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El primer round de quien sabe cuántos

A simple vista

El primer round de quien sabe cuántos

El primer round de quien sabe cuántos

LUIS LOZANO

Haga de cuenta que es una pelea de box pactada a 12 rounds. Coincidentemente será uno por mes, con suene inicial de campana después del primer domingo de junio de 2014, y con repicar final en el primer domingo de junio de 2015.

La diferencia con una contienda regular del deporte de los guantes, es que los adversarios cambiarán conforme se acerque el día de la elección a la gubernatura. O dejarán de ser dos en el cuadrilátero, para convertirse en tres, o más. O menos.

Pasada la jornada electoral del 7 de junio pasado (hace exactamente un mes), el primero en destaparse en el camino a la elección del año entrante fue el alcalde Esteban Villegas, en un encuentro con reporteros de la fuente Municipal, en la capital.

Lo hizo entre líneas, cuidando que el mensaje no diera pie a una consecuencia legal y, a la postre, fuese interpretado como un acto anticipado de campaña. Eso ocurrió el 8 de junio.

Tres días después apareció la senadora Leticia Herrera Ale, emitiendo por primera vez el controversial "Yo sí quiero" (#YoSíQUiero, para efecto de manejo en redes sociales), pero acompañándolo de una actitud severa, exigiendo a su partido piso parejo e incentivando el independentismo como opción electoral viable.

Su mensaje se acompañó, casi de forma inmediata, de una campaña de pega de calcas en las que se impregnó esa frase, acompañada de la palma de una mano (quién sabe si la suya) completamente abierta. Lonas con la misma estampa fueron colocadas en diversos puntos de la capital gobernada por su rival, Esteban Villegas, quizá también a manera de desafío. Y al mismo tiempo dando herramientas a sus detractores y rivales, como para reclamar una acción ilegal, electoralmente hablando, por esos mensajes apresurados y explícitos.

Eso, días después, causó que su entonces jefe de Comunicación Social e histórico vocero de la familia Herrera Ale, Sergio Uribe, saltara a deslindar a Leticia de esa campaña, ya comprendido el riesgo que corría de ser vinculada a la colocación de elementos propagandísticos tangibles.

Uribe, por cierto, habría sido desplazado del círculo cercano de la eventual campaña de la lagunera, según rezaron los rumores de días recientes.

Villegas, por su parte, encontró en su representación de la Federación Nacional de Municipios de México para la zona norte, un argumento suficiente que le permitiera el acercamiento con otros Ayuntamientos del Estado. Y no dudó en hacer presencia en La Laguna, emitiendo mensajes conciliatorios y realizando activismo funcional.

Allá prometió la entrega de miles de árboles (gestionados a través de su representación federativa) y hasta cantó en un programa de televisión, lo que inicialmente le representó una serie de críticas, que sin embargo acrecentaron la penetración de su nombre en la sociedad lagunera.

Luego vino una especie de conciliación en la capital, en un encuentro en el que ambos se mostraron juntos en el restaurante de un hotel, tomando al término "unidad" como el sustantivo principal de su discurso. Y se comprometieron, públicamente, a respetar los tiempos y permanecer en el partido.

Pero esa conciliación no fue, evidentemente, un compromiso a frenar su activismo. Los dos siguieron con sus actividades extracurriculares, entendiendo por ello que fueron más allá de sus funciones perimetrales, en el caso de Esteban, y legislativas, en el caso de Leticia.

Ella aprovechó para organizar una marcha en la que no le fue tan bien, pues no cumplió con las expectativas autoprometidas: esperaban 15 mil y, según los cálculos independientes más optimistas, no superó la tercera parte de eso. Por si fuera poco, fueron numerosos los señalamientos de acarreo y asistencia involuntaria.

El alcalde, por su parte, siguió su operación con colegas, buscando entrar en el ánimo de toda la entidad a través de compromisos con los jefes edilicios. Así, por ejemplo, el lunes convocó a los presidentes para que formen parte de la campaña de reforestación estatal que promocionó primero en La Laguna y acudieron 27 ediles.

Pero el momento más esperado del primer round llegó el domingo, en la reunión del Consejo Político Estatal del PRI. Las miradas se clavaron en ambos, con la intención de mirar quién sería el más arropado por los jefes pequeños y grandes del organismo.

A Villegas le sobraron peticiones de fotografía; Leticia, tuvo una discreta llegada y salida. Le fue mejor a él.

Uno de los aspectos más interesantes del box, es que pese a que siempre hay un compromiso de duración (4, 6, 8, 10 o 12 rounds) la pelea se puede terminar en cualquier momento. Y está claro que del primer asalto Leticia salió disminuida.

Pero falta mucho por recorrer y ella no es la única rival con quien debe luchar Esteban... y viceversa.

En cualquier momento puede subir al cuadrilatero el actual panista José Rosas Aispuro Torres, quien aunque parece estar cómodo mirando esa pelea desde la parte posterior a las cuerdas, de vez en cuando alcanza a lanzar un grito hacia dentro.

Por lo pronto, los reflectores siguen puestos en el alcalde capitalino y la senadora lagunera. ¿Durante cuántos rounds seguirán ambos en la pelea? Le toca a usted pronosticar.

Twitter: @luizork

Escrito en: a simple vista primer, Leticia, quien, pelea

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