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La limpieza, sinónimo de orden

La limpieza, sinónimo de orden

La limpieza, sinónimo de orden

IGNACIO ESPINOZA GODOY

Uno de los hábitos más importantes en cualquier persona, y que habla del orden y de la disciplina, sin duda, es la limpieza, empezando por el aspecto en su arreglo y la forma en que lleva su indumentaria, hasta la manera en que mantiene su espacio de trabajo y cómo luce su hogar, sobre todo en este último sitio, donde se puede reflejar un estilo de vida que generalmente representa un legado de las costumbres que se heredaron de los padres al inculcarles a los hijos valores y principios que se van transmitiendo inconscientemente de generación en generación.

No sé si a usted, amable lector, le ha pasado que cuando visita inesperadamente la casa de algún amigo, familiar o conocido y se encuentra con un escenario de suciedad y desorden, inmediatamente y de forma inconsciente, tiende a juzgar y reprobar esa primera imagen e impresión que se lleva al percibir que en ese hogar falta un poco -o tal vez mucho- de orden, limpieza y atención.

La reacción del anfitrión, por lo general, es de pena e incomodidad, por lo que normalmente ofrece una disculpa por el "tiradero". También ocurre, en el otro extremo, que el dueño de la casa no se inmuta por el desorden y la suciedad que prevalecen en su espacio vital, así que ni siquiera se preocupa por disculparse, situación que a los visitantes nos puede generar diferentes reacciones, como la indiferencia o hasta una leve molestia porque nuestro interlocutor no tuvo la "decencia" o la atención de darnos una explicación por la forma en que su hogar luce en esas condiciones.

Luego de ese "pequeño incidente", nos llevamos la idea de que nuestro amigo, conocido o familiar tiene un problema con el orden y la disciplina, lo que tradicionalmente atribuimos a que sus padres seguramente no le fomentaron, desde la infancia, el hábito de la limpieza y la responsabilidad, aunque también podríamos estar equivocados en ese aspecto ya que de todos es conocido que en ocasiones, dentro de la misma familia, a pesar de que a todos los hijos se nos fomentan los mismos valores y principios, a veces hay algunos que se rebelan a la autoridad y deciden remar contra corriente, es decir, desafían a los progenitores y continúan con sus hábitos negativos de suciedad y desorden, no obstante que suelen ser objeto de algunas llamadas de atención e incluso la aplicación de varios castigos que parecen no afectarles en lo más mínimo.

Ciertamente, para los padres no es una tarea fácil que los hijos asimilen y acepten de buen agrado que deben colaborar en las actividades de limpieza del hogar, esto, por supuesto, en la medida en que su edad y sus condiciones físicas lo permitan ya que, por ejemplo, sería injusto que a una pequeña de dos años de edad se le pusiera a trapear la casa, con lo que implica exprimir el trapeador, de ahí que se les deben asignar labores acordes con su edad y su fortaleza física.

Este tipo de actividades, sin duda, las realizarían los hijos con más gusto si constatan que ambos padres se ayudan mutuamente en los quehaceres domésticos; así, por ejemplo, en estos tiempos ya es común observar que el papá colabora en actividades como el lavado de trastes, el barrido y trapeado de la casa, e incluso, en labores que antaño se pensaba que eran exclusivas de la mujer, como el caso del planchado y el lavado de la ropa de todos los integrantes de la familia, además de la preparación de los alimentos, ya que en la actualidad así lo demandan las circunstancias.

Es decir, si los padres no somos el vivo ejemplo de que la limpieza debe ser una de nuestras virtudes, entonces, difícilmente podremos influir para que los hijos sean un modelo de orden y responsabilidad en este sentido, pues en todas las actividades se debe pregonar siempre con el ejemplo, ya que de otra manera no tendríamos autoridad moral para ordenarles a los vástagos que mantengan limpio su cuarto si el nuestro y el resto de la casa dejan mucho qué desear en ese aspecto.

Lamentablemente, en muchos hogares no se fomenta este hábito de la limpieza, lo que se refleja en la primera impresión que nos llevamos cuando entramos a cualquier casa, con cada cosa en su lugar o, en contraparte, con un desorden y suciedad que nos hablan del descuido y la desatención de quienes viven ahí, empezando por las cabezas de la familia, es decir, la madre y el padre, los cuales no siempre se preocupan por mantener en condiciones dignas el lugar más importante, que es su casa.

Por ello, resulta fundamental fomentar en los hijos estos hábitos y valores que posteriormente, cuando ellos formen su propia familia y tengan su casa, ellos tendrán que poner en práctica si desean rodearse de un ambiente de armonía, limpieza y orden, factores que, conjugados, nos ayudan a mejorar nuestro entorno en todos los aspectos.

Escrito en: PADRES E HIJOS hijos, padres, limpieza, suciedad

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