El niño y su hámster
Había un niño propietario de un hámster. Por las noches el niño dormía y el animalito reiniciaba su vida.
El niño llevaba a sus amigos a que conocieran a su hámster, lo despertaba de su profundo sueño.
La mascota hacía las orejas gachas y los ojillos enternecidos, y sin que se lo ordenara se disponía hacer sus gracias, correr en la rueda sin fin, guardar comida en sus cachetes para comerla posteriormente, Rehacer su lecho con cualquier trapo disponible.
En fin se congratulaba con su amo y sus amiguitos.
Lo que ignoraba el niño es que en la noche, cuando el silencio era más abrumador, mientras él dormía, su hámster también llevaba a sus amigos para enseñarle a su niño.
Aunque éste no les hiciera sus gracias.