Y, sin embargo, los días 24 y 25 de mayo se reunió en San Antonio, Texas, la 3ª Cumbre de Gas en México que incumbe a Coahuila, Nuevo León, Veracruz y Puebla, pero por supuesto al país entero, a Norteamérica y al planeta.
En leve mejoría de precios de la mezcla mexicana de petróleo, la corporación Industry Exchange, organizadora del "3rd Mexico Gas Summit San Antonio", visualizó a nuestro país en 2017 como una enorme oportunidad para explorar y extraer gas y petróleo aprovechando la reforma energética y la reciente apertura del mercado de combustibles refinados.
Funcionarios gubernamentales, inversionistas, conferenciantes y ejecutivos del nivel C de transnacionales de energía, transporte e infraestructura, revisaron en la reunión cumbre la proyección de la red de gasoductos que se expande en México rumbo al año 2019.
Los territorios directamente involucrados para exploración y extracción son, como se sabe, la Cuenca de Burgos -norte de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas-, tierras del Golfo de México -sobre todo Veracruz- y yacimientos ubicados en el subsuelo de las sierras de Puebla.
Son regiones donde pobladores mayoritariamente ejidales, indígenas y campesinos presentan férrea resistencia al despojo, tráfico de tierras y especulación que se ha desatado por la riqueza potencial de las cuencas de hidrocarburos que alcanzan escala planetaria.
Aun en condiciones de extrema militarización impuesta, delincuencia organizada, criminalización de la protesta, persecución, encarcelamiento y asesinatos, innumerables comunidades rechazan la actividad extractivista que les promete salir de pobres en nombre del progreso y el desarrollo mientras los despoja de vida y territorios.
La red de gasoductos proyectados o en proceso de construcción rumbo al primer año del gobierno que sustituirá al de Enrique Peña Nieto abarca territorios extensos del país entero.
Ninguna campaña electoral se ha pronunciado acerca de la gran expansión de gasoductos rumbo al 2019 en territorio mexicano.
Para ese año, la red proyectada de gasoductos espera cerrar una inversión total de 16 mil millones de dólares, con siete puntos de interconexión con el principal destinatario de gas y petróleo extraído de México: Estados Unidos; y uno con Centroamérica.
Entre los gasoductos en operación y construcción se encuentran, con participación de capital canadiense, el Manzanillo-Guadalajara, el Naranjos-Tamazunchale, el Encino-Topolobampo y El Oro-Mazatlán, el Tuxpan-Tula y Tula-Villa de Reyes, y el Sur de Texas-Tuxpan.
Con capital estadounidense están, por su parte, el Kinder Morgan, el de Chihuahua, el de Transportadora de Gas Natural de Baja California, el de Rosarito, el de Gasoductos del Noreste, el de Gasoducto de Aguaprieta, el de Gasoductos de Tamaulipas, el de Gasoductos de Aguaprieta-Sonora, el de TAG Pipelines Norte, el de Arguelles Pipeline, el de Gasoducto de Aguaprieta-Ojinaga y el de Midstream de México, de Howard Midstream Energy Partners.
Destaca que nueve son de Sempra Energy y uno de Energy Transfer Partner, la corporación estadounidense que invade territorio ancestral de la tribu Sioux en Dakota del Norte.
La extracción de gas shale se hace mediante la tecnología de fracking, fractura hidráulica que necesita gran cantidad de agua potable. Por cada pozo se utilizan de 9 a 29 millones de litros de agua, mezclados con arena y más de 750 químicos, muchos de ellos tóxicos. Esta mezcla se inyecta a alta presión para fracturar la roca y liberar hidrocarburos. Entre el 20 % y el 95 % del líquido se queda en el subsuelo.
El fracking contamina el agua de forma irreversible. Retira grandes cantidades del ciclo hidrológico local al quedarse atrapada en el subsuelo y pone en riesgo acuíferos y cuerpos de agua superficiales por fugas y derrames, destacando que entre los químicos tóxicos que se utilizan están benceno, arsénico y cadmio.
El líquido residual, altamente contaminado, se almacena en tinas "impermeables" -además del coctel inicial ahora trae hidrocarburos, metales pesados e incluso material radioactivo- liberando los tóxicos al aire. Puede haber filtraciones o con lluvia desbordarse. En Estados Unidos en 2013 hubo 7 mil 662 derrames y otros accidentes.
A veces, el agua residual se envía a plantas de tratamiento que no están equipadas para tratar agua tóxica, liberando subproductos cancerígenos.
Conflicto que permanece invisible en campañas electorales.
@kardenche