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Estimulemos su aprovechamiento escolar

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IGNACIO ESPINOZA GODOY

Con una frecuencia que no desearíamos, algunos padres de familia son citados por los maestros de sus hijos cuando estos muestran algunas señales de desinterés y desatención por las actividades escolares, por el bajo rendimiento en las clases, una vez que los docentes agotaron los recursos pedagógicos de que disponen para tratar de mejorar el aprovechamiento educativo de los pequeños, hasta que llega el momento en que se precisa el apoyo urgente de los progenitores para encontrar mejores herramientas y estrategias para enderezar el rumbo de los educandos que tienen alguna dificultad para avanzar en determinadas materias.

Desde luego que, previamente (y a muchos padres de familia nos consta), los maestros y maestras entregan su mejor esfuerzo para sacar adelante a los niños que, por alguna o varias razones, no han logrado avanzar hasta alcanzar el nivel de aprovechamiento deseado conforme a los contenidos que se tienen que cubrir en determinados tiempos, con base en los programas que les fija la Secretaría de Educación Pública (SEP), por lo que llegan al punto en el que deben pedir el auxilio de los progenitores (o de sus tutores, en su defecto) para dilucidar dónde está el meollo del asunto y lograr que los pequeños se emparejen con sus compañeros en cuanto al nivel de conocimientos y aprendizaje.

Ciertamente, se trata de una tarea titánica cuando se carece del apoyo solidario y responsable de los paterfamilias, ya que de otra manera los docentes se ven imposibilitados para cubrir las metas que les marca la Secretaría de Educación, y más cuando en ocasiones tienen hasta una decena o más de alumnos que padecen distintas problemáticas relacionadas con el aprendizaje pero que se vinculan más con conflictos que tienen su raíz en el seno del hogar, de ahí que es fundamental la intervención de los progenitores.

No obstante, los maestros se encuentran a veces con la poca o nula disposición de los padres de familia para ayudar a sus propios hijos a avanzar en su aprendizaje y de esta manera ubicarse en un nivel estándar de sus compañeros de clases, por lo que el problema se complica todavía más al grado de que, en ocasiones, los progenitores responsabilizan a los profesores del bajo rendimiento escolar que tienen sus hijos, con lo que el conflicto, lejos de solucionarse, se agrava ante esta actitud de cerrazón paterna y materna, que poco contribuye para avanzar en beneficio de los estudiantes que se encuentran involucrados en este círculo vicioso.

Llama la atención que, a pesar de que en determinados casos los niños son canalizados para que reciban ayuda profesional de algún especialista (generalmente, algún psicólogo o trabajadora social), el problema no siempre se resuelve con ese tipo de apoyo o terapias ya que se ha comprobado que no siempre funcionan como es el objetivo final si no se parte de que, en muchos de esos casos, los responsables de la conducta de los hijos son los propios padres, por lo que tal vez lo indicado sería que estos tomaran las pláticas para encontrar el origen del problema que padecen sus vástagos para mejorar no sólo su aprovechamiento académico, sino también su relación con sus compañeros de aula.

Lamentablemente, estimado lector, se ha comprobado que la mayoría de los problemas que sufren los hijos se vinculan estrechamente con el ambiente familiar, con la convivencia cotidiana que tienen con ambos padres (papá y mamá), de ahí que se recomienda realizar un autoanálisis, una autocrítica seria y responsable, para encontrar la raíz de los conflictos que no permiten que los niños avancen en su rendimiento educativo, al nivel de sus compañeros.

También desafortunadamente, existen padres de familia que rechazan que ellos mismos pueden ser los responsables de los problemas de aprendizaje por los que atraviesan sus hijos, al grado de que se cierran ante la posibilidad de someterse a alguna terapia (individual, de pareja o familiar), para tratar de encontrar la solución a ese conflicto que padece el niño o la niña en lo que concierne a su aprovechamiento académico, que tal vez podría ser una buena opción luego de que el maestro agota los recursos educativos y pedagógicos que tuvo a su alcance.

En muchas ocasiones, desgraciadamente, esos problemas de bajo rendimiento escolar se relacionan de manera directa e indirecta con los conflictos familiares que presencian los niños en el seno del hogar, sobre todo cuando son testigos de agresiones o maltrato entre sus mismos padres, lo que repercute, inconscientemente, en la conducta de los pequeños al involucrarse en un ambiente donde el ambiente de armonía es poco frecuente.

Por ello, convendría efectuar una autocrítica sobre si los padres no estamos influyendo para que los hijos observen un nivel bajo en su aprovechamiento escolar. Si llegamos a la conclusión de que sí formamos parte del problema, no nos queda más remedio que poner manos a la obra y buscar la solución a los conflictos familiares para ofrecerles a los pequeños un entorno más armonioso y de esta manera estimular su aprendizaje para que finalmente alcancen el nivel deseado en este aspecto, por el bien de todos.

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