguín Quiñones, director del Teatro Victoria a quien tampoco fue posible encontrar en su lugar de trabajo, pues personal del recinto cultural expuso que solo acudía cuando se tenía un evento programado y fueron los mismos empleados quienes dijeron que este 2015 el teatro no formó parte de ningún tipo de homenaje hacia la actriz duranguense y que a pesar de que en años anteriores se han proyectado películas de la misma, son contadas las actividades para rendirle tributo.
LA FLOR DE LOS INTELECTUALES
Dolores del Río no solo dejó un legado en la pantalla grande. El mundo de las letras también se ha inspirado en su talento, belleza, virtudes y los misterios que la rodeaban dentro y fuera del espectáculo.
“Se ha escrito sobre Dolores del Río de muchas maneras, no solo en México sino en Estados Unidos y otros países. Es un personaje que ha trascendido en las artes, una mujer que ha inspirado en muchas manifestaciones artísticas y definitivamente en la literatura y la intelectualidad mexicana sí ha influido”, dijo la escritora María E. Silanes, autora de Divas, libro en el que dedica un capítulo a la actriz.
Pertenecer a una familia aristocrática le permitió a la duranguense acceder a un tipo de educación que fomentaba el aprecio cultural, hecho que le benefició para sobresalir entre grandes figuras del teatro, del cine y del arte.
“Los intelectuales del momento la buscaban mucho y se supo rodear de ellos. En su casa, en La Escondida, Coyoacán, constantemente recibía ese tipo de gente, como a Diego Rivera, Frida Kahlo y otros intelectuales. Era una mujer culta, leída e instruida que tuvo sus altas y bajas pero que supo colocarse, tener una vida plena, transmitir su belleza interior y exterior e inspirar a incontables artistas. Fue una mujer que supo desafiar los cánones de su época y que tuvo que luchar para ganarse un lugar en Hollywood,”, explicó.
Silanes añadió que aunque Del Río destaca principalmente en materiales biográficos, también es sujeto de convertirse en un personaje de ficción, pues su vida llena de anécdotas y manifestaciones artísticas podrían llamar la atención de los literatos, así como lo logró con poetas como Salvador Novo o Carlos Pellicer y el escritor Paco Ignacio Taibo I, e incluso con pintores como Guillermo Orozco, Ángel Zárraga y el propio Rivera.
RECUERDOS DE PAPEL Y TINTA
“Dolores del Río es la flor favorita de los intelectuales mexicanos. Los escritores la han atendido, es a quien le han dedicado más poemas por haber sido una mujer sofisticada, muy fina y culta, ha sido personaje de novelas y por supuesto el motivo principal de biografías. Concha Michel, Alfonso Reyes, David Ramón y Aurelio de los Reyes escribieron sobre ella. Elena Poniatowska, Vicente Leñero y Carlos Monsiváis también hablaron de ella, pero no nada más eso, también los grandes pintores de México”, afirmó el escritor duranguense Óscar Jiménez Luna.
El periodista cultural destacó que aunque en el estado “hay personas que la quieren, la cultivan y la han difundido” como Javier Treviño, Javier Guerrero y él mismo, “falta mucho por hacer para proyectar lo que ella representa” tal y como se ha hecho con Ricardo Castro, Ángel Zárrraga, los hermanos Revueltas y Francisco Villa.
“Es una mujer para presumir por lo hermosa que era y la proyección de su personalidad. Sí ha tenido presencia, tiene su estatua, tuvo su sala de cine, que ya no existe, tenemos un boulevard con su nombre y generalmente el Festival Revueltas le asignaba un lugar, pero nos hace falta el museo Dolores del Río, un museo moderno, con un trabajo de museografía de primer nivel en el que podamos tener una serie de fotografías de gran formato y salas con la mayor parte de sus películas”, añadió.
EL ROSTRO DE MÉXICO
A lo largo de su carrera, Dolores del Río protagonizó 55 filmes en Estados Unidos, México, España, Italia, Argentina y Grecia que la inmortalizaron en el séptimo arte y que le valieron una codiciada estrella en el Paseo de la Fama en Hollywood.
En el caso de nuestro país estuvo al frente de cintas como María Candelaria (1943), Las abandonadas (1944) y Doña perfecta (1950), entre otras con las que la diva, desde la perspectiva de José De la O, simbolizó más que las épocas del cine de oro, del mudo y la transición al cine sonoro en el país.
“Hay mucho que agradecerle. Ni el cine nacional, ni Salma Hayek, ni los premios que obtuvieron Alejandro González Iñárritu, ‘el Chivo’ y Guillermo del Toro, serían posibles sin Dolores del Río porque ella, al lado de otros como Ramón Novarro, Guadalupe Tovar o Arturo de Córdova, dieron apertura al cine mexicano en el extranjero. En Durango hay que darle su lugar porque una cosa es que el Estado sea ‘Tierra del Cine’ porque en 1954 empezaron las primeras filmaciones de western comercial y otra es que sea ‘tierra de los personajes del cine’, son cosas diferentes, pocos lo reflexionamos y hay que reconocerla por lo que es”.
En la antología Dolores del Río, realizada por Óscar Jiménez Luna y publicada en 2004 por motivo del centenario del natalicio de la actriz, se destacan dos facetas de su vida: “su amplia tarea como difusora de la cultura (impulsó los festivales de Cannes, San Sebastián y, en Guanajuato, el Internacional Cervantino) y su incansable actividad gremial y de gestoría social”.
MÁS QUE UNA DIVA
“Se le ha catalogado como ‘diva’ pero lo diva es como una palabra frívola y ella era una mujer muy sensible y culta a quien le interesó el arte más allá de la cinematografía. Inspiró indirectamente a pintores o poetas a través de su personalidad, motivó a otras artes e incluso fundó la estancia infantil de la ANDA en 1979 con el apoyo de otras actrices”.
Delhumeau la distinguió como “uno de los pilares de la industria del cine” en una época en que se hacían más de 100 películas al año y que “generaba miles de empleos porque muchísima gente trabajaba y vivía de eso, entre técnicos, actores, directores, escritores, argumentistas y dialoguistas como José Revueltas” y que, evidentemente, no se puede hablar de la época del cine de oro azteca sin ella.
“A su regreso a México filmó hasta cinco películas en un lapso de cuatro años y su imagen le dio la vuelta al planeta. Con la fotografía de Gabriel Figueroa y la dirección de 'El Indio' Fernández se convirtió en ‘el rostro de México en el mundo’”, agregó, no sin antes destacar que Del Río merece un mayor reconocimiento pues aunque en la actualidad hay actrices que sobresalen en la pantalla grande hollywoodense, nadie lo ha hecho en tantos países a la vez como Dolores. “Realmente nadie la ha igualado”.
MONUMENTOS Y SU CASA, OLVIDADOS
La casa donde nació Dolores del Río está ubicada en calle Hidalgo, casi esquina con 20 de Noviembre, es decir el en el corazón del Centro Histórico de la capital. Basura en las ventanas, una puerta de madera en descomposición, grafiti en el exterior, pintura a punto de caerse y un letrero dañado y borroneado, son la carta de presentación para los turistas y paseantes que intentan conocer el origen de la gran actriz.
Todos los días los turibuses que llevan a visitantes de otros estados y países pasan por el lugar. Hablan de ella y su historia pero nada más. Aunque está cerrada al público, por puertas y ventanas se puede apreciar que su interior también luce en el abandono. Cualquier podría pensar que esa casa debería ser un museo dedicado a la hija pródiga de Durango, pero no.
Y sus monumentos están igual. El más antiguo, el que se ubica en el bulevar del mismo nombre, luce los estragos del paso del tiempo. Una pequeña placa que fue renovada es el trabajo de mantenimiento más importante que se le ha hecho en los últimos años y nada más.
En calle Constitución, tras la remodelación de la zona, se le colocó una nueva estatua y una estrella en el piso. Y nada más. Algo que se hizo en Hollywood hace décadas y que en su ciudad natal apenas recordaron, como para cumplir con el protocolo y nada más.
OLVIDAN SU NATALICIO Y SE EQUIVOCAN DE FECHA
El pasado 3 de agosto, El Siglo de Durango evidenció que a las autoridades culturales estatales les pasó inadvertido el 111 aniversario del natalicio de María Dolores Asúnsolo López Negrete, mejor conocida como Dolores del Río. Y no solo eso, sino que además se equivocaron en la fecha de nacimiento, pues aseguraron que fue en 1905, cuando realmente el año de su nacimiento fue 1904.
Con sólo siete tuits desde la cuenta oficial de Twitter del ICED (@iceddgo), incluido uno con la fecha errónea, fue recordado el nacimiento de la actriz duranguense. No hubo ceremonias, no hubo homenajes, nada. Y no es la primera vez que ocurre, pues hace dos años tampoco se le recordó, a pesar de las críticas en redes sociales.