Nosotros

¿Qué les transmitimos a nuestros hijos?

PADRES E HIJOS

¿Qué les transmitimos a nuestros hijos?

¿Qué les transmitimos a nuestros hijos?

IGNACIO ESPINOZA GODOY

"Tu hijo es tu reflejo" es, seguramente, una frase que a menudo escuchamos o leemos a través de los distintos medios de comunicación y a la que poca atención le prestamos por lo que no reflexionamos en el profundo significado que encierra dicha expresión, que es aplicable en muchos de aspectos, además de los rasgos de la personalidad muy característicos de cada uno de nuestros hijos, en los que sí podemos influir los padres de familia, para bien o para mal, ya que también les podemos transmitir muchos de los sentimientos que experimentamos cotidianamente por lo que vivimos en los ámbitos en los que nos desenvolvemos.

Trataré de explicarme, amable lector: de la misma manera como los progenitores (ambos, mamá y papá) podemos heredarles a los hijos ciertos rasgos físicos, y así como también les vamos inculcando -a veces de manera inconsciente- los valores y principios morales, además de otros hábitos -positivos y negativos-, de la misma forma les podemos transmitir nuestros sentimientos y nuestros estados de ánimo, con lo que en ocasiones así influimos para que tengamos vástagos tranquilos o neuróticos -según sea el caso-, de ahí que es necesario que meditemos en la importancia de no expresar todo lo que sentimos delante de ellos.

Simplemente, tratemos de recordar algún caso conocido de hermanos, primos, tíos u otros familiares, cuyos hijos, solemos decir, heredaron el carácter de sus padres, aunque esto no siempre es aplicable en todos los casos ya que, repito, en ocasiones, los progenitores influimos decisivamente para que los vástagos muestren o tiendan a reproducir algunos rasgos de la personalidad de sus padres, debido a que la convivencia cotidiana y el contacto frecuente y constante han permeado en los hijos a tal grado que son un vivo reflejo de las cabezas de la familia.

Luego por eso escuchamos expresiones como "eres igualito a tu padre" o "eres igualita a tu madre". Lo peor es que quienes emiten este tipo de frases luego suelen ser los mismos progenitores, sin darse cuenta de que hemos moldeado a nuestros hijos o hijas a nuestra imagen y semejanza, pero no a propósito, sino que de manera inconsciente les vamos transmitiendo nuestros temores, nuestros complejos, nuestros traumas, nuestras frustraciones, es decir, todos aquellos rasgos negativos que no quisiéramos que distinguieran precisamente a nuestros vástagos. Sin embargo, esa es parte de la labor que hemos realizado "sin querer queriendo", como decía un famoso personaje de la televisión.

Por ejemplo, si los hijos escuchan y observan a los padres discutir y gritar dentro y fuera del hogar, les mandamos un mensaje negativo en el sentido de que así se arreglan las diferencias y así se solucionan los problemas, de tal manera que ellos (nuestros pequeños, adolescentes y hasta algunos adultos) llegan a pensar que así es como se resuelven los conflictos familiares y conyugales, un modelo que posteriormente imitan y lo trasladan y reproducen en su vida personal, aunque a veces resulta contraproducente cuando constatan que ese no es el mejor vehículo para transitar por este sendero.

Luego, con el paso del tiempo, les vamos creando un falso concepto de la forma en que se solucionan los problemas o conflictos que como padres o hijos los seres humanos llegamos a tener en los diferentes aspectos y ámbitos en los que nos desenvolvemos, por lo que es muy importante, amable lector, que en este sentido los progenitores pongamos más atención ya que constantemente les estaremos enseñando, de manera consciente e inconsciente, que hay métodos para hacer las cosas, a pesar de que no siempre utilicemos los más adecuados y correctos.

No debemos perder de vista que, a veces por dejarnos llevar por la rutina diaria, dejamos a un lado esos aspectos tan indispensables en la vida como son los valores y principios morales, que son una especie de luz que nos ayudan a caminar por el sendero de la tranquilidad cuando los aplicamos en cada actividad de nuestras labores cotidianas, sobre todo cuando se trata de la convivencia familiar, donde debemos ser el mejor ejemplo de los hijos, pues finalmente eso es lo que les heredaremos una vez que partamos de este plano existencial, y eso es lo que recordarán de nosotros cuando físicamente ya no podamos estar a su lado.

De nosotros -y de nadie más- depende de que nuestros hijos se desarrollen en un ambiente de armonía, en el que aprendan que el respeto es la piedra fundamental de los valores, y que de ahí se parte para otros valores no menos importantes como son la tolerancia, la confianza, la honestidad, la gratitud y el amor, entre muchos otros que, si los practicamos los padres, si somos un ejemplo de congruencia entre lo que decimos y hacemos, seguramente, nuestros vástagos recibirán la mejor herencia y, así, les estaremos transmitiendo un mensaje en el sentido de que cosechamos lo que sembramos todos los días, por lo que debemos hacernos el propósito cotidiano de enseñarles lo mejor que les puede ofrecer la vida en todos los aspectos.

Escrito en: PADRES E HIJOS nuestros, hijos, manera, podemos

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Nosotros

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas